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«Si hace un año alguien me dice que iba a celebrar la Navidad en España, no me lo habría creído». Olesia Kotelevska resume con estas palabras cómo se siente diez meses después de haber salido de Ucrania. Un sentimiento compartido por la inmensa mayoría ... de los ucranianos que siguen como refugiados, esperando una oportunidad de paz para volver a sus hogares.
Olesia, su marido Kostiantyn y su hija Alisa viven en Burgos, una ciudad que les «gusta», admite Kostiantyn, porque «es muy bonita». Además, los burgaleses les han acogido muy bien. «No podemos decir nada malo de los burgaleses, les agradecemos mucho su solidaridad», insiste, asombrado del espíritu de brazos abiertos que han sentido en España desde el primer momento.
El periplo de esta familia ucraniana empezó el 24 de febrero, cuando dejaron su casa en Zaporizhzhia, una ciudad al sudeste de Ucrania. Sabían que algo malo estaba a punto de pasar y, en un primer momento, se movieron a una ciudad próxima a la frontera con Rumanía. Sin embargo, no era seguro y acabaron saliendo de Ucrania a través de Polonia.
Su primer destino en España fue una ciudad próxima a Barcelona, donde les acogió una familia durante casi tres meses. Fue ahí cuando entraron en contacto con Cruz Roja y, a través del programa de acogida, pasaron a Valladolid, primero, y luego a Villagonzalo Pedernales. Aquí han estado desde septiembre a diciembre y, ahora, residen en el barrio de Gamonal.
Va a ser la primera ocasión que la familia Kotelevskgi pase las Navidades fuera de casa, lejos de amigos y familiares. Así que hay pocos motivos de celebración. «Nuestro hogar está en Ucrania», insiste Kostiantyn, así que «el espíritu navideño no está en casa, sino cuando salen a pasear por las calles de Burgos». Es así como quieren pasar las fiestas, «paseando por Burgos. No tenemos especiales deseos».
De las cosas que peor llevan Kostiantyn y Olesia es la falta de trabajo. «Es muy difícil para un abogado ucraniano encontrar trabajo en España», se lamentan Kostiantyn, que se está preparando para poder ejercer cuanto antes.
En Ucrania contaba con su propio despacho, junto a una colega abogada. Aquí, lo primero que tienen que aprender es el idioma, y en especial, la jerga jurídica local. Sin embargo, ese podría ser incluso el menor de los poblemas. Lo más complejo es la burocracia.
Les toca homologar las titulaciones y, aunque por la guerra se han acortado plazos para los ucranianos, siguen teniendo que pasar meses. Luego, les toca complementar estudios y conseguir los permisos. En definitiva, «casi imposible», lamenta Kostiantyn.
Y mucho más fácil no lo tiene Olesia. En Ucrania trabajaba como ilustradora comercial. En España, se quiere dedicar a la ilustración y, como carta de presentación, tiene el libro infantil 'Un Cielo Azul', las obras expuestas en exposiciones y tarjetas de felicitación.
'Un Cielo Azul' lo publicó en Barcelona, en catalán y ucraniano, y recoge la experiencia de su hija Alisa, convertida en una conejita que ha tenido que dejar su casa por culpa de la guerra. Ahora, lo van a editar en castellano y Olesia espera que, a través de esa creación, puedan llegar otros encargos similares.
Algo que le ha llamado la atención a Olesia en su llegada a España es lo díficil que resulta vivir de una profesión que, como la suya, es artística. A Kostiantyn, como a la mayoría de los ucranianos, les llama la atención que los españoles acepten trabajar de algo para lo que no se han formado, pues en Ucrania se trabaja de la profesión que se elije.
Cuando vivía en Ucrania ponían su árbol de Navidad, de plástico. «Mucha gesnte lo quiere natural, pero nosotros no. Los de plástico son más ecológicos». Sin embargo, en Burgos no cuentan ni con árbol ni con adornos, pues están en una vivienda de paso. Eso sí, intentarán celebrar algunas de las fechas claves para los ucranianos con amigos, tal como se hace en su país.
En Ucrania, la Navidad se celebra bajo las tradiciones ortodoxa y católica. Aunque el 25 de diciembre es festivo, el día más importante para los ucranianos es el 7 de enero, que es cuando ellos celebran el nacimiento de Jesús. Y la noche previa se reúne toda la familia. Previamente, en la noche del 18 al 19 festejan la llegada de San Nicolás, que trae regalos a los pequeños de la casa.
También hay regalos en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero, Año Nuevo que celebran más con amigos y parejas que con familia. Kostiantyn y Olesia lo celebraban así en Ucrania, sobre todo antes de nacer la pequeña Alisa. Y, si es posible, este 31 de diciembre podrán festejarlo con unos amigos ucranianos en su casa de Villagonzalo Pedernales.
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A estas fechas hay que añadirle los días 13 y 14 de enero que, según el calendario ortodoxo, corresponde a la entrada del Año Nuevo. Sin embargo, los Kotekevskgi celebran el día 15 el cumpleaños de Alisa. La pequeña se ha adaptado bien a Burgos, aunque echa de menos a sus abuelos y amigos. Pero aún así, es motivo de tranquilidad para sus padres.
Saben que lo importante es que están juntos y están bien, aunque viven preocupados por sus familias y por el futuro de su país. También porque la guerra les ha obligado a dejar su vida parada. Antes de febrero, tenían trabajo, planes, sueños... una vida. Ahora, están a miles de kilómetros de su casa y no saben cuándo van a poder volver. Y esa incertidumbre crece en Navidad.
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