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El inspector José Manuel García Pérez con miembros de su equipo de la Unidad de Prevención y Reacción de la Policía Nacional de Burgos PCR
«Los primeros días era muy fácil, la gente te veía y echaba a correr»
Burgaleses ante el coronavirus

«Los primeros días era muy fácil, la gente te veía y echaba a correr»

Una treintena de agentes de la Unidad de Prevención y Reacción de la Policía Nacional vela por la seguridad de los burgaleses, garantizando que se cumple el estado de alarma | Tiran de sentido común, comprensión y mucha mano izquierda frente a la covid-19

Sábado, 23 de mayo 2020, 20:43

Si les pregunto cómo ven ustedes a sus conciudadanos burgaleses, si creen que se están comportando de manera adecuada en esta crisis sanitaria y respetando el estado de alarma, seguramente encuentre respuestas contradictorias. Algunos pensarán que, en términos generales, la población burgalesa ha sabido adaptarse ... a esta situación tan extraordinaria. Otros, por el contrario, seguro que opinan que hay mucho irresponsable suelto y que la policía no ha puesto suficientes sanciones. Y muchos acabarán echándole la culpa al maestro armero.

Y todos tendrán algo de razón, pues en estos dos meses largos de estado de alarma ha habido despistes, pillerías y mucha picaresca, aderezada en algunos casos con ciertas dosis de sinvergonzonería. Aun así, aquellos que han estado pateándose las calles de manera incansable desde el pasado 15 de marzo aseguran que los burgaleses lo estamos haciendo bien, «La gente se ha comportado maravillosamente, los incumplimientos han sido mínimos» y se ha tirado mucho de sentido común, comprensión y mano izquierda.

Así lo entiende el inspector José Manuel García Pérez, responsable de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional de Burgos, quien coordina un grupo de treinta agentes cuya misión estos días se ha centrado en vigilar que cumplimos el estado de alarma. «Nos hemos tenido que reconvertir», afirma el inspector García Pérez, pues la UPR se dedica a dar seguridad en concentraciones, manifestaciones, actividades culturales o deportivas y, en general, cualquier evento multitudinario. Sí, justo, eso que llevamos sin ver dos meses.

«De un día para otro, todos nuestros cometidos han desaparecido», explica, y su trabajo diario se ha reorientado. Su obligación es garantizar que se respeta una norma, pero no son «el malo de la película», insiste el inspector. «Lo que estamos haciendo ahora, limitar la circulación de la gente, hace seis meses era impensable», pero es lo que toca porque «esto es un problema de salud pública, no un problema policial». Y si es difícil de gestionar para el ciudadano no lo es menos para los agentes. «Para la detención de un grupo organizado estamos preparados, nos entrenamos», afirma, pero nadie ha sido formado para plantarle cara al virus.

Tampoco llevan bien eso de perseguir, si se puede utilizar este término, a los ciudadanos. «No me metí a policía para perseguir a gente normal y corriente, me metí para perseguir a delincuentes», comenta el inspector García Pérez. Sin embargo, la covid-19 les ha puesto a vigilar a los burgaleses de a pie, y tiene sus complicaciones. «Los primeros días era muy fácil, la gente te veía y echaba a correr», afirma. Luego, a medida que se ha avanzado en la desescalada con medidas de alivio al confinamiento, se ha complicado la vigilancia.

El inspector García Pérez junto a los agentes Justo y José Manuel PCR

«Si tienes miedo, te quedas en casa»

José Manuel y Justo son dos de los treinta agente que componen la Unidad de Prevención y Reacción de la Policía Nacional de Burgos. Son pareja, profesional, y aseguran que se han adaptado bien a la nueva forma de trabajar pero ya echan en falta asistir a algún partido (sobre todo del Mirandés, que está en Segunda División). También el ambiente que se respira en la furgoneta, lo que supone trabajar con un equipo de 5 o 6 agentes y la 'rutina' del día a día. Y es que en la unidad hay muy buen ambiente de trabajo, es uno de los requisitos para que todo funcione correctamente.

Y eso también hace más llevadera la situación actual. Ni José Manuel ni Justo tienen miedo, solo respeto ante la covid-19 e inquietud por llevarlo a casa. «Inquietud por la familia, pero no miedo, es nuestro trabajo», afirma Justo, porque «si tienes miedo, te quedas en casa». Siguen al pie de la letra todas las medidas de seguridad, extreman las precauciones y viven, también hay que decirlo, situaciones divertidas en medio de esta pandemia. En general, los burgaleses se están portando bien, pero a los agentes no se les escapan los jetas y tienen que bregar con todo tipo de casuísticas.

«La gente mayor es un poco difícil de manejar, más cabezota», reconoce José Manuel, aunque Justo apuntilla que hay que entenderlos: «se sienten atrapados, hay que hablar con ellos y razonar». Eso no evita que se hayan encontrado con abuelillos que se hacen los sordos, se empeñan en salir en sus horarios habituales o se esconden de la poli cuando les pillan incumpliendo. También con gente que aseguraba salir a comprar, pero estaba en Fuentes Blancas; perros que han paseado más estas semanas que en todo el 2019; o alguna fiesta de jóvenes, antes incluso de la desescalada.

Lo que llevan peor los agentes es la conciliación de la vida laboral y familiar. Como en otros muchos trabajos, toca ajustar sus turnos a los de la familia, sobre todo cuando hay niños de por medio, y no es siempre fácil. Además, ahora son padres, policías y profesores. Pero tienen temple suficiente para no caer en el estrés, pues esa es otra de las marcas de la casa. Y oficio para utilizar la mano izquierda también en casa, aunque aseguran que los niños lo están llevando casi mejor que los adultos y están mucho más concienciados sobre lo que se puede o no se puede hacer.

«No se trata de ir con la vara, sino con la palabra». Mucha pedagogía, mucha información, mucha presencia en la calle, mucha megafonía y, eso sí, al que no cumple reiteradamente o incumple con alevosía, propuesta de sanción (que resuelve la Subdelegación del Gobierno). «Lo que no voy a consentir es que se ponga en peligro a mi gente», afirma el inspector, ni al resto de la ciudadanía. Y hay mucho inconsciente, pero también mucho jeta, al que se caza al vuelo, y algunos que se autoengañan. «No se trata de que la policía te pille o no, se trata de que no nos contagiemos todos».

Porque el riesgo ha estado, y sigue estando, ahí. El virus no se ha ido, ni se va a ir. «No me ha dado miedo, pero sí respeto», asegura José Manuel García Pérez, quien reconoce que al principio ha habido muchas dudas e incertidumbres, en la policía como en el resto de la sociedad. Dudas sobre qué se podía hacer y qué no, como se contagiaba, cómo realizar la limpieza y la desinfección. Y eso también ha obligado a modificar la forma de trabajar de la Unidad de Prevención y Reacción, que ha pasado de operar con equipos de 5 o 6 agentes, en una única furgoneta, a salir por parejas.

Los compañeros no han cambiado de pareja en ningún momento, para evitar contagios (que no se han producido, pues la unidad está libre de la covid-19), y solo el inspector tiene contacto con todos los equipos. Siguen escrupulosamente las medidas de seguridad e higiene, extremar las precauciones y están bien advertidos de que, ante cualquier síntoma sospechoso, deben dar aviso, quedarse en casa y hacer aislamiento. Como cualquier ciudadano, insiste el inspector García Pérez, que remarca que nada es diferente por ser policía nacional.

«Para mí, el aplauso es para los sanitarios, que están en primera línea», admite, y eso que el estado de alarma ha traído situaciones curiosas como que aplaudan a la policía nacional en barrios en los que antes no querían ni verlos. Son un símbolo de todos aquellos que han estado luchando, desde sus respectivos territorios, contra la covid-19. Existe ese reconocimiento en la calle, por ese motivo, José Manuel García Pérez insiste en defender el trabajo de su unidad frente a cualquier crítica de acción represiva pues no salen con la «vara», sino que actúan con moderación y comprensión.

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