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Nadie se escapa a la espectacular escala de precios de la energía de los últimos meses. Ni empresas, ni profesionales, ni administraciones ni ciudadanos se libran de ella. Y tampoco las comunidades de vecinos, que se están viendo obligadas a plantear medidas de compensación ... extraordinarias para hacer frente al significativo incremento de costes.
Así lo reconocen desde el Colegio de Administradores de Fincas de Burgos y Soria, cuyo presidente, Sergio Javier Carrasco, asegura que la escalada de precios, que está camino de echar al traste todas las previsiones económicas, «está desbaratando absolutamente todos los presupuestos ordinarios de gastos» de las comunidades. Básicamente, explica, «el gas está al triple de precio que la campaña del año pasado, y el gasóleo y la luz a poco más del doble».
Ante esta circunstancia, la mayor parte de las comunidades de vecinos se están viendo obligadas a apostar por un incremento de la cuota ordinaria de gastos o por la aplicación de las derramas oportunas. En este sentido, se tiene constancia de casos concretos en la capital en los que se han tenido que aprobar en las últimas semanas derramas por valor de varios cientos de euros por propietario para hacer frente a facturas acumuladas.
Obviamente, las comunidades más afectadas por el incremento de los costes energéticos son aquellas que cuentan con calefacción central, ya sea de gas o gasóleo (las más habituales). En esos casos, el impacto está siendo mayor, mientras que en aquellas comunidades en las que sólo se cubren los costes comunitarios de luz, el golpe está siendo algo menor, aunque también se está dejando notar. Y mucho.
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A este respecto, sólo se están librando de la situación -y temporalmente- aquellas comunidades que ya tuvieran contratados los suministros energéticos a precio fijado con anterioridad al inicio de la escalada. Esa es la forma de trabajar de varios administradores de fincas. Un ejemplo es Burfinca, que gestiona alrededor de 40 comunidades en la capital provincial. Según explica Juan Carlos del Hoyo, en su caso tuvieron la «suerte» de haber cerrado los contratos de la luz en verano y los del gas en septiembre «a precios muy buenos». Si no llega a ser por eso, los propietarios «estarían pagando el doble» en muchos casos. «Los precios se han disparado y lo peor es que no pinta bien» a corto y medio plazo.
De momento, las comunidades que están ahora mismo en proceso de aprobación de presupuestos ya están contemplando el incremento de costes. Por poner un ejemplo concreto que puede resultar paradigmático. Una comunidad de propietarios situada en pleno corazón de la ciudad, con cuarenta viviendas, medio siglo de antigüedad y un sistema de calefacción central alimentado por una caldera de gasoil acaba de aprobar su presupuesto del 2022. El año pasado, sólo en combustible para la caldera gastó poco más de 12.500 euros. A la vista de la escalada de precios de los últimos meses, la comunidad ha decidido curarse en salud y contemplar una partida de 24.000 euros en el presupuesto de 2022. Luego, cuando llegue la liquidación del presupuesto se verá cuál ha sido el coste total.
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En ese caso concreto, el incremento de la partida de gastos podrá ser asumido gracias a los remanentes con los que cuenta la comunidad tras el ahorro aplicado durante los últimos años. Sin embargo, son muchísimos los ejemplos de comunidades que no cuentan con ese colchón y que afrontan este 2022 en una situación de salida más comprometida, lo que obligará, sí o sí, a incrementar las cuotas. «Será poco o mucho, pero seguro que van a tener que incrementarse», vaticina Del Hoyo.
Y es que, poco se puede hacer a corto plazo para aliviar la tensión más allá de aplicar alguna medida extraordinaria, como pueda ser la «reducción de horas de calefacción» o la sustitución de las luminarias por tecnología led en aquellas comunidades que aún no hayan apostado por ese cambio, explica Carrasco.
A largo plazo, no obstante, sí que existen alternativas de eficiencia energética, que en muchos casos ya llevaban años desarrollándose, pero que ahora han reavivado el interés de los propietarios, como la instalación de calderas de pellets más eficientes o la cobertura de los edificios con fachadas ventiladas. Eso sí, en este caso, Del Hoyo también avisa: «La gente está preguntando aún más por este tipo de obras, pero las empresas están sufriendo un desabastecimiento de materiales» para su ejecución ahora mismo, por lo que la cosa puede ir para largo.
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