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Llegó a finales de abril de 2018 y ya se ha convertido en una de las estrellas del Hospital Universitario de Burgos (HUBU). El robot Da Vinci realiza una operación cada dos días, aproximadamente, y en el último año ha firmado 179 de las intervenciones del hospital burgalés.
La mayor parte de estas operaciones se concentra en el servicio de urología, donde han sido 123 las intervenciones realizadas en el último año; sin embargo, también se emplea en otras especialidades: 31 operaciones de ginecología, 18 de cirugía general y siete de otorrinolaringología.
«El robot se basa en dos cosas, el brazo, o sea, la mesa quirúrgica, donde los brazos del robot se pliegan y luego se extienden cuando acabe la operación y luego hay una consola que es donde está el cirujano de consola, que así se llama, que es el que está operando a distancia», explica Emilio Gutiérrez, jefe del servicio de urología del HUBU y uno de los cirujanos formados para el manejo de este robot.
Que el hospital pudiera contar con los servicios del Da Vinci «costó mucho». «El HUBU no estaba incluido en el primer plan» de implantación de cirugía robótica en el que sí entraban los hospitales de León, Salamanca y Valladolid. Pero la insistencia por parte de los profesionales logró que el robot llegase a Burgos solo cuatro meses después que a las otras tres capitales de provincia.
Desde entonces, en el HUBU se ha operado a pacientes de urología, ginecología, cirugía general y otorrinolaringología, pero no se puede utilizar en cirugía infantil. No porque el robot no se pueda usar para ello, que se puede, sino porque ahora mismo no hay ningún especialista en el centro. «Las personas que habían formado para Da Vinci se marcharon del hospital. Ahora están formando gente para que empiecen de nuevo en cirugía infantil», explica el doctor Gutiérrez.
«Donde más se usa es en urología, pero ahora, tras pelear para que no se pare nunca el robot, nosotros lo utilizamos mañana y tarde, queremos que no se pare. Cirugía general va a ampliar las posibilidades, hasta ahora realizaban intervenciones intestinales, ahora van a comenzar también a hacer intervenciones hepáticas y otras modalidades de su especialidad», celebra.
Porque, como bien explica el doctor, «una vez que dominas cualquier aparato tienes más posibilidades». «Siempre con sentido, claro, no vamos a hacer operaciones de fimosis con el robot», bromea. El robot, de origen norteamericano, tiene un coste de un millón de euros, además de su mantenimiento.
En cuanto al coste de estas operaciones comparadas con otras hechas de manera más tradicional, el uso del Da Vinci termina siendo más rentable. «Al principio era muy caro, pero una vez que vas cogiendo el truco cada vez es más rápido y los postoperatorios son mucho mejores. ¿Qué ocurre? Que no es lo mismo tener a un enfermo ocho o diez días ingresado que en 48 horas se va a casa. Probablemente el estudio de costes posterior salga beneficioso para el Da Vinci», explica.
En las intervenciones realizadas con este robot tiene que haber, al menos, dos cirujanos en la operación. El «cirujano de consola», que no está en el quirófano, «que es el que opera en realidad» y el cirujano ayudante, «que es el que está con el paciente vigilando que no ocurra nada», el anestesista, un residente y el personal de enfermería. «Porque a veces surgen cosas y hay que estar ahí para resolverlas», cuenta el cirujano.
Para intervenir con este robot es necesario a un «cirujano de consola». «Es el que está en la consola, es como un aparato para jugar a los marcianitos. De hecho es un 'joystick' lo que manejas. «La ventaja que tiene Da Vinci es que tienes una imagen tridimensional, parece que estás dentro del paciente. Tienes unos pedales para aproximar la imagen o alargarla, tienes muchas opciones. Cuando operas por medio de laparoscopia tienes una pantalla, y ahí hay dos dimensiones: largo y ancho, no tienes profundidad. El Da Vinci tiene profundidad, tienes tres dimensiones, estás muy metido dentro», indica el doctor Gutiérrez.
Pero, ¿qué implica todo esto? «La visión es soberbia. Ves que hay un vaso sangrando, pisas el pedal y ¡pum! lo quemas. Tiene la ventaja también de que no tiembla, cuando estás operando y llevas cuatro o cinco horas operando un cáncer de vejiga grande, lógicamente, nos cansamos y el robot no se cansa. O cuando voy a dar puntos, mis movimientos son más limitados. Y tiene más brazos, tiene cuatro», afirma.
Estos beneficios para los cirujanos van de la mano de los beneficios que el robot otorga a los pacientes. «Hay menos dolor, la suturas se hacen mejor porque tienes mejor visión, lo que implica un postoperatorio más corto y agradable», explica el urólogo. Y aunque a veces se pudiera pensar que los pacientes pueden ser reticentes a que sea un robot el que les intervenga la realidad es justo al contrario: «La reacción es al revés, siempre te dicen 'ah, ¿no me operan con robot?', ese es el pan nuestro de cada día».
En el HUBU se llevan a cabo las intervenciones con Da Vinci de Aranda de Duero, Miranda de Ebro, Burgos, Soria y parte de Palencia, «Hay cirugías que son específicas para el robot», aunque también se pueden hacer abiertas o con laparoscopia. «Una operación de cáncer de próstata se puede hacer abierto, como lo hemos hecho durante 20 años, por laparoscopia, como lo hemos hecho 10 años, o lo puedes hacer robótico. La robótica ayuda, por eso se incorpora a las nuevas cirugías. Aunque hay cirugías que no son para robot, porque no merecen la pena económicamente, pero los enfermos lo demandan, quieren que les opere el robot», cuenta divertido el cirujano, que asegura que igual dentro de unos años todas las operaciones son robóticas.
El robot Da Vinci utiliza instrumental diferente al de los cirujanos, por lo que hay que preparar también todas sus herramientas. El tiempo de operación es similar si se trata de una intervención abierta, de laparoscopia o con el Da Vinci, puesto que este último se tiene que preparar.
Para formar a los cirujanos que se ponen a los mandos del Da Vinci existe un simulador que «pone situaciones para operar». Además, «hay que meter aritos» en distintos lugares, «dar puntos a trozos de tela», etc. «Luego ya tienes simulaciones más reales y después de formarse pasan a ser cirujano ayudante. Cuando ya llevan un tiempo como cirujano ayudante va empezando a hacer algunas cosas con el cirujano de consola y, después de hacer el curso de cirujano de consola en Estrasburgo ya se puede comenzar a operar», explica. Además, cuantas más especialidades se incluyan más cirujanos de consola se necesitan.
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