El no Curpillos se vive por segundo año en Burgos

En el Monasterio de Las Huelgas el silencio se hacía con un lugar en el que las autoridades políticas, militares y religiosas deberían desfilar. Las autoridades, invitadas por la abadesa, procesionan con el conocido pendón de las Navas de Tolosa. Pendón que continúa descansando a la espera de que Burgos vuelva a tener su 'Corpus Chico'.

El monasterio, en cambio, con una apetecible luz veraniega, acogía a turistas y peregrinos. También a burgaleses que, sentados en un banco tras un paseo en este día festivo, comentaban la situación actual y las últimas noticias.

Tampoco se quedaban indiferentes aquellos que pasaban por las puertas del parque de El Parral. Unas vallas impedían el acceso, dentro paseaban, vigilantes, policías locales, por el exterior otro coche patrullaba con la intención de evitar aglomeraciones y botellones.

La tradicional jira por El Parral con su olor a carne asada, a morro, a morcilla, con su vino, su cerveza, su regocijo y bulla también tendrá que esperar al 2022. Pero eso no implica que los burgaleses renuncien completamente a ello. Se han adaptado a las circunstancias impuestas por la pandemia de la covid-19 y en los paseos se podía oír cómo entre los conocidos que se saludaban se deseaban «feliz Curpillos». Otros han optado por el vermú, en lugar del paseo o el deporte, y algunos se han quedado con ambos: deporte en este día festivo, un paseo y, después, un vermú con amigos.

Sin celebración religiosa ni popular, Burgos vuelve a aplazar su Curpillos con la esperanza puesta en una mejora de las condiciones sanitarias y con la mirada puesta ya en 2022.