Las piscinas de verano cierran campaña con 107.610 usuarios, a la espera de la gran reforma de El Plantío

El virus ha condicionado la temporada, reconoce el concejal de Deportes, Leví Moreno, y aun así las piscinas han sido la instalación más utilizada por los burgaleses. Desde el pasado 29 de junio hasta el 6 de septiembre, último día de apertura, han pasado 107.610 usuarios. La cifra supone una caída del 65% con respecto a la temporada 2019 (entonces fueron 281.541), pero es muy buen resultado dadas las circunstancias.

La piscina con mayor afluencia de usuarios ha sido El Plantío, con 51.909. Le sigue San Amaro, con 36.621. A Capiscol han acudido 16.621 personas, mientras que han sido 2.735 las que se han pasado por San Agustín. Las de Burgos han sido las piscinas que primeron abrieron, y que más tarde han cerrado, entre las provincias próximas. Sin contagio alguno, ni sustos y con una trazabilidad constante de usuarios.

La reducción de aforos como consecuencia de la covid-19 y medidas de seguridad como el uso de las mascarillas de manera permanente (salvo en el agua) han tenido su efecto en la reducción de usuarios. No se han registrado incidentes reseñables, aunque sí ha habido negacionistas, como en todas partes, y algunos más reticentes a utilizar la mascarilla fuera del agua, pero sin mayores problemas.

Una vez concluida la campaña estival, en el Ayuntamiento de Burgos empiezan a preparar la temporada del próximo año, en lo que se refiere a las obras que permitirán acabar con el problema de fugas de la piscina familiar de El Plantío. El proyecto ya está en manos de los técnicos municipales, así que se esperan los diferentes informes de las secciones antes de poder redactar los pliegos de contratación.

Leví Moreno sabe que no tendrá resuelto el concurso hasta finales de año y como el plazo de ejecución de las obras es de 28 semanas, unos siete meses, será imposible contar con la piscina familiar el próximo verano. El Plantío abrirá solo con la piscina juvenial y la olímpica, pero será el peaje a pagar para poner fin a un problema que le cuesta sus buenos dineros (y agua a la ciudad).

En una hora, el nivel de la piscina puede llegar a bajar un metro, ha apuntado Moreno, y en un verano se gasta el equivalente al 3% del gasto anual de agua de la ciudad. Además, como se está renovando constantemente el agua, la piscina está tan fría que apenas se usa, algo que cambiará con el proyecto de remodelación. Se instalará el sistema que permitirá un aislamiento total en suelos y paredes. Además, el agua que rebose se recuperará.

El proyecto incluye la creación de una entrada en forma de playa, que mejorará la accesibilidad de la piscina y facilitará su uso por parte de las familias con niños más pequeños. Los actuales toboganes desaparecerán, pues no se ajustan a la normativa, pero se instalará otro juego de toboganes, más accesibles y modernos.