Un estudio de tráfico decidirá la peatonalización de la calle Santander

Y eso es precisamente lo que quiere comprobar de manera fehaciente el equipo de Gobierno, que ha ordenado la realización de un estudio de tráfico específico que, según explica el concejal de Urbanismo, Juan Manuel Manso, será preceptivo para el desarrollo o no, de la obra.

En este sentido, ya se están redactando los pliegos para contratar el estudio, que en principio costará unos 50.000 euros, se prolongará durante varios meses y que analizará los flujos de tráfico, no sólo de la calle Santander, sino de todas las vías del entorno que puedan servir como alternativas. Para ello, se prevé echar mano de programas de simulación, que además de 'contar' los vehículos que circulan en cada momento, analicen sus recorridos y sean capaces de plantear escenarios futuros.

Si ese estudio determina que los perjuicios de la peatonalización superan a los beneficios potenciales de la misma, el equipo de Gobierno descartará el proyecto. Pero si se entiende que las alternativas son capaces de absorber los flujos circulatorios, se llevará a cabo el cierre de la céntrica vía.

En este sentido, y teniendo en cuenta en todo momento el escenario ideal planteado por el bipartito, la peatonalización se llevaría a cabo en dos fases. En la primera, se cerraría al tráfico la propia calle Santander, desde la plaza del Cid hasta el enlace con la propia Avenida del Cid. Tal y como planteó el PP durante la campaña electoral, ese cierre vendría de la mano de la implantación de sendos cambios en el sentido de circulación en las calles San Lesmes y Gran Teatro que permitieran dar permeabilidad al tráfico.

En principio, esa fase, cuya aplicación apenas supondría un repintado de señales y una pequeña intervención en alguna esquina para facilitar el giro, se llevaría a cabo durante el próximo verano, una época «ideal» a juicio de Manso para poder poner a prueba e interiorizar los cambios.

A partir de ahí, una vez iniciado el curso se llevaría a cabo la obra de peatonalización en sí misma, que se centraría en la calzada, puesto que las aceras de la propia calle Santander fueron «cambiadas hace poco» y se encuentran «en perfecto estado. Así, la idea fundamental pasa por elevar la cota de la calzada para enrasarla a las aceras. A falta de hacer números detallados, el bipartito calcula que la actuación supondría un desembolso de entre 1,7 y 2 millones de euros.

Sea como fuere, la apuesta, tal y como afirma el concejal, es firme. De hecho, no es la primera vez que se plantea. Ni este es el primer equipo de Gobierno municipal que lo pone sobre la mesa. Durante el último mandato de Javier Lacalle, de hecho, se llegó a cerrar al tráfico la calle durante los domingos.

«Ahora, tenemos que ver con criterios técnicos hasta dónde llegar», teniendo en cuenta que se trata de un punto clave del viario burgalés, asegura Manso. No en vano, por allí fluye la práctica totalidad del tráfico sur-norte de la zona centro de la ciudad. Además, son numerosas las líneas de autobús urbano que atraviesan la calle, las cuales deberán cambiar su recorrido si finalmente se lleva a cabo la peatonalización. A este respecto, la idea del bipartito pasa por eliminar el 'hub' de los Soportales de Antón y repartir las líneas entre la Plaza de España y la avenida del Arlanzón, que «en realidad están a un paso», según Manso.

Sea como fuere, el desvío de los flujos circulatorios es sin duda lo que más preocupa, no sólo al equipo de Gobierno, sino también a los vecinos y comerciantes de la zona, usuarios diarios de la calle y diferentes colectivos. A este respecto, y ante la experiencia vivida en anteriores peatonalizaciones, un simple paseo por la zona permite comprobar que la mayor parte de residentes y comercios ven el proyecto con buenos ojos siempre que se garantice el flujo de tráfico. No es, eso sí, una opinión unánime. También, como en otros procesos similares, hay voces discordantes, que consideran que el cierre al tráfico supondrá un perjuicio para la zona, sobre todo mientras se desarrollen las obras.

Tampoco ha recibido el proyecto el apoyo unánime de los diferentes colectivos ciudadanos con voz en este tipo de asuntos. Y hay uno que llama especialmente la atención, como es Andando Burgos. La asociación, que habitualmente celebra actuaciones de peatonalización en el casco urbano, ha puesto en cuestión el proyecto, que a su juicio adolece de una «visión global» de la movilidad y plantea una serie de dudas, centradas en la repercusión que tendría el cierre de la calle Santander en el resto de espacios adyacentes, así como en las líneas de autobús o en los flujos ciclistas.