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Piden 13 años de cárcel a un técnico de ambulancias por agredir sexualmente a una joven en su traslado al HUBU

Piden 13 años de cárcel a un técnico de ambulancias por agredir sexualmente a una joven en su traslado al HUBU

Según el escrito de Fiscalía, el procesado, natural de Salamanca, hizo tocamientos e introdujo su pene en la boca de la mujer de 19 años, que fue atendida por los servicios médicos por un problema cardíaco

Martes, 3 de noviembre 2020, 19:03

El Ministerio Público pide trece años de prisión a un técnico de ambulancias, natural de Salamanca, por agredir sexualmente a una joven de 19 años en el trayecto en ambulancia de la mujer hasta el Hospital Universitario de Burgos (HUBU). Según el escrito de ... Fiscalía, el varón realizó tocamientos e introdujo su pene en la boca de la enferma, «sin llegar a eyacular».

Los hechos ocurrieron el 4 de enero de 2018, cuando Á. H. G. acudió a la vivienda familiar de la joven en una ambulancia de unidad de soporte vital básico junto al conductor tras recibir una llamada de emergencias que alertaba de «fuertes dolores en el pecho y dificultad para respirar» de la mujer.

En la ambulancia, el conductor fue en la parte delantera del vehículo, separada del habitáculo destinado al paciente y a los efectivos sanitarios, salvo por una ventana transparente de aproximadamente medio metro a través de la cual podían comunicarse los sanitarios con el conductor en el caso de ocurrir alguna incidencia. En ese espacio se encontraban la joven, tumbada en la camilla, aunque ligeramente incorporada por la zona de la cabecera, y el asistente sanitario y ahora procesado.

Según el escrito de Fiscalía, durante el trayecto, Á. H. G. le preguntó a la joven 'si estaba bien', y al contestar ella que no, porque tenía mucho dolor y no podía respirar normal, el sanitario le dijo 'tranquila, respira despacio', insistiendo en que no se durmiera. Seguidamente, guiado por un «ánimo libidinoso», Á. H. G. empezó a tocarla, «subió la camiseta de la joven y comenzó, primero, a tocarla realizando movimientos circulares entre los dos pechos. En un momento dado, el sanitario metió la mano por debajo del sujetador, empezando a tocarle los pechos y pellizcarle, de vez en cuando, los pezones». En un primer momento, la paciente pensó que hacía esos movimientos para que no se durmiera, pero «empezó a asustarse ante lo que estaba ocurriendo».

«El procesado, prevaliéndose en todo momento de la situación de vulnerabilidad de la joven, y mientras le decía 'tranquila, tranquila, no te pasa nada, estás mejor', le soltó el botón del pantalón y le bajó la cremallera del mismo, introduciendo su mano por entre su ropa interior, deteniéndose en sus genitales». La agresión sexual continúo, según Fiscalía, cuando el procesado se puso a la altura de la cara de la mujer de 19 años, quien volvió el rostro hacia el otro lado de la camilla. «Sacó su pene del pantalón, mientras con la otra mano empujaba la cara de la paciente a fin de que se volviese hacia sus genitales, lo que finalmente consiguió, pese a la resistencia de la paciente, que por su situación física tampoco podía realizar esfuerzos. Tras forzarla a abrir la boca, Á. H. G. procedió a introducir su pene en la boca de la víctima, sin que esta pudiera retirarse debido a su estado, hasta que, finalmente llegaron al servicio de Urgencias del HUBU, momento en el cual el procesado cesó en su agresión. Aunque Á. H. G. no eyaculó, la joven sintió «líquido en sus labios, sin poder definir qué era».

La joven, que llegó a España en abril de 2017, había sido atendida con anterioridad en «múltiples ocasiones» al padecer depranocitosis (cuya única cura sería un trasplante de médula de un familiar), y cardiopatía valvular, estando a la espera de un trasplante de las válvulas cardíacas afectadas; «sin que nunca hubiera presentado quejas o denuncias por la atención recibida por los diferentes sanitarios que la trataron en cada ocasión».

Al ser conocido su historial médico en el HUBU, una vez que la bajaron de la ambulancia y pasar a la zona de triaje, la celadora del servicio de noche en Urgencias se ocupó de ella inmediatamente, siendo trasladada a un box para efectuarle las pruebas pertinentes y el examen médico. Es, una vez allí, cuando llega su padrastro al hospital, que se había trasladado en un vehículo particular. Una vez atendida por el médico de Urgencias, la joven le contó a su padrastro lo ocurrido durante el traslado en la ambulancia.

Como consecuencia de los hechos, la mujer sufrió un trastorno por estrés postraumático del que en la actualidad se encuentra en tratamiento. Asimismo, la perjudicada reclama una indemnización de 10.000 euros por daños morales.

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