Están a una llamada de dejar sus trabajos y sus familias para embaucarse en una misión de ayuda humanitaria en Haití, país que recientemente ha sufrido un terremoto que ya ha registrado más de 2.000 muertos y más de 12.000 heridos. Se trata del ... Grupo de Rescate Espeleológico y de Montaña (GREM) y su Unidad Canina de Salvamento de Burgos, a quien recientemente la Junta de Castilla y León les ha preguntado por su disponibilidad para los próximos días.
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La respuesta no ha tardado en llegar y este jueves Álvaro Martínez, responsable de la asociación, ya ha enviado toda la documentación. Unos correos en los que detalla las personas disponibles para viajar (alrededor de doce voluntarios) y cinco perros de rastreo. «En el archivo que se ha enviado a la Junta adjuntamos los kilos de recursos humanos y materiales que transportaríamos. En total serían casi cuatro toneladas», apunta Martínez.
«No me apetece ver el sufrimiento de la gente. Pero estamos preparados y deseando echar una mano. Es una experiencia más. Como la mayoría somos sanitarios, tenemos ganas de ir y colaborar», explica el responsable del GREM mientras aguarda a la decisión final. «Hemos estado en más de una ocasión en este punto. En preparar, empaquetar... Estos días recordaba, sobre todo a los más nuevos, que hasta que no estuviera la puerta del avión cerrada no nos los creyéramos. Es muy probable que tengas un pie en el avión y te bajen», relata sobre la complejidad de la diplomacia internacional.
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Y para lo que se encuentren en el país caribeño, Martínez y su equipo están preparados. «La medicina de catástrofe es muy dura. Se ha inspirado en la militar para aprender de ella. En la medicina de combate prima la vida antes que el miembro. Si uno está atrapado a lo mejor se le tiene que cortar la pierna. Es una medicina muy dura», describe.
A pesar de poder enfrentarse a complicadas decisiones, estos voluntarios practicarían principalmente una medicina más básica. «Se necesita mucha limpieza y mucho betadine. Una de las cosas más curiosas es que muchos de los que estuvieron en el terremoto de Haití en 2010 destacaban que era más importante la higiene básica que la gran operación. Es un país en vías de desarrollo y no tienen esos conocimientos. Y muere mucha gente por eso», añade.
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«La realidad siempre supera la ficción, pero vamos preparados. Llevamos una área logística muy potente para intentar ser autónomos con agua, luz y comida para todos los miembros del equipo. Cada uno lleva entorno a 60 kilos. No llegamos con nuestras mochilas y ya está», apunta el responsable del GREM de Burgos, Álvaro Martínez.
Un equipo en el que está incluido cámara de visión entre escombros, taladros, gasolina, macetas, palas, generadores, mangueras, trípodes, mantas, camas desmontables, quemadores, termos, duchas, cocina, agua, emisora, ordenadores... A lo que se añade lo sanitario, productos más voluminosos y pesados, como camillas, collarines, colchones, botiquín, monitor de saturaciones...
Un tiempo de espera en el que siguen empapándose de todo lo que sucede al otro lado del Atlántico. «Antes de ir se hace inteligencia sanitaria y de catástrofe. En una plataforma, en la que estamos grupos como el nuestro, está toda la información. Casi todos somos sanitarios y tenemos formación bastante amplia gracias al curso de especialistas en emergencias de la Universidad de Burgos (700 horas). Aprendes, por lo menos, a lo que no tienes que hacer», continúa Martínez, que ya colaboró en el terremoto de L'Aquila (Italia). «Esa vez fuimos como evaluación y a aprender».
Las consecuencias de un terremoto devastador en Haití se vivieron también en 2010, cuando otro seísmo golpeó al país caribeño. A ese viaje estuvieron a punto de ir. «Esa vez se fue más rápido desde España, porque la zona de impacto era Puerto Príncipe y se había caído el Palacio Presidencial. Además, España presidía la Unión Europea (UE). En menos de 48 se estaba allí. Ahora no está la presión de encabezar la UE. 2010 fue un caos. Había ya 3.000 soldados a diario en Haití y se tuvieron que desplegar 5.000 hombres de Estados Unidos para garantizar la seguridad. De hecho, a los primeros no se les podía garantizar y no se podía trabajar de noche. El campamento, cosa que nunca se había hecho, se preparó en el aeropuerto. Fue muy curioso. Siempre se recomienda que sea en estadios de fútbol para intentar que no se caiga nada encima y se garantice la seguridad. La gente contaba que no podía dormir», recuerda Álvaro Martínez.
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De ir finalmente hasta Haití, Álvaro y su equipo de voluntarios se encontrarían con una situación bastante dura. Hay 24 edificios sanitarios afectados (cuatro derruidos) y 61.000 hogares totalmente destruidos.
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