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Como buena anfitriona de un cumpleaños tan señalado, la Catedral de Burgos recibe este viernes al equipo de Carles Francino. El programa La Ventana de la Cadena SER se emite a partir de las cuatro de la tarde desde la capital burgalesa. A las presencias ... habituales de los viernes (Isaias Lafuente y su Unidad de Vigilancia, Benjamín Prado, Iñaki de la Torre) se le unirán protagonistas burgaleses, en un programa dedicado al VIII centenario de la Seo.
La Ventana recibirá al arzobispo de Burgos, Mario Iceta, pero también al jefe de Psiquiatría del HUBU, Jesús de la Gándara, colaborador del programa y que analizará la relación del arte con la salud mental. «Una cosa chula», afirma el director de La Ventana, quien confirma que el grupo burgalés La M.O.D.A. será el invitado en la sección de música en directo, un reto para un programa de radio en el interior de la Catedral.
Pero antes de enfrentarse a los micrófonos, Carles Francino ha tenido tiempo para hablar con BURGOSconecta sobre la pandemia, el periodismo y... por su puesto, la polémica de las puertas de la Catedral.
-Visita Burgos en una de las últimas salidas de la temporada de La Ventana, ¿ha sido este el año más duro de su carrera profesional?
Desde luego el más especial, sin ninguna duda. Si arrancamos en marzo del año pasado, nos tuvimos que plantear no solo cambiar la forma de trabajar sino también la forma de transmitir y primar el acompañamiento. Creo sinceramente que lo conseguimos y yo, desde luego, me he sentido más útil que nunca. Luego vivimos la mini euforia del verano y el otoño, y el desplome previsible y lamentable de las Navidades. Y después una circunstancia personal, que la gente conoce, que a mí me ha marcado también.
Ahora terminamos la temporada. Otra vez como hace un año, con signos de recuperación, pero creo que en esta ocasión más sólidos, por la campaña de vacunas. Pero temo que con el mismo apresuramiento por terminar algo a lo que todavía no podemos poner el punto y final. Tengo mucho miedo de que, a partir de este sábado, tengamos algún repunte de últimos contagios. Y es una pena porque bastante duro, pesado, triste y doloroso ha sido como para ahora cometer imprudencias al final. En conjunto, este año ha sido el más especial que recuerdo de toda mi vida profesional.
-¿Dejará de usar mascarilla en espacios al aire libre a partir del sábado?
Sí, yo me la voy a quitar. Me han dicho los médicos que, entre la fábrica de anticuerpos que soy y la vacuna que me puse hace tres semanas, ni puedo contagiar ni me puedo contagiar. Igual que la llevo ahora por educación, cuando pueda quitármela en espacios al aire libre me la voy a quitar, porque creo que es incómoda. Además, lo de poder quitarse la mascarilla tiene un valor simbólico muy alto. Si no nos pasamos de la raya, esto es el mensaje de que hemos pasado otra etapa y estamos en la penúltima o la antepenúltima. Pero estoy convencido de que, a partir del sábado, veremos bastante gente con la mascarilla por la calle, porque hay miedo y porque ha sido muy gordo como para intentar enterrarlo de un día para otro.
-¿Qué lecciones, le deja esta pandemia, si es que se puede utilizar este concepto?
La primera y más importante es nuestra fragilidad. A veces nos pensamos, y yo personalmente, que somos capaces de todo e invulnerables a muchas cosas, entre ellas a la enfermedad. Y esto ha demostrado que no, que estamos todos a tiro cuando van mal dadas y que una pandemia es algo muy serio. Otra lección es que, en los momentos más «dulces» de esta pandemia, cuando nos juntamos y buscamos un objetivo común, somos capaces de cosas muy grandes. Y los ejercicios de disciplina y de carácter cívico son para elogiarnos, para estar orgullosos. Los episodios de irresponsabilidad, aunque les hayamos dado mucho bombo, han sido minoritarios.
De la misma manera, hay un agujero ahí, el agujero negro de la política. Y lamento decirlo. No de la política como concepto sino de nuestros actuales partidos políticos. Los ciudadanos han dado el do de pecho, los sanitarios han sacado matrícula de honor y los políticos, en general, no han estado a la altura.
-La covid nos ha dado, a los medios de comunicación, la oportunidad de demostrar que somos imprescindibles para construir una sociedad bien informada. ¿Nosotros hemos dado la talla?
Creo que hemos hecho cosas bien, otras menos bien y algunas directamente mal. Hemos respondido muy bien a la demanda de información, razonablemente bien a la necesidad de acompañar y no hemos estado del todo finos en funcionarizar los resultados de la pandemia. Hemos hecho frente al reto de informar pero ha habido tal alud de información, que hemos agobiado un poco. No tengo respuesta a la pregunta de cómo podíamos haberlo evitado. A veces he tenido la sensación de que éramos una especie de carrusel, minuto de juego y resultado de muertos, contagiados y ahora vacunados. Pero, en general, los medios de comunicación han demostrado que somos un elemento imprescindible para una sociedad que se considere higiénicamente democrática. Ahora que circulan tantas cosas por tantos sitios, que tienen apariencia de periodismo pero no lo son, poder marcar perfil propio nos ha ido bien.
-Y en el ritmo loco de la información…
Hace mucho tiempo que intento apostar por la calma y el sosiego, que no quiere decir ser aburrido y no reírse. El gran problema que tenemos ahora periodistas y ciudadanos es que resulta imposible digerir la cantidad de información que llega. Se podría hacer un informativo, un periódico, un digital sin levantar el culo de la silla, lo cual no es ningún mérito. Nuestro mérito tiene que ser tomar el pulso a la calle, pisar el territorio, hablar con gente, escucharla, saber captar dónde están las historias particulares que tienen interés general, eso es lo que distingue a un periodista de un lanzador de información. Estamos enfermos de prisa, no es bueno para la profesión.
-Con la experiencia personal, que ha vivido la pandemia en primerísima persona, ¿qué les decimos a aquellos que siguen negando la pandemia y que, a diario, nos acusan de inventarnos la covid?
Que se lo hagan mirar, que vayan al médico. No se me ocurre otra cosa. Creo ser una persona respetuosa con todo tipo de opiniones. Sin embargo, en asuntos que están vinculados directamente a la ciencia y a cosas que se pueden demostrar empíricamente… En este caso, en la pandemia, si todavía hay negacionistas, simplemente les diría que se lo hagan mirar.
-Este viernes hacen La Ventana desde la Catedral de Burgos con motivo del VIII centenario de la colocación de la primera piedra, ¿le ha puesto Nieves Concostrina al día sobre todos los misterios y curiosidades de la historia de la Seo?
Completamente, vengo documentado. Es la primera vez que hago un programa en una catedral. Hace años, hice otro en la catedral de Vitoria, con Ken Follet, y aquí en la Catedral de Brugos voy a estar con el arzobispo (Mario Iceta), que tengo ganas de conocerle. He seguido un poco su biografía, un médico que nunca llegó a ejercer. Creo que es una persona en la que influyen la razón y la fe, y tengo muchas ganas de conversar con él. Aparte de que la Catedral, más allá de su simbología religiosa, tiene unos valores históricos, artísticos muy interesantes.
-¿Le va a preguntar a Mario Iceta por la polémica de las puertas?
Hay que tomar decisiones, pero cuando no hay consenso sobre algo, cuando ves que la cosa va torcida, vamos a parar un momento, vamos a pensar… Le leí una entrevista al arzobispo en la que decía que los tiempos de la iglesia son la eternidad, me pareció una reflexión muy acertada e interesante.
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