Durante muchos años Cristino Díez se ha dedicado a investigar en las costumbres, en los ritos, en las liturgias que nos empeñamos en repetir, unas veces inconscientemente, otras plenamente sabedores de que hacemos. Al artista le sirve esa investigación, ese estudio, para llevar al arte ... el acerbo y el sentimiento. Y el Carnaval es una de esas tradiciones que cada año estudia para exprimir las gotas de sabiduría que las tradiciones encierran porque le sirven para crear.
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El carnaval es época para sacar a la luz todas las críticas, reírse de uno mismo para luego reírse de (o con) los demás. Para el artista hay pocas verdades absolutas. Pero una de ellas es que el carnaval «es la verdadera fiesta popular. Esto es carnaval y contiene un espíritu de libertad individual, que es sagrado en sí mismo».
Y a partir de ahí son «cuatro días que hay que darle matarile», reflexiona. Después de don Carnal, vendrá doña Cuaresma, «que hoy no lo encarna la Iglesia (que también), pero hay poderes fácticos que son más peligrosos que la propia Iglesia, porque así se están manifestando». El Carnaval llega desde una tradición celta, «pero antes que los celtas, ya en Mesopotamia, tenían sus fiestas de este tipo».
Son fiestas propias del pueblo «y de los solsticios y cambios de fases lunares y cambios de estaciones». De hecho, en el pasado, se celebraban como un paso más «en el avance de y trayectoria de la vida. Y luego, hacían grandes fiestas, pero fiestas que, de alguna manera, eran paganas».
Así, con estas connotaciones, la ciudad no podía haber elegido mejor predicador de este Carnaval. Cristino es un hombre libre, que se manifiesta a través del arte, quizás mucho mejor que a través de las palabras, que a veces las palabras producen distorsiones e incomprensiones. Sin embargo, no hay ningún malentendido que se aplique al arte. Para Cristino, «la expresión artística explica la libertad de manera mejor que las palabras».
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«Para gestionar personas y situaciones utilizamos el lenguaje, pero también distorsionamos el lenguaje y cambiamos el significado de las palabras para engañar a las personas. Y, sin embargo, el arte es puro, es directo». Quizá por eso, su pregón será improvisado, irreverente, descarado, directo, sin ambages, único, artístico y sin palabras inútiles.
«No puedo simplemente escribirlo, porque entonces no diré lo que he escrito, porque iré para otro lado. Entonces, ya veremos. Realmente no lo tengo definido, pero voy a hablar de todo lo relacionado con la carne, la gula y los que se dediquen a montar el cristo en las esquinas».
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Aunque parezca que estamos en el siglo XXI, donde las libertades son tales, «no es seguro». Y Cristino lamenta que esto no sea como debería ser. Él mismo vivió en su carne algunos problemas en el pasado en pleno Carnaval con algunas personas de las fuerzas del orden, que interpretaron las cosas de manera diferente al artista.
«Como esto es plena libertad, que vaya al pregón el que quiera y que lo disfruten donde les dé la gana. Si quieren ir, que vayan a oírme; si no, tampoco pasa nada, lo único que les voy a decir es que disfruten del Carnaval, que es su fiesta, y la mía con ellos».
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Y a Cristino se le puede considerar el 'padre' del Carnaval burgalés. Los años 80, en los que fue concejal del Ayuntamiento de Burgos, con responsabilidades de gobierno, puso una pica en Flandes, con la organización del primer Carnaval. Recuderda con cariño cómo le costó «mucho sacar el Carnaval adelante cuando me tocó ser concejal. Ojo, que yo tenía compañeros que no querían. Había alguno del Opus que no le iba nada el Carnaval. Pero conseguí el apoyo del alcalde y, bueno, pues traje al primer pregonero, a Paco Clavel».
Aquello fue un escándalo. «Paco Clavel era un crack en la época, claro, fíjate en aquella época, recién entrada la democracia, Paco Clavel en el balcón del Ayuntamiento con la huevera, los anillos... Un crack».
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Se cuentan ya las horas para que se dé el pistoletazo de salida al Carnaval de Burgos. Cristino Díez y su equipo ultiman en la nave de Capiscol la sardina que será quemada el martes 13 (curiosa fecha) a las 22:00 horas en la plaza Mayor. «Está prácticamente terminada», explica, «sólo quedan algunos engranajes que pegar» y darle la capa final. Ya está rellena de paja para que queme rápido y, más allá de algún retoque, lista para ser expuesta y para desfilar cuando le toque.
No queda nada para las carnestolendas en libertad, como quiere Cristino, o el don Carnal valleinclanesco. Que doña Cuaresma espera. Disfruten de su libertad.
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