«Va a estar todo el mundo mirándome con lupa», afirma una burgalesa tras volver de Milán

Raquel Soto, que regresa este jueves a su trabajo tras permanecer cinco días en Italia, confía en eludir la sombra del coronavirus lo antes posible

Álvaro Muñoz

Burgos

Jueves, 27 de febrero 2020, 08:13 | Actualizado 21:11h.

«Ahí aterriza el avión procedente de Italia». Esa ha sido una de las frases que más se ha repetido esta mañana en el aeropuerto de Vitoria. Medios de comunicación esperaban al desembarco de los pasajeros, entre los que se encontraba la burgalesa Raquel Soto. ... Tras cinco días en Milán, acompañada por su pareja, la profesara de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Burgos vuelve este jueves a su rutina. Y lo hace con incertidumbre. «Seguro que me dicen que por qué no he traído una mascarilla. Molesta que a uno le traten de irresponsable. Va a estar todo el mundo mirándome con lupa», afirma Soto tras pisar territorio español.

Tras las vacaciones, esta joven burgalesa afronta ahora un espacio de tiempo en el que teme que cualquier indicio de enfermedad le aísle durante los próximos 15 días, recomendación de Sanidad para aquellos que hayan viajado a países como China o Italia sin presentan algún síntoma. «Por ejemplo hoy he llegado y me duele la cabeza. Al final se generan los síntomas tras dar tantas vueltas al asunto», apunta la profesora burgalesa, que afirma que la alarma generada en España es mayor a lo vivido en Italia. «Me ha escrito mucha gente diciendo que cogiera un avión para volverme y que iban a cerrar las fronteras. Antes de venirme, aunque en el centro de Milán sí que se notaba menos afluencia, estuvimos en un bar de una barrio y todo estaba normal», continúa.

Donde sí que ha notado un ambiente más raro ha sido en el aeropuerto. Aunque ni Bérgamo, donde partía, ni en Vitoria les han tomado la temperatura corporal, Soto sí que ha presenciado menos «bullicio». «Ahora hay muchos más silencios y vemos a más gente con mascarilla, aunque muchas personas se las quitan para tomar una cerveza. Es curioso. Por eso me gustaría preguntarles que por qué la llevan», señala la joven burgalesa.

«Ni para rezar»

En Milán, el coronavirus trastocó sus planes iniciales. La clausura de iglesias y museos modificó el día a día de Raquel Soto, que ha disfrutado de la ciudad de la moda de otra forma. «La experiencia ha sido positiva, pero me ha dado pena al ver el lunes y martes la ciudad más rara. Se notaba el ambiente extraño. Las iglesias estaban cerradas, ni para rezar se podía entrar. Encontrábamos más normalidad en los barrios periféricos», relata Soto, que se enfrentará alguna broma de familiares y amigos. «Ya me han dicho que no me van a venir a ver por si traigo el coronavirus», concluye.

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