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La pandemia de la covid ha dejado tras de sí otra mucho más sigilosa pero no por ello menos preocupante: el incremento de los suicidios y de los intentos de quitarse la vida. El vocal presidente del Colegio de Psicólogos en Burgos, Ignacio Jiménez, advierte del incremento «exponencial» de este tipo de conductas especialmente tras la situación de emergencia sanitaria vivida en los dos últimos años.
Jiménez señala además que este problema no afecta «solamente a personas de un determinado colectivo, sino que »ya afecta por igual a todos los colectivos«, aumentando entre los niños «de forma alarmante».
Que la pandemia ha disparado la ansiedad entre la población es una realidad palpable. También la estadística de conductas autolíticas, con 3.941 personas que se quitaron la vida en España el año que estalló la emergencia sanitaria, un récord.
Este psicólogo que ha visto cómo cada vez son más las personas que acuden a su consulta por este tipo de problemas. «Si antes la gente se lo pensaba más para ir al psicólogo, pues ahora ya no se lo piensa tanto porque realmente están mal». Para Jiménez, el hecho de haber estado confinados y cortar de raíz una serie de costumbres y rutinas, ha llevado a desarrollar más trastornos de ansiedad y de conductas suicidas.
Desde su experiencia también como psicólogo de emergencias sanitarias que ha acudido a numerosas llamadas por intentos de suicidio, aclara que una persona suicida, «no es una persona que quiera morir, el suicida lo que quiere es de alguna forma de dejar de sufrir. Tiene un sufrimiento, por la problemática que sea, decide dejarse ir y la única forma que encuentra es el suicidio».
Es difícil anticipar un suicidio, afirma este psicólogo, «no hay un denominador común», aunque sí habla de algunos indicadores, como que la persona empiece a estar demasiado nostálgica, «cierta dejadez en las costumbres de aseo, en la alimentación, descuidos y demás» o que haga comentarios como «nos preocupes por mí estaré mejor». Por este motivo, en la mayoría de los casos, «la gente que quiere llevar a cabo el suicidio y lo quiere consumar lo hacen de tal forma que es difícil detectarlo».
Jiménez insiste en que se debe dotar de recursos a las unidades de salud mental, para poder atender la cada vez más abultada demanda de pacientes. «Seguimos con escasez de psicólogos en la Atención Primaria, seguimos con escasez de profesionales de la salud mental, o sea que parece que esto no se lo toman en serio y lo que está sucediendo es muy grave», sentencia.
Y los datos a nivel nacional lo respaldan porque el suicidio se convertía en el año previo a la pandemia en la primera causa de muerte entre los jóvenes españoles, algo que nunca había pasado en la historia desde que se dispone de estadísticas. En 2019 se quitaron la vida 309 personas de edades comprendidas entre los 15 y 29 años, una cifra que se sitúa ligeramente por delante de los accidentes de tráfico, que sumaron 307 defunciones, según datos de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio.
En Burgos la propia Policía Local alertaba en diciembre del incremento de intervenciones en la capital por suicidios o intentos de suicidio, motivo que les llevó a habilitar el número 024 como línea de ayuda a personas con estas conductas.
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