Charla con un negociador de la Policía Nacional de Burgos
«Casi prefiero que me insulten a que no me digan nada»
Inspector jefe Eloy Ladrón Palacios, jefe de la Brigada de Inspección Ciudadana ·
El incidente del pasado sábado, cuando un joven amenazó con suicidarse en la plaza Alonso Martínez descubrió a muchos bugaleses que la provincia cuenta con un negociador para incidentes críticos
Tener capacidad de escucha, dejar hablar pero prestando mucha atención y ser hábil para detectar ese hilo que acercará a la persona, del que tirar para ganarse su confianza y conseguir convencerla de que hay alternativa y merece la pena intentarlo. La formación ... se adquiere, las técnicas se aprenden pero no todo el mundo tiene una personalidad compatible, y el inspector jefe Eloy Ladrón Palacios, de la Comisaría de Burgos, es uno de los agentes que forman parte del selecto grupo de negociadores de la Policía Nacional.
Lleva más de diez años enfrentándose a incidentes críticos, principalmente intentos de suicido pero también algún suceso con rehenes, y está preparado para afrontar secuestros o extorsiones. Se estrenó con el incidente de la antigua CajaCírculo, en diciembre de 2009, cuando un hombre se atrincheró en la sede central de la entidad financiera y cogió a la subdirectora como rehén. Solo pretendía llamar la atención, pero se vivieron momentos muy tensos y se tuvo que contar con la colaboración del equipo nacional de negociadores y las unidades especiales.
«Es algo extraordinario de vivir, un día para recordar», admite el inspector jefe, a quien le apasiona su trabajo. «Lejos de ser un incordio, cuando recibo la llamada que me activa, lo acepto de muy buen grado». De no ser así, primero, no se habría hecho policía (es licenciado en Derecho y ahora jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana) y, segundo, se habría formado para ser negociador. El curso lo hizo después del incidente de CajaCírculo, recuerda, y desde entonces ha vivido diferentes situaciones, cada una con sus peculiaridades. «No ha dos incidentes iguales», admite.
El último tuvo lugar el pasado sábado, 13 de junio, cuando un joven se encaramó a una estructura metálica en la plaza Alonso Martínez de Burgos y amenazó con tirarse. La intervención duró casi tres horas, en las que Ladrón Palacios estuvo conversando con el joven, intentando entender qué le había llevado a tomar esa decisión hasta que consiguió que se bajase, sano y salvo, tras varios amagos que en el último momento se truncaban. «No estaba estable», unas veces estaba más tranquilo y otras se ponía muy nervioso, grita y parecía que acabaría por cumplir su amenaza.
«Lo más importante en un incidente en el que actúas como negociador es aislar la zona», explica el inspector jefe. En este caso, el lugar era muy propicio para encontrarse curiosos, así como la hora, las nueve de la noche de un sábado. La zona inicialmente acordonada se tuvo que ampliar para que el joven no se despistase con lo que había alrededor. «Lo que me interesa es que centre su atención en mí», y la presencia de curiosos (incluso la irrupción de algún fotógrafo) puso muy nervioso al joven, rompiendo en algunos momentos la comunicación con el negociador.
Escuchar y empatizar
«Es importante tratar de empatizar, dejarle hablar, que ventile sus emociones, hacerle preguntas abiertas; nos interesa que se explaye», explica, pues en los primeros momentos hay que saber los motivos que han llevado a esa persona a plantearse el suicidio. «Lo ideal es actuar con un negociador secundario», para que se pueda ir quedando con aquellos detalles que al negociador principal se le pueden pasar por alto porque tiene toda la atención centrada en la conversación que mantiene con la persona en problemas.
«La escucha activa es importante, trata de localizar el gancho, ver qué le motiva porque al final es cuestión de ganárselo». Ganarse su confianza, empatizar y, si es necesario, hacer pequeñas concesiones. En el incidente del pasado sábado, se le ofreció agua al joven porque así lo pidió. «No me supone nada pero me empiezo a ganar su confianza», apunta Ladrón de Palacios, cuya meta es siempre rebajar la tensión, para poder negociar e ir llevando a su territorio a la persona que amenaza con suicidarse y que desista de su intención.
Pero el inspector jefe no solo les escucha, trata de ponerse en su situación y les anima a desahogarse. También les habla de la muerte, «aunque resulte paradógico», admite. Hay que explicarle qué va a suponer la muerte y que no va a solucionar sus problemas. Hacerle ver que otras personas pasan por lo mismo y que hay que afrontarlo, que morirse no va a ser solución. Y, por mucho que extrañe, estas cosas también funcionan. Además, siempre es mejor hablar, negociar que encontrarte con el silencio, con una persona que no reacciona.
«Yo casi prefiero que me insulten a que no me digan nada», afirma. «He estado hablando con una puerta dos horas y es muy frustrante» y recuerda un caso concreto, en el que tuvo que negociar con un hombre en Miranda de Ebro, que se había encerrado en una vivienda y supuestamente había abusado de una menor. Estuvo dos horas hablándole a una puerta, sin que le dijera nada. En situaciones así, cuando se ve que no se avanza, al final tiene que haber una intervención policial. Y la decisión la toma el jefe provincial de operaciones. «Una de las premisas es que el que negocia no manda y el que manda no negocia, no somos hombre orquesta».
De éxito y de fracaso
Al inspector jefe Ladrón Palacios le cuesta gestionar los silencios y reconoce que, en general, a los negociadores también les cuesta asumir el fracaso. «Si una negociación sale bien, es un éxito; te vas a casa muy satisfecho», pero habría que potenciar los recursos para afrontar un fracaso. De momento, no ha tenido ninguno de ellos pero compañeros suyos, de otras provincias, reconocen que «cuando parece que la situación está controlada, cuando la persona está absolutamente relajada y tienes la sensación de que va a salir adelante, es cuando se precipita el desenlace».
De estas cosas se habla también en el curso de formación al que se someten los agentes que quieren convertirse en negociadores. Se trata de un curso presencial de los GEO, el Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional, de tres semanas y muy intenso. Se aprende a negociar y a combinar esa labor con la intervención de los equipos tácticos. A veces, el trabajo del negociador no es conseguir que una persona deponga su actitud sino ganar tiempo para que lleguen estos cuerpos especiales, o favorecer su intervención.
Actualmente, en Castilla y León se cuenta con negociadores en Burgos, Valladolid, Segovia y Salamanca. Se les activa por teléfono para cubrir incidentes no solo en sus provincias sino también en las limítrofes, o para echar un cable cuando algún compañero les necesita. También cuentan con el apoyo del equipo nacional, a los que se informa en cuanto se recibe el aviso por si se necesita que se acerquen al lugar. «No es lo mismo la labor que hace un negociador que la hacen dos o tres y los de Madrid tienen mucha experiencia».
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