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La Semana Santa de Burgos es tradición, es devoción, es pasión, es arraigo. Se define por su gente, por su cultura, pero también por las lágrimas de emoción de cofrades y costaleros que aguardan todo el año para levantar con sentimiento los pasos procesionales habituales en estas fechas.
Y, sobre todo, se describe por sí misma gracias al inigualable espacio en el que se desarrolla. Es por esta y muchas otras razones por las que se ha convertido en la Semana Santa más visitada de Castilla y León, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional desde el año 2013.
Este 2025, la Junta de la Semana Santa y el Ayuntamiento de Burgos pretenden ir más allá y han puesto en pie una campaña para que su nombre se incluya en la lista de Fiestas de Interés Turístico Internacional.
No obstante, la festividad de la capital, que tiene lugar entre el 13 y el 20 de abril, celebra con orgullo esta nueva edición, que cumple doce años en posesión del título a nivel nacional.
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Antigüedad, continuidad, arraigo y originalidad son los cuatro puntos sobre los que se asienta cualquier fiesta de estas características, según destaca el Ministerio de Industria y Turismo de España, en suma con otras condiciones técnicas. Y merece la pena ser vista por desenvolverse en un «marco mágico» envuelto en «un patrimonio precioso» con la catedral como «madre que nos acoge y nos abraza a todos», considera Jaime Prado, portavoz de la Junta de la Semana Santa burgalesa.
«Burgos es ciudad de fe», sostiene Prado. Y la Semana Santa es un período «de sentimiento y pasión» representado en la ciudad «por su rico patrimonio y tradición». Esa es la cuestión principal que determina el arraigo de la ciudad a dicha fiesta nacional, según Jaime.
Símbolo de consolidación es también la extendida participación de los burgaleses en las procesiones y costumbres que se realizan durante la Semana Santa. De ello se encargan las 16 cofradías existentes en la capital, que suman un total de «2.000 cofrades aproximadamente» sin contar las hermandades. Ellos son el pilar que sostiene los eventos de la festividad burgalesa.
El portavoz de la Semana Santa destaca también la presencia de niños y jóvenes en las tradiciones, por ser una parte representativa de los miembros de las citadas agrupaciones. «La Semana Santa es una semana en la que la familia es importante», apunta Prado. Incluso, según él, muchas veces son los niños los que introducen a «toda la familia» en una cofradía.
El BOE añade otros dos de los requisitos para que una fiesta sea declarada de Interés Turístico Nacional: la antigüedad y la continuidad en el tiempo. En lo relativo a la Semana Santa de Burgos, la primera de estas dos condiciones viene determinada por el año de nacimiento de su cofradía más longeva en activo.
Se trata de la Cofradía Virgen de la Alegría, que inició su andadura en 1726, por lo que al año que viene cumplirá 300 años de trayectoria. A esta le sigue la Archicofradía del Santísimo Sacramento y de Jesús con La Cruz a Cuestas, que nació en el año 1794. Pero no son las primeras congregaciones de esta tipología que se crearon en Burgos. La primera cofradía fue la de Santa Cruz, que data, según la Junta de Semana Santa, de 1118, no obstante, se disolvió.
La nombrada festividad nacional, al igual que en toda España, tuvo una pausa en Burgos con motivo de pandemia por covid. Esta razón impidió que se procesionara durante los años 2020 y 2021 en la ciudad. No obstante, dicho parón no afectó al título de Bien de Interés Nacional, ya que este le fue concedido a la capital en 2013.
Para decretar la continuidad en el tiempo de la fiesta de Burgos, habría que tener en cuenta un período relevante según el portavoz: la década de 1940, que fue cuando «se adjudicaron las imágenes de Semana Santa a las cofradías». Además, apunta otro momento, la celebración de 2022, fecha en la que RTVE documentó las procesiones burgalesas, un acontecimiento que les dio impulso para luchar por el título de Bien Internacional.
La originalidad de la fiesta es otro de los imprescindibles para ser considerada de Interés Turístico Nacional. En este sentido, de las muchas que se celebran, Prado destaca dos procesiones de Burgos: la del Encuentro por ser «la más íntima y especial» y la del Santo Entierro, según su criterio, «una de las más bonitas de ver».
La primera de ellas se lleva a cabo el día de Jueves Santo. En ella participan dos cofradías, quienes llevan a cuestas las imágenes de Jesús cargando la cruz y de Nuestra señora de los Dolores. Cada figura realiza un recorrido y, al final del itinerario, se encuentran.
La en la del Santo Entierro, en cambio, intervienen todas las cofradías de la capital. Se realiza en Viernes Santo y durante su celebración, salen a la calle un total de 18 pasos procesionales.
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