Es la frase acuñada por el sector sanitario: medicina de guerra. Tal vez nos cueste verlo de este modo o pensemos que es una definición demasiado catastrofista. Sin embargo, la lucha contra el coronavirus COVID-19 es una guerra, simbólica, pero igual de letal. El ... virus mata, y no solo a personas mayores con patologías previas. La realidad es la que es, dura y dolorosa. Pero no está todo perdido, ni mucho menos. En esta guerra virtual cada uno de nosotros tenemos una misión como soldados sociales y, aunque parezca lo contrario, es muy sencilla: quedarnos en casa.
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Lo repiten día tras día los sanitarios. La cuarentena social es la clave para conseguir frenar la expansión del coronavirus, que en Burgos se ha cobrado ya 16 fallecidos y más de 300 positivos aunque las previsiones hablan de que llegaremos a los 1.500 contagiados. Bajo el estado de alarma, los cuerpos policiales y militares tienen la obligación de hacernos cumplir con el confinamiento. Aquí no vale hablar de represión, sino de responsabilidad y sentido común. Lo único que se nos pide es quedarnos en casa, a resguardo, protegiéndonos a nosotros y a nuestras familias.
Los aplausos y las avocaciones a todos aquellos colectivos (y no solo los sanitarios, aunque sean los más visibles) que trabajan estos días para que no nos falte de nada, de poco sirven si no cumplimos con el confinamiento. Se trata de frenar al coronavirus, de conseguir convertir un pico de infectados en una curva de ascenso moderado para no saturar (aun más) a nuestro sistema sanitario. Así que, no, no se puede ir al pueblo el fin de semana, ni aprovechar que sacamos a pasear al perro para darnos un paseo nosotros, ni ir todos los días al supermercado.
Solo se nos pide quedarnos en casa, no es tan complicado. Por ustedes, por nosotros, por todos. Guardemos la cuarentena social y dejemos de protagonizar imágenes que nos avergüenzan como sociedad. Luego, si eso, cuando hayamos vencido al COVID-19, critiquemos a nuestros políticos (que se lo merecen). Pero no aprovechemos la ocasión para hacer mala política. Así que también hay un mensaje para nuestros dirigentes públicos: no es el momento de derrocar al gobierno, es el momento de unirse en una lucha común. Si no lo entienden, tal vez debamos volver a las urnas.
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