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Hoy es el Día de Castilla y León, sí. Y de San Jorge. Pero también es el Día Internacional del Libro, y como viene siendo habitual, los libreros han decidido sacar sus títulos a la calle. Y como quiera que la meteorología ha acompañado a la jornada festiva, los burgaleses han respondido a la llamada. Parece que la literatura, por mucho que algunos lo quieran negar, sigue en muy buena forma.
Ya desde primera hora de la mañana, la Plaza Mayor se ha convertido en un hervidero de actividad. Allí, las doce librerías participantes en la cita este año montaban sus stands. El espacio, en esta ocasión, se ha visto reducido merced a las obras de reforma que se están acometiendo en el entorno, pero al final, esa circunstancia no ha sido un problema, ni mucho menos.
Tampoco lo ha sido la meteorología. Cierto es que las predicciones señalan posibles tormentas a lo largo del día, pero por el momento, el sol es el indiscutible protagonista de la jornada. Y ya saben, en cuanto asoma el astro rey en estos lares, la gente sale a la calle. «Es fundamental», recalca Lucía de Santiago Rodríguez. «Si tenemos buen tiempo, lo reventamos. Si no, sólo vienen los más fieles», explica. Y hoy, añade, «no damos a basto» para atender a todos los clientes.
Lectores empedernidos, lectores esporádicos, niños atraidos por historias de superhérores, dragones y niñas rebeldes o simples curiosos se concentran en torno a los muestrarios de las librerías. Esa amalgama es quizá una de las señas de udentidad en una jornada que no tiene un perfil de cliente definido.
Cierto es que el descuento del 10% aplicado en todos los títutlos es el denominador común para todos, pero un día como hoy se vende de todo. Desde la última novela de María Dueñas, recién salida de la imprenta, hasta libros de pegatinas, el ya habitual 'Patria' o tebeos de Ibáñez. Quizá, en esta ocasión, las historias feministas estén asumiendo cierto protagonismo, pero la oferta y la demanda son tan heterogéneas que es imposible apuntar a un solo título.
En algunos casos, explica De Santiago, los clientes habituales acuden a la cita con la lista de deseos bien definida y con el objetivo de ahorrarse unos euros con los descuentos. En otrs muchos casos, la compra llega por simple coincidencia en mitad de un paseo en un día festivo.
Sea como fuere, lo cierto es que se vende. «Para nosotros es muy importante. Al final, los libreros tenemos dos días al año para salirnos de la norma y hacer descuentos, y, tal y como están las cosas, eso anima mucho», señala De Santiago.
Una impresión muy similar mantienen el resto de libreros, como Pedro San Román, de Viñetas, quien considera que una cita como la de hoy sirve, no solo para «vender», sino también para «sacar el libro a la calle» y recordar a los ciudadanos que la literatura sigue viva, a pesar de la crisis y la incidencia de la piratería del libro digital.
Con todo, un año más, la cita ha estado complementada con rosas. Y es que, la Asociación de Floristas de Burgos (Flojabur) ha vuelto a tender puentes con el colectivo de libreros y ha instalado un stand en la feria. «A todo el mundo le gusta un libro y una flor», explica David Ruiz, vicepresidente de Flojabur.
Asimismo, y para mantener la atención de los más pequeños, no podían faltar los talleres infantiles. En esta ocasión, ha sido la asociación Parafernalia la encargada de desarrollar dos pequeños cursos de manualidades titulados 'Silencio, se lee'.
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Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
José A. González y Álex Sánchez
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