La especulación en torno a la obligatoriedad del uso de mascarillas no ha dejado de crecer en las últimas semanas, pero la confirmación llegaba ayer por la tarde, cuando el Gobierno y las comunidades autónomas acordaban en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud ... ampliar su uso, no solo en autobuses, metro, tren y taxi, sino también en espacios cerrados y en la vía pública cuando no sea posible garantizar la distancia mínima de dos metros. Sin embargo, aunque hasta ahora llevarlas solo fuese una recomendación, su utilización se ha ido ampliando día tras día y cada vez son menos los burgaleses que salen sin su mascarilla.
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BURGOSconecta ha comprobado este martes que la excepción en el centro de la capital son quienes no la llevan y que la mayoría, tanto para pasear como para realizar sus compras, prefieren ponerse algún tipo de protección. Muchos desconocían esta mañana que próximamente entrará en vigor la norma que las hará obligatorias, pero aún así confiesan que «salen siempre con ella». Un vecino del centro de Burgos manifiesta que «debería haber sido de uso obligado desde que dejaron salir a la gente» porque, considera, «es la única forma de protegernos todos y de ir seguros». Reconoce que suele utilizar de tipo quirúrgico y que las consiguió en la farmacia. Como él, muchos optan por estas mascarillas que son sencillas y fáciles de adquirir. «Yo la lavo con alcohol y agua y me la vuelvo a poner», explica una vecina de la avenida del Cid que, además, no duda en afirmar que lleva saliendo con mascarilla «varias semanas».
Aunque las más extendidas son las FFP2 y las quirúrgicas, las calles son una «pasarela» de protecciones de todas las clases. Es habitual ver pantallas de plástico a modo de visera, sobre todo entre los comerciantes, y también modelos más caseros, confeccionados con diferentes materiales y colores. Aunque muchas no pasarían la homologación, todo sirve para cubrirse la boca y la nariz: «El caso es que todos vayamos tapados para no contagiarnos, un médico no podría trabajar con la que yo llevo pero para salir hace su función», declara una mujer cubierta con una mascarilla de tela hecha, según cuenta, por ella misma.
A pie de calle muy pocos son partidarios de que la protección sea voluntaria. Sin embargo, hay quien se muestra contrario a la norma porque «es suficiente con tener cuidado y respetar la distancia, hay gente que no puede respirar bien con la mascarilla puesta y para salir a caminar o a hacer deporte es imposible», argumenta. Además, señala que «cuando llegue el calor va a ser insoportable salir con mascarilla al aire libre». Son escasas las opiniones en contra de esta protección higiénico-sanitaria que, para la mayoría, constituye un alivio y que aporta «más seguridad» de cara a retomar la rutina y la ansiada «normalidad».
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