Juan Vallejo fue durante más de 20 años, el pintor exiliado de Burgos. La censura a su obra en 1976, provocó que se impusiera su propio exilio. No perdonó a quienes le hicieron abandonar su ciudad con dolor y prometió volver cuando Burgos fuera una ... ciudad libre. El célebre pintor burgalés Juan Vallejo, ha muerto este lunes a los 74 años en Madrid. Su obra más reconocida fue el encargo que le hicieron los monjes de San Pedro Cardeña para la Escalera Imperial en el monasterio aunque su nombre es famoso en el mundo entero.
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El artista nació en Burgos en 1949 y vivió en ciudades como París y Roma en los años 70, formándose en distintas disciplinas artísticas. Pintó obras como el golpe de estado de Tejero en 1981, 'El golpe', un cuadro de siete metros que realizó recluido en su estudio de Burgos. Una obra que da idea de las dos Españas.
El mundo de la cultura burgalesa ha perdido a uno de sus referentes más importantes de las últimas décadas. Irreverente, corajudo, genio y figura, como dice el refrán, Juan Vallejo de Lope ha sido un artista políticamente incorrecto, como deben ser todos los artistas, y un referente local e internacional en el arte de los siglos XX y XXI.
Vallejo nunca ha sido conformista. Corpulento, rápido de reflejos, de voz potente y un pelín autoritario, el burgalés de Gamonal tuvo que auto exiliarse para no caer en la tentación de ser incorrecto con una clase política burgalesa con la que siempre fue crítico y en ocasiones ácido. Entre sus coetáneos [los artistas son muy introspectivos] o generó adhesiones firmes y sólidas o críticas abiertas.
Pero más allá de esas relevantes y altisonantes lanzas, sobre todo contra políticos de todos los colores, siempre fue un hombre comprometido con la sociedad a través del arte.
Su primera exposición la realizó en un lejano 1986 en el Arco de Santa María en Burgos. Desde entonces galerías y salas de arte de Europa y el mundo han albergado sus obras. En su madurez profesional recibió el Premio Nacional de Acuarela Caja de Madrid, en 1981.
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Con su halo de inconformista, y pegado a su personalidad, también era un místico laico; su obra más laureada e importante esta en los monasterios. Porque un monasterio para Vallejo era muchísimo más que un lugar de culto o de rezo sistemático. Era oración en el sentido puro de relación con la trascendencia. Y aunque no quiso saber nunca nada de religiones, los silencios de San Pedro de Cardeña quedaron plasmados en la bóveda de la escalinata imperial en 1971.
Y en Santo Domingo de Silos donde plasma la mística que siempre le ha acompañado con la decoración de la Sala Capitular y el Refectorio, en los años 90. Entonces se reconcilia con su pasado, con su ciudad y con su barrio de Gamonal que nunca abandonó.
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El pintor ha recibido numerosos premios en el ámbito internacional y nacional a lo largo de su prolífica trayectoria. Involucrado en proyectos sociales, llevó a cabo varios talleres artísticos en la prisión de Burgos. En la ciudad que le vio nacer realizó decenas de muestras y exposiciones de su pintura, a pesar de que durante muchos años llegó a estar vetado por motivos ideológicos.
Tampoco tuvo problema en pronunciarse en contra de las nuevas puertas de la Catedral de Burgos, llegando a recoger firmas para frenar el proyecto de Antonio López. Su pérdida deja un vacío enorme en el ámbito cultural burgalés, del que Vallejo es uno de los máximos referentes.
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En 1969, realiza una exposición de más de doscientas obras en los claustros del antiguo monasterio de San Juan, en Burgos; este escenario sería testigo de su primera retrospectiva en 1973 y del adiós de 1976, fecha en que una de las obras allí expuestas fue censurada, la cual provocó el «exilio» de su ciudad durante 20 años.
En el año 2005 Patrimonio Nacional adquirió una de sus piezas más emblemáticas, formando parte desde entonces sus obras de las colecciones estatales. Su última exposición 'Gótico' la realizó en Burgos, en el Arco de Santa María en el año 2022.
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Como escribe Eduardo Munguía, «desde muy joven alternó sus clases de Bachillerato y Preuniversitario con la necesidad irrenunciable de pintar, incluso con los medios más precarios. Sus primeras exposiciones decían mucho de telas de arpilleras finas encoladas, por cuyas tramas la carga de la textura sujetaba unos personajes delatores de injusticias. Ya en aquella época de la década de los sesenta, Vallejo se había comprometido con la defensa y reivindicación de la democracia y las libertades públicas». Actualmente convivía en Madrid con su esposa.
Su familia realizará el acto de despedida en Madrid en la intimidad. El equipo de BURGOSconecta se une al dolor de su familia y de la ciudad que le vio nacer. Descanse en paz.
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