«Qué raro se me hace entrar en un bar», apuntaba un cliente a su camarera de todos los días a la par que pedía un cortado. De todos los días, no. Porque durante más de un mes el interior de los establecimientos hosteleros ha ... permanecido cerrado. Al igual que los gimnasios y muchos locales de los centros comerciales. Este viernes, en Burgos, se levantaba ese veto y los ciudadanos podían resguardarse del frío sin pedir en la barra y con los aforos controlados.
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Pero que la persiana se levantara, no se traducía en una marabunta de clientes agolpados para tomarse su café de primera hora de la mañana. Existe ese temor aún y muchos siguieron apurando su pincho de tortilla desde las terrazas. Llevaban así una semana y así seguirán hasta que la cifras de la pandemia ofrezcan una tregua más realista.
El vermú, de momento, no ha sido satisfactorio. Habrá que esperar a la tarde o al fin de semana para conocer el verdadero pulso. De momento, la hostelería, los gimnasios y los centros comerciales despiertan de su letargo.
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