La oferta de urnas es muy amplia. GIT

Casi la mitad de los fallecidos en Burgos son ya incinerados

Tras la pandemia, el ratio de incineraciones se ha disparado un 10%. Aún así, Burgos es uno de los territorios donde más se sigue apostando por la inhumación

Sábado, 28 de octubre 2023, 09:20

Cada vez son más los burgaleses que apuestan por la incineración para despedir a sus seres queridos. De hecho, a pesar de que la cremación todavía no alcanza por poco las cifras de inhumación en Burgos, se trata de una opción al alza en las ... últimas décadas, sobre todo tras la pandemia de la covid-19, durante la que se registró un importante incremento.

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Así lo demuestran los registros del tanatorio San José, principal referencia en la ciudad. A principios de siglo, cuando se instalaron los primeros hornos crematorios en la provincia, el ratio de incineraciones era ínfimo y fue creciendo de manera paulatina hasta alcanzar un índice de alrededor del 35% en 2019. Entonces, llegó la pandemia, y el índice de cremación en Burgos se disparó casi 15 puntos hasta el 49%.

45% Ratio de incineraciones

Tras aumentar en casi 15 puntos el índice de incineraciones durante los momentos más complicados de la pandemia, alrededor del 45% de los fallecidos en Burgos son cremados hoy en día.

Superada esa crisis sanitaria, el ratio de incineraciones descendió, pero a día de hoy se mantiene en el entorno del 44%-45%, según explica el gerente de San José, Alfonso Martínez, quien recuerda que durante los momentos más duros de la pandemia tuvieron que asumir la gestiónn de fallecidos en Madrid ante el colapso del sistema de la capital.

Ahora mismo, en todo caso, el índice de incineraciones es «muy similar» al que se observa en la práctica totalidad de Castilla y León, un territorio en el que la tradición continúa siendo un factor decisivo.

«Generalmente, la decisión de si incinerar o inhumar tiene que ver con la tradición familiar». Y aquí, la inhumación continúa siendo mayoritaria, aunque por poco, mientras en otros territorios como Málaga o Alicante, más del 80% de las familias se deciden hoy en día por la incineración, explica. «En muchos casos», añade Martínez, «depende de si la familia ya tiene sepultura propia o no».

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A partir de ahí entran en juego otros factores que, a su juicio, no son determinantes, como el precio. De hecho, subraya, la diferencia de coste entre incinerar o enterrar, teniendo en cuenta todo lo demás, no difiere tanto en Burgos. Actualmente, tras el incremento asociado por el alza de los precios del combustible, el precio de la incineración oscila entre los 600 y los 800 euros en la provincia.

Última despedida

Lo que no cambia es el proceso en sí. Así, tras la ceremonia de despedida, los féretros que se van a inhumar inician el camino hacia el camposanto, mientras los que van a ser incinerados se dirigen hacia la sala de cremación.

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Burgos capital cuenta con cinco hornos crematorios. GIT

Allí cabe la posibilidad de que los familiares más cercanos asistan a una «última despedida» en caso de que así lo pidan antes de que el féretro se introduzca en el horno. Una vez encendidas las llamas, la incineración material se prolonga durante un periodo de entre dos horas y media y tres horas.

Cuando se enfría el horno, se recogen las cenizas y se guardan de manera aséptica en la urna que haya elegido la familia, a quien se le entregan los restos. Y es que, los tanatorios son «el último eslabón de la cadena sanitaria», puntualiza Martínez.

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Varias opciones

En todo caso, a partir de ahí es la propia familia la que decide qué hacer con las cenizas. «Hay quienes las entierran en la sepultura familiar, quienes se las llevan a casa y quienes las guardan en un columbario como el nuestro, donde actualmente tenemos los restos de más de 800 personas», explica Martínez al tiempo que recuerda que «legalmente no se pueden echar las cenizas en cualquier lugar».

De hecho, insiste, esta práctica está en realidad muy restringida, aunque cada vez hay más ayuntamientos en la costa que permiten arrojar los restos incinerados al mar previa solicitud y pago de la correspondiente tasa. «En algunos lugares de Asturias o País Vasco, por ejemplo, se puede hacer», pero los ejemplos llegan casi a cuentagotas y en el caso de Burgos no es una práctica permitida, recuerda.

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