Las máquinas regresan al Parque Tecnológico de Burgos

Pero esta vez, todo apunta a que será la definitiva, según aseguran desde la Junta de Castilla y León, que después de superar el enésimo quebradero de cabeza, adjudicó meses atrás la conclusión de los trabajos de urbanización a la UTE formada por OHLA y Padecasa por un presupuesto de 19,8 millones de euros y un plazo de ejecución de 24 meses desde la firma del acta de replanteo.

Según confirman fuentes de la Consejería de Economía de la Junta, impulsora del proyecto a través del Instituto para la Competitividad Empresarial (ICE), dicha acta se rubricó hace apenas unos días, lo que ha permitido que ya empiece a verse movimiento en la zona.

De momento, eso sí, la actividad es menor. Así, los primeros trabajos se están centrando en la revisión exhaustiva de toda la obra ya ejecutada años atrás para comprobar su estado de conservación.

Asimismo, la UTE ha comenzado a hacer acopio de maquinaria y materiales, se han señalizado las obras en la N-120 a su paso por la zona y se han empezado los primeros movimientos de tierra en el sector oriental con el objetivo de instalar las acometidas subterráneas.

En principio, y a falta de programar la preceptiva visita institucional, desde la Consejería de Economía adelantan que el movimiento en el entorno irá a más a medida que avancen las semanas, con el objetivo de acelerar el ritmo de un proyecto que lleva atrapado en el fango demasiado tiempo.

De hecho, la idea de levantar un parque tecnológico en Burgos comenzó a plantearse hace 20 años. Entonces, la Junta, siguiendo el ejemplo de Boecillo (Valladolid), diseñó un polígono industrial llamado a ser referente en la comunidad. Sin embargo, todas y cada una de las previsiones lanzadas desde entonces se han acabado estrellando.

El primer contratiempo llegó en 2011. En aquel momento, la justicia obligó a paralizar las obras a raíz de un recurso interpuesto contra el proyecto por el Ayuntamiento de Cardeñajimeno y la Junta Vecinal de San Medel. Para entonces, Isolux Corsán, la primera adjudicataria del proyecto, había ejecutado alrededor del 60% de la primera fase y se vio obligada a retirar la maquinaria.

Esa situación se prolongó durante cinco años hasta que la Junta finalmente alcanzó un acuerdo con los recurrentes y desbloqueó la ejecución de las obras. No obstante, el proyecto se estrelló entonces con otro contratiempo, ya que la empresa entró en concurso de acreedores, obligando a la Junta a activar el 'plan c.'

Un plan que se cimentó en la revisión del proyecto y en la encomienda a Tragsa para que culminara los trabajos en 2019. Pero lo cierto es que la empresa pública apenas llegó a mover ni un metro cúbico de tierra, ya que un recurso ante el Tarcyl por parte de la Cámara de Contratistas volvió a paralizar los trabajos, obligando a la Junta a volver a licitar el proyecto y arrancar el proceso administrativo de nuevo.

Finalmente, dicho proceso culminó meses atrás con la adjudicación de los trabajos a OHLA y Padecasa, que tienen dos años por delante para completar la urbanización de las 62 hectáreas contempladas en la primera fase de un área industrial llamada a suponer un impulso empresarial para Burgos.