«Muerte digna no es eliminar la vida, es hacer que el enfermo esté aliviado en sus dolores»
Mario iceta, arzobispo de burgos ·
El nuevo arzobispo de Burgos cuestiona la eutanasia como parte del derecho a decidir, recordando que somos seres sociales antes que individuales | Mario Iceta apuesta paliar la escasez de vocaciones religiosas a través de la formación de laicos para que se encarguen de la pastoral en el medio rural
De Bilbao a Burgos. Mario Iceta se convertía el pasado 5 de diciembre en arzobispo de Burgos, en sustitución de Fidel Herráez, y en estas semanas ha ido conociendo no solo la diócesis burgalesa sino la propia sociedad civil y militar de la provincia. En ... las primeras tomas de contacto afirma haberse sorprendido gratamente al encontrase una sociedad acogedora, generosa y con gente dispuesta a echar una mano. Y una Iglesia inmersa en una Asamblea Diocesana que le permitirá avanzar en el futuro.
Iceta es consciente de los retos a los que se enfrenta en Burgos, que no difieren en muchos caos de los que tiene que encarar la Iglesia católica en España. Retos como la falta de vocaciones, la atracción de jóvenes o el desarraigo de la sociedad. Como arzobispo, pero también como licenciado en Medicina, rechaza la eutanasia y que la muerte sea la única alternativa para el enfermo que sufre. También defiende el trabajo de la Iglesia en la denuncia de la pederastia, afirmando que se han dado pasos de gigante para erradicar de raíz estos comportamientos reprobables.
-Cumple un mes como arzobispo de Burgos, ha tenido ya las primeras tomas de contacto, ¿qué iglesia diocesana se ha encontrado?
-Estoy gratamente sorprendido de tantas cosas buenas e interesantes que he encontrado en Burgos. He encontrado gente acogedora, me han recibido con los brazos abiertos, generosa, consciente del momento difícil que vivimos y con interés de arrimar el hombro. A nivel eclesial, me he encontrado con una iglesia que está en Asamblea Diocesana, perfilando cuáles son los retos evangelizadores inmediatos y para el futuro. He encontrado un clero bueno, trabajador, con ilusión. También he pulsado la calle. Pienso que las ciudades se conocen caminando. Ha sido una inmersión realmente gozosa, muy grata y sorprendente positivamente. Burgos es una perla escondida que merece la pena conocer, y darse a conocer más.
-¿Ha notado diferencias entre las diócesis de Burgos y Bilbao, donde ha estado los últimos doce años?
-Las sociedades son distintas, pero más allá de los condicionamientos culturales y las tradiciones, en ambos lugares he encontrado siempre gente bien dispuesta, trabajadora y con ilusión. Gente maravillosa.
-Hablaba antes de que la Iglesia de Burgos se encuentra inmersa en un periodo de Asamblea Diocesana, ¿van a servir realmente las conclusiones y y no se quedarán en el cajón olvidadas, como ocurrió en otras ocasiones?
-Desde luego son para ponerlas en práctica. Es una grandísima oportunidad. Queremos escuchar a esta Iglesia. Qué esperan los burgaleses con respecto a las líneas de evangelización. Por eso debe ser una asamblea con conclusiones eminentemente prácticas. Siempre hay una base teológica, teórica, pero pegados a la realidad. Debemos conocer qué les puede ofrecer la Iglesia de Burgos a las familias, las personas mayores, las personas sin empleo, la ciudad en general. Espero que sean unas conclusiones realistas, prácticas, realizables y que puedan dar fruto.
«Una mayor formación e implicación laical puede ayudar a que en el medio rural haya una presencia pastoral adecuada»
-Uno de los problemas más acuciantes es la falta vocaciones. Los conventos se nos van vaciando, los monasterios también y nos faltan sacerdotes para atender nuestras parroquias. ¿Cómo plantea poner fin a esa falta de vocaciones y garantizar un servicio adecuado en el medio rural?
-El medio rural no es un problema, es un lugar de oportunidades muy importante. Hay medios nuevos, como la fibra óptica, que facilita que haya actividades online y una comunicación diferente, aunque no sustituya la presencia física, que es imprescindible. Ahora es más fácil la movilidad. Se trata de ver cómo se puede configurar la pastoral en el medio rural. No solo los sacerdotes, todos los bautizados están llamados a la misión y, por tanto, debemos ver cómo implicar a los laicos en la tarea evangelizadora y misionera. Y cómo pueden participar en la tarea de sostener la pastoral en esos lugares. Una mayor formación e implicación laical puede ayudar a que en el medio rural haya una presencia pastoral adecuada a sus necesidades.
-¿Para cuándo la mayor implicación de los laicos en los órganos de toma de decisiones?
-Existen los órganos de corresponsabilidad. A nivel de las parroquias son los consejos pastorales parroquiales. Están las unidades de acción pastoral, que habrá que chequearlas y ver cómo organizarlas. Y también está el Consejo Pastoral Diocesano, con implicación laical. En estos órganos, la representación laical es muy importante y su voz es tenida en cuenta. La Asamblea Diocesana me parece de especial importancia para escuchar al laicado y para que lo que se sugiera sea luego llevado a la práctica.
-Y lo mismo le pregunto con respecto a la presencia de la mujer en la iglesia. Está muy presente en labores de sostén, apoyo y asistencia social, pero no en órganos de decisión. ¿Para cuándo vamos a dar ese paso?
-Los laicos son hombres y mujeres. Hay que aprovechar al máximo las posibilidades que nos ofrecen estos órganos de corresponsabilidad, donde la presencia de la mujer es muy importante, para que sea también una voz escuchada, a tener en cuenta, y enviada a la tarea de evangelización. Por eso, potenciar estos órganos donde hay más mujeres que hombres es uno de los caminos para la implicación de la mujer en la tarea de la evangelización.
-¿Para cuándo una mujer sacerdote o arzobispo?
-Pablo IV, Juan Pablo II y el papa Francisco han hablado claramente de que la ordenación sacerdotal, por razones teológicas, no sociológicas ni culturales, está reservada al varón. Hay una dimensión esponsal Cristo-Iglesia, varón-mujer y eso también se refleja en la relación entre el ministerio pastoral y la iglesia. La ordenación está reservada a los varones, pero no por una no valoración de la mujer, sino por profundas razones teológicas.
-¿Y este tipo de planteamientos no son los que ayudan, en cierto modo, a que se mantenga ese desapego entre la sociedad y la Iglesia católica, que cada vez es mayor?
-No pienso que ese sea uno de los temas fundamentales. Muchas veces no se conocen las razones profundas, esos documentos en los que los papas han dado las razones... No se basan en la minusvaloración de la mujer en la Iglesia, sino en razones teológicas profundas, arraigadas en la tradición de la Iglesia, y pienso que muchas personas desconocen esas razones y les invitaría explorarlas para conocer los motivos teológicos.
-¿Cómo atraemos a los más jóvenes y aquellas personas que se han ido desvinculando de la Iglesia católica?
-Es una cuestión de lenguaje, ante todo. Las generaciones cada vez son más cortas, hay un mayor salto generacional y la sociedad fluye de un modo vertiginoso. Habría que ver el modo de tener un lenguaje que se haga comprensible a las nuevas generaciones y unas propuestas, que no dejan de ser Jesucristo y el Evangelio, que sean significativas para los jóvenes. La juventud es una época muy convulsa, de ideales y la pastoral juvenil es muy inestable. Debemos de conocer la realidad de los jóvenes y ver cómo el mensaje de Jesús, que es atractivo para todo corazón y que en un momento de dificultad da luz y esperanza, hacerlo comprensible para las nuevas generaciones.
«En estos últimos 10 años la Iglesia ha dado pasos de gigante para erradicar de raíz cualquier actitud totalmente reprobable»
-¿Considera que han purgado de manera adecuada pecados como la pederastia o simplemente se ha intentado correr un velo, dejarlo atrás?
-Curiosamente este tema se pone encima de la mesa el Año Santo Sacerdotal. El Papa Benedicto XVI elabora la primera legislación, Sacramentorum Sanctitatis Tutela, donde incluye el concepto de tolerancia cero. Que las denuncias se investiguen hasta el fondo. Ese camino que se inicia en 2010, el papa Francisco lo ha profundizado. El último documento, que se titula Vos estis lux mundi, obliga a todas las diócesis a tener una oficina de fácil denuncia, en la que se respete el derecho a la intimidad y al honor, con garantías procesales para llegar al fondo de la verdad y actuar en consecuencia. En estos últimos 10 años la Iglesia ha dado pasos de gigante para erradicar de raíz cualquier actitud ciertamente dolorosa y totalmente reprobable de estos actos y se han puesto en marcha en todas las diócesis estos mecanismos con personas de alta competencia.
-Se acaba de aprobar la ley de la eutanasia, ¿no cree que ayudar a buen morir es caridad cristiana?
-A morir ya nos lo dan todo hecho, no hay que apuntarse en ningún sitio. La medicina siempre ha buscado curar, aliviar y consolar. Curar cuando sea posible. Aliviar cuando no lo sea. Ahí están los paliativos, para casos incurables pero no intratables; se puede aliviar el dolor, el sufrimiento. Y siempre acompañar, consolar. Ahora aparece un cuarto supuesto que es eliminar la vida, algo que es ajeno a la medicina. En médico está para ayudar a vivir y, en los momentos en los que llega el final de la vida, para asistir, sin provocar la muerte, sino aliviando y consolando y haciendo que ese momento tan importante de la vida sea asumido en las mejores condiciones posibles. Muerte digna no es eliminar la vida del enfermo, es hacer que la persona esté aliviada en sus dolores (hay un amplio arsenal terapéutico para ello, incluso al sedación profunda). Hay que aliviar sufrimientos existenciales (angustia, miedo, desesperanza, soledad). El lugar en el que se quiere fallecer, mejor en el propio domicilio rodeado de los seres queridos, con los objetivos de la vida realizados, con la compañía espiritual que necesita. Eso sí es la muerte digna.
«Si queremos mejorar la muerte de los enfermos la eliminación de la persona que sufre no es el camino adecuado a la dignidad»
Decir que la única salida es la muerte nosotros pensamos que hay otros caminos. La muerte va a llegar pero siempre se puede hacer algo por el enfermo y su entorno, por consolar, aliviar, acompañar, sostener. Y eso lo hace la medicina paliativa. En España no hay una ley de cuidados paliativos y la asistencia es deficiente, lo mismo que la formación del personal sanitario. Si queremos realmente mejorar el momento de la muerte de los enfermos hay mucho camino por hacer y la eliminación de la persona que sufre no es el camino adecuado a la dignidad y al don que supone toda persona.
-¿No tiene cabida el derecho a decidir sobre la propia vida?
-Hay un derecho a decidir pero es curioso que uno decida lo que va a erradicar el derecho a decidir, no deja de ser una contradicción. El derecho a decidir tiene muchos condicionantes, pues yo no he decidido en qué época he nacido, a mi familia, aspectos importantes de la vida. La libertad es un elemento fundamental pero está sumergida en una urdimbre de relaciones. Mi vida no es solo para mí sino también para los demás. El que tú existas es importante también para mi vida, que no es la misma contigo que sin ti. Por tanto, eso de que la vida es mía y solo para mí habría que ponerle matices, porque tu vida es para los demás y se entrelaza con la vida de otros y tu fallecimiento deja huecos grandes en la vida de otros.
-Precisamente, el papa Francisco ha afrontado algunas de estas polémicas con una perspectiva más abierta (por ejemplo, el matrimonio homosexual) y, por ello, se le ha tildado de progresista y ha recibido la desaprobación de parte del clero. ¿Qué opina usted de los que proponen que no se debería acatar las propuestas del santo padre?
-El papa se sitúa en continuidad con el magisterio de los papas anteriores. La Iglesia, como es católica, está abierta y acoge a todas las personas. Hace tiempo que se tratan cuestiones que están más en boga, como puede ser el matrimonio homosexual (aunque a mí me gusta más hablar de personas con diversidad afectiva, porque la persona es mucho más que su sexualidad, es hijo o hija de Dios ante todo). Lo que quiere hacer la Iglesia es ayudar a esas personas, mostrarles un camino e invitarles a recorrerlo. Al margen de ideologías porque a la Iglesia no le importan las ideologías, le importan las personas. La Iglesia está en plena comunión con el papa y cuando va abriendo camino nos lleva de la mano y estamos con él, para sostenerle y acoger su ministerio y llevarlo a la práctica. No no me parece que existan esas tensiones. Es verdad que somos 1.200 millones de católicos y que, como en toda familia, puede haber gente que esté más adelantada o rezagada. Hay diferentes sensibilidades pero vamos de la mano del santo padre, que nos trae caminos nuevos de evangelización para acercarnos a las personas.
-Ya ha tenido contacto con Cáritas Diocesana, ¿cuál es el camino que se marca para la entidad?
-Ha sido un primer contacto práctico, me reuní con familias que necesitan la ayuda de Cáritas. El camino es dar respuesta a las necesidades socioeconómicas de las familias. Personas que tenían sus pequeños comercios pero no han podido seguir, que estaban trabajando pero se han quedado sin empleo. Tiene diversos programas (apoyar el trabajo, atender a quienes no llegan a fin de mes, la pobreza energética, la acogida de mujeres con dificultades, acompañar a inmigrantes y refugiados, asistencia a familias para reducir la brecha digital, plan de alimentos, los economatos...) que va a haber que sostener porque todavía nos quedan tiempos duros. Ahora vivimos con al esperanza de la vacuna, pero se tardará meses en ir vacunando a la población, y las consecuencias económicas y sociales va a llevar más tiempo solventarlas y Cáritas quiere estar ahí.
-Con esta pandemia, ¿la sociedad ha estado a la altura de las circunstancias?
-Hay de todo. Hay personas que han dado lo mejor de sí, como sanitarios, voluntarios, los servicios de limpieza, gente de los supermercados, fuerzas de seguridad, servicios sociales... muchísima gente ha estado a la altura. También vemos muestras de irresponsabilidad, personas que piensan que esto no va con ellos, que se ponen en riesgo y ponen en riesgo a los demás. En la mayoría de la población hemos visto actitudes muy loables, dignas de admiración. Viendo que todavía faltan unos meses para que consigamos la inmunidad de grupo, tenemos que seguir siendo cuidadosos y responsables, colaborando a que la gente no se contagie, como un acto de caridad y de amor hacia los demás. No es solo que no me contagie sino que no sea vector de contagio.
-¿Las celebraciones religiosas son seguras? Porque ha habido polémicas, por ejemplo, con su toma de posesión, y seguimos notando que hay gente reacia a acudir a la iglesia
-No se ha descrito ningún caso de contagio en celebraciones religiosas. Nosotros siempre hemos atendido a las normas sanitarias que se nos han dictado, escrupulosamente. Hasta tres días antes de la toma de posesión, la limitación de aforo en los templos era de 15 personas en Burgos (y así se había dispuesto). Iba a ir a la Catedral con el obispo saliente, el Nuncio y los doce miembros del Colegio de Consultores. Desmontamos toda la celebración. Yo iba a venir con 62 invitados (entre amigos cercanos e íntimos) y tuve que decirles, no vengáis, algunos con los billetes sacados y todo. Tres días antes cambió y lo que hicimos fue acogernos a la nueva normativa, que preveía un 50% de aforo. La Catedral tiene 19 capillas, el aforo total estimado es de 2.000 personas, pero en mi toma de posesión estuvieron 230 personas. No llegó al 23% del 50% que preveía la ley, con distancia, con mascarillas, con las puertas abiertas. No entramos en polémicas sino que cumplimos la ley, sin ningún tipo de excepción.
-Burgos es una diócesis muy misionera, ¿qué programa tiene pensado desarrollar con ellos?
-Hay más de 600 misioneros en el mundo y Burgos sigue siendo un referente misionero en toda España. Mantendré reuniones con ellos para conocer sus necesidades y cómo seguir fomentando la animación misionera. Una Iglesia es misionera por naturaleza y espero poder seguir potenciando esa realidad porque es signo de la vitalidad de la propia diócesis.
-Este 2021 estará marcado, de manera especial, por la celebración del VIII centenario de la Catedral de Burgos. ¿Cómo deberíamos afrontarlo la sociedad burgalesa? ¿Qué significa?
-Ochocientos años significa el testimonio de fe, de esperanza y de amor. Una catedral, como cualquier edificio, es una realidad viva. Se ha ido haciendo durante siglos y es testimonio de la cultura de una sociedad. Es un edificio que es testigo de una historia y está al servicio de la sociedad. La Catedral no debe verse como una meta, sino como un principio, ocasión para dinamizar la economía de Burgos, su cultura, la participación...
«Faltan unos meses para que consigamos la inmunidad de grupo, tenemos que seguir siendo cuidadosos y responsables, colaborando a que la gente no se contagie, como un acto de caridad y de amor hacia los demás»
-Como presidente del Patronato de la Fundación se ha encontrado con algunos problemas en cuanto a la financiación, ¿por qué la diócesis ha dejado que este evento tan importante esté gestionado por una fundación 'externa'?
-No es externa. Los patronos son tres, pero dos son eclesiásticos: la Diócesis y el Cabildo Catedralicio. Se quería una implicación muy amplia de toda la sociedad y se ofreció a diversas administraciones constituir el patronato. Al final, se sumó la Cámara de Comercio e Industria. Luego están los patronos honoríficos y lo que siempre se ha intentado es aglutinar a todos el tejido social, cultural, económico, religioso y se ha conseguido. Ciertamente, en la última reunión del Patronato hubo una disparidad de criterios sobre el equilibrio de las aportaciones públicas y privadas. Los técnicos tienen que decir cómo tiene que ser esa proporción de aportaciones. No tiene más trascendencia, es una cuestión técnica.
-¿Tiene esperanzas en que el Papa Francisco pueda venir a Burgos en algún momento, aprovechando el Año Jubilar de la Catedral, su coincidencia con el Año jacobeo y el VIII Centenario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán?
-Yo voy a hacer la gestión a diversos niveles, aunque hay que ver cuáles son las prioridades del Papa Francisco. Ha repetido en innumerables ocasiones que sus prioridades son las visitas a países con grandes dificultades, y es una decisión loable que muestra ese corazón de especial dedicación a los pobres y sufridos de la tierra. Sería un honor que viniera a Burgos, pero está invitado por muchas diócesis en España: Santiago de Compostela porque es Año Santo; Ávila, por Santa Teresa de Jesús; San Sebastián, por Loyola como Jesuita... Sabemos que Burgos lo lleva en el corazón, si viene será un motivo grandísimo de alegría, pero si no viene comprenderemos sus razones.
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