Tapian las viviendas okupadas de Santa Clara 45 tras el desalojo policial

La actuación policial se ha desarrollado sin incidentes de ningún tipo desde las 9.30 horas, cuando dos unidades de intervención llegaron al lugar. Una vez en el edificio abrieron hasta cinco viviendas con arietes, mazas y pies de cabra. Se trata de pisos cerrados, unos, y con okupas otros, que o bien permanecían cerrados y sin inquilinos o con personas viviendo de manera irregular. En uno dormía un joven y en otro una familia.

La mayor parte de los okupas ya había retirado, en parte o en su totalidad, sus pertenencias a lo largo de la tarde de ayer y en las primeras horas de la mañana de hoy ante la orden judicial de desalojo.

Esa orden del juez, ha explicado en presidente de la comunidad de vecinos, «otorga a la comunidad la posesión» -la propiedad es del dueño de cada vivienda- y la faculta para el tapiado de las puertas de entrada para evitar «más okupaciones». Así, una cuadrilla de trabajadores de una empresa de construcción ha terminado por quitar las puertas de entradas a las viviendas que la Policía ha abierto, procediendo a su tapiado.

Los inmuebles liberados por la Policía presentan un estado deplorable,llenos de escombros y basura de todo tipo. Por el contrario, las viviendas que tienen propietario residiendo «son pisos reformados, muchos de ellos», subrayaba el presidente. Algunos de los inmuebles, okupados o no, tienen un proceso judicial abierto y por ello han sido objeto de actuación.

El número 45 de la calle Santa Clara es un edificio con dos escaleras y ha sido okupado en ambas. Además, hay dos locales a ambos lados del portal, en los que no se ha actuado, pero se tiene la sospecha de que en estos lugares también pueden tener almacenadas pertenencias las personas que han sido desalojadas en la mañana del miércoles.

Para proceder a mantener la seguridad, la comunidad también cambiaba, mientras se producía la intervención policial y judicial la puerta de entradas al inmueble.

La operación policial ha sido limpia y rápida y en apenas tres cuartos de hora -entre las 9.30, que estaba prevista la llegadas de los agentes, y las 10.15 horas- se realizó todo el trabajo de los cuerpos de seguridad.

Según el testimonio recogido en el lugar de los hechos, si bien no ha existido altercado alguno, alguno de los residentes «creaba problemas y miedo». De hecho, mujer de avanzada edad tuvo que abandonar la comunidad hace unos meses debido al temor que le generaba la presencia de okupas tras haber recibido algún susto grande.

Recientemente, relata un operario que estuvo realizando obras en una de las viviendas, «la compañía eléctrica cortó la luz del edificio en sus zonas comunes» porque los okupas de los cuatro pisos en los que residían «pinchaban la luz» para darse energía. Y es más, el presidente de la comunidad lamentaba que en otra ocasión «tuvieron que venir los bomberos» por el fuego provocado por una sobre carga.

Aun a pesar de la situación de nervios, provocada por la orden judicial de desalojo, las personas que aún residían de manera irregular, abandonaban sin incidentes el inmueble. Iban sacando sus pertenencias de poco en poco, las almacenaban en la calle a la espera de ayuda para trasladarlas a otro lugar.

Eran familias con niños de corta edad y otros más mayores que sabedores de que era más conveniente no oponer resistencia, abandonaban con nostalgia y pena la vivienda okupada. Pero los vecinos que residen legalmente, al menos de momento, respiran tranquilos y con una nueva puerta de entrada al edificio que les garantiza más seguridad tras el desalojo.