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No se practica volando, sino corriendo. No hay que llevar capa, pero sí equipación. Y aunque sí se utilizan escobas, están fabricadas de pvc, no de madera con atributos mágicos. Así es la adaptación a la vida real del quiddich, el famoso juego de la ... saga Harry Potter. Un juego ficticio que equipos como Blue Gryffins Burgos convierten en un deporte «duro, pues requiere gran resistencia física y de contacto, ya que los jugadores pueden hacer placajes, pero también muy divertido», asegura Raquel Macías, jugadora y capitana del equipo de la Universidad de Burgos (UBU).
Raquel Macías, entrenadora de blue gryffins
El quidditch aterrizó en Burgos de la mano de Sven, un estudiante de erasmus alemán. Hace un año, cuando este alumno llegó a la Universidad de Burgos (UBU), se dio cuenta de que no había equipo de quiddich, un deporte que en su país está muy extendido. Por eso, «decidió montarlo él mismo y a la universidad le pareció una buena idea», cuenta Raquel. Sven finalizó la beca y volvió a su país, pero el equipo continúa entrenando dos días a la semana «para convertir a un equipo de apenas un año en uno con gran experiencia», cuenta Adrián Picón, entrenador del Blue Gryffins. Y para lograrlo, «tratamos de seguir las pautas de otros equipos, ya que no existen bases teóricas, pero también nos gusta innovar, inventarnos ejercicios, adaptarlos de otros deportes y ser originales», asegura Adrián.
Es obligatorio el uso de la escoba. El equipo Blue Gryffins Burgos, al igual que el resto, se rige por una normativa europea que obliga a los jugadores a utilizar este elemento durante los partidos. «Aunque hay jugadores en contra y a favor, no dependía de nosotros incluirla», asegura Raquel. Lo que es cierto es que la escoba aporta el distintivo por excelencia a este deporte, además de guardar la esencia que se recoge en la saga de Harry Potter. Pero no solo eso, sino que supone «un hándicap», pues tal y como asegura la capitana, «es más difícil correr o atrapar la pelota estando pendiente de sujetar la escoba con las piernas, ya que no se puede caer en ningún momento».
Los únicos de Castilla y León. El quiddich, un deporte muy nuevo, está autofinanciado, es decir, son los propios jugadores los que pagan los desplazamientos y las equipaciones. Por esa razón, los equipos, incluido Blue Gryffins, «no se pueden permitir competir en una liga nacional, ya que sería imposible pagar viajes por toda España», explica Raquel. Para facilitar la competición, la Asociación Española de Quiddich organizó ligas divididas por regiones. En Castilla y León, solo el equipo de la UBU juega a nivel competitivo, por lo que se integran en la liga vasca, contra Vizcaya y Vitoria. «Actualmente hemos jugado dos partidos, vamos últimos, pero nos quedan cuatro jornadas por delante para mejorar», asegura Raquel.
La Snitch Dorada es una persona, no una pelota voladora con conciencia propia, como lo era en la saga de Potter. En el quiddich muggle -el no mágico, que es el que se juega en la vida real- se utiliza una pelota de tenis metida en un calcetín que porta una persona. Es un árbitro neutral que aporta un equipo que no está jugando ese partido. Sale en el minuto 17, un minuto antes que los buscadores, y su misión es evitar que le roben la pelota, pues cuando eso ocurre, se suman 30 puntos al equipo que la haya atrapado. En ese momento, finaliza el partido. Eso sí, en el quidditch muggle, atrapar la Snitch Dorada no asegura la victoria, porque «puede haber una diferencia más grande en el marcador», lo que obliga a que el buscador juegue con táctica, fijándose en los puntos que tiene su equipo y en los del rival para ver si tiene que atrapar la Snicht o, por el contrario, impedir que su rival la atrape.
Tres cazadores, dos golpeadores, un guardián y un buscador. Cuatro puestos para formar un equipo de quiddich muggle, un deporte al que «también se puede jugar sin ser fan de Harry Potter», afirma Raquel al tiempo que reconoce que «es propable» que durante los partidos «se oiga algún comentario de 'friki'». Eso sí, de la grada al campo hay un paso. Y ese paso se puede dar entrenando con el equipo Blue Gryffins, pues ahora mismo están en proceso de incorporar nuevos jugadores. Los lunes y los jueves a las 16:30 horas, el campo de fútbol anexo al polideportivo universitario se llena de magia con los entrenamientos de quiddich. Y, quizá, en Burgos haya cantera. Solo hay que dar el paso.
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