Muerte en soledad en Burgos: «Este final se veía venir»

A Lucía tuvieron que asistirle por problemas de salud la semana pasada. Su desconfianza le llevaba a cerrar la puerta con varios cerrojos, lo que hizo necesaria la intervención de los bomberos para poder acceder al interior de la vivienda y poder prestarle asistencia médica. Sin embargo, no la trasladaron a un centro hospitalario, según cuentan los vecinos de la zona, «por problemas con el seguro».

«Este final se veía venir», lamentan. Porque aunque la muerte de Lucía se ha catalogado como muerte natural por las autoridades, las pocas personas que mantenían algo de contacto con ella sabían que los acontecimientos podrían desencadenarse con prontitud.

La tiendita de barrio, regentada por Guillermo, era su proveedora de alimentos. A él Lucía le llamaba por teléfono para hacerle el pedido de lo que necesitaba y él era el encargado de subirle los alimentos hasta su hogar.

El pasado 3 de febrero las pocas personas con las que Lucía tenía algún tipo de contacto, directo o indirecto, la echaron en falta. A las 12:40 una llamada a la sala del 1-1-2 de Castilla y León alertó de que hay una persona mayor a la que echan de menos y a la que no saben «si puede haberle ocurrido algo».

Desde la sala de emergencias se avisó a los Bomberos de Burgos, Policía Local y Sacyl. La desconfianza de Lucía obligó a los bomberos, una vez más, a emplearse a fondo. Tuvieron que acceder a la vivienda por la balconada tras romper un cristal. Después, abrieron la puerta para que los sanitarios entraran. Pero ya era tarde para Lucía, que había fallecido, según confirma la Policía Nacional, por causas naturales.

Lucía era una septuagenaria a la que la muerte le llegó en la soledad de su hogar, con la única compañía de sus recuerdos y sus pertenencias. A la que, por suerte, su barrio echó de menos antes de que hubiese sido aún más tarde.