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Qué raro es ir de sepelio con música de Carlinhos Brown. Sensación extraña, pero divertida. Con el ritmo del brasileño, enseguida, los burgaleses empezaban a mover el cuerpo y a disfrutar de un Entierro de la Sardina multitudinario. Éxito total. El cambio de hora por ... eso de la conciliación familiar resultó satisfactorio y grandes y pequeños, algunos ataviados aún con disfraces, despidieron el Carnaval de Burgos.
Ni Leo Messi fue capaz de frenar la marabunta de gente que se acercó hasta la plaza Huerto del Rey. Su Barcelona volvía a la Champions, pero hay cosas que pueden esperar y una de ellas fue el encuentro de los catalanes contra el Nápoles, donde la fuerza del Vesubio sigue dormida. Y que siga así, que bastante tienen los italianos.
Ese fuego napolitano se trasladó hasta Burgos, donde la música fue la verdadera protagonista. Grandes éxitos de todos los tiempos, a manos de El Cordobés y Pancho DJ, escoltaban a la sardina, que véia, paso a paso, cómo su final se acercaba.
Y esa muerte llegó cuando los Bomberos de Burgos prendieron fuego a la obra de arte de la Asociación de Artistas Plásticos de Gamonal. Había llegado su hora. Las llamas devoraron en pocos minutos la gran réplica y lo que antes había dado color por las calles de la capital empezó a dar calor, además de convertirse en meras cenizas. Por su parte, los bomberos no tuvieron que actuar, tan solo un par de manguerazos para evitar que el humo llegara hasta el público.
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