Caballos, herreros, arqueros y cetreros. Curtidores, cocineros, comerciantes, algún bufón y muchos caballeros. Damas de alta alcurnia, con sus esmerados tocados, observando justas de guerreros legendarios. ¡Ah!, y el Cid y doña Jimena, que no podían faltar a su cita a orillas del Arlanzón.
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El ... centro histórico de Burgos retrocede durante todo este fin de semana a la Edad Media con motivo de las jornadas 'Jimena y la Leyenda del Cid'. Lo que hasta 2019 fue el 'Fin de Semana Cidiano' cambia de nombre y de programación, pero no de espíritu, ese que alumbra a toda feria medieval que se precie.
Y la verdad es que, de momento, la cita está siendo un éxito. Cierto es que la meteorología, tan determinante a estas alturas del año en las tierras del Cid, ha ayudado, presentando cielos despejados y temperaturas agradables. Esa circunstancia, unida a la paulatina flexibilización de las restricciones derivadas de la pandemia de la covid-19 y al interés inherente que siempre despierta una feria medieval está otorgando una imagen muy satisfactoria.
De hecho, ya en la tarde noche de ayer se pudo ver muy buen ambiente en el centro de la ciudad, y hoy, quizá el día grande de la feria, los diferentes campamentos en los que se ha dividido la actividad han estado abarrotados. Ya fuese comprando fruslerías o algo para brindar por el buen yantar o disfrutando de alguna de las exhibiciones programadas, lo cierto es que miles de burgaleses y turistas han colapsado el centro por momentos. De hecho, días antes de anunciar la programación oficial, los hoteles de la ciudad ya habían colgado el cartel de 'no hay habitaciones'.
En todo caso, la actividad en las calles es frenética. Esta mañana, por ejemplo, cientos de personas han podido disfrutar de las habilidades de un grupo de caballeros a lomos de sus monturas en una suerte de torneo en el que las lanzas, las espadas y las flechas han sido protagonistas en el campamento de 'Doña Jimena'.
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A apenas unos metros, en el campamento 'Babieca' se preparaban ya los maestros cetreros para iniciar su exhibición de rapaces. Por su parte, en el campamento del 'Cid', los armeros preparaban sus armas y los matarifes aterrorizaban a los que por allí pasaban. Los más pequeños, por cierto, podían pasear a caballo. Ellos son, quizá, los que más disfrutan de un evento que, a medida que pasan los años, parece más arraigado en la ciudad. Así lo muestra el hecho de que en cada edición se incrementa el número de burgaleses caracterizados paseando por las calles.
Las actividades continuarán durante toda la tarde y la jornada de mañana, cuando están previstas varias iniciativas, como una nueva lectura del Poema del Mío Cid, espectáculos de magia, teatro infantil o más justas. El lunes tocará volver a la normalidad, pero mientras tanto, salve el Medievo.
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