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Las diez noticias imprescindibles de Burgos este lunes 20 de enero
Un momento del ensayo de los costaleros y costaleras. JCR

Costaleros: corazones y piernas de la Dolorosa y el Cristo de Burgos

Los costaleros de la Real Hermandad de la Sangre del Cristo de Burgos y de Nuestra Señora de los Dolores viven con pasión las dos procesiones, la del Cristo el Domingo de Ramos y la de El Encuentro. Son el corazón de las dos figuras

Sábado, 23 de marzo 2024, 09:59

Suena una marcha de Semana Santa en el altavoz. Los costaleros de San Gil saben que tienen que meterse bajo el paso. José Casares es el capataz. Tiene la misión de repartir los 32 lugares que hay bajo la estructura. Hay que medir bien los ... pesos y repartirlos para que los hombros de las mujeres y los hombres que portan el trono no sufran.

Son las 10.00 horas del sábado 16; es el último ensayo antes de que el Domingo de Ramos por la tarde, los costaleros y costaleras porten al Santísimo Cristo de Burgos. Hay nervios, pero menos. Ahí están Josema, Echave, César hijo y César padre, Gustavo; Ana y Vicky.; Javier; Marcos, que viene desde Ourense para ensayar y para salir en las procesiones… y tantos otros.

El último ensayo está apunto de comenzar. Las primeras tareas son recolocar los bancos dentro de la Iglesia. Todo queda preparado. Los costaleros vienen de diferentes parroquias y cofradías porque aman esta tradición. Se ajustan la faja para que no haya lesiones en las lumbares. El capataz pone la música.

José Casares, experimentado con el paso del tiempo, recoloca a los costaleros; otros voluntarios traen unos ladrillos para calzar el pasto, los costaleros descansan tras unos primeros pasos de ajuste. Se dan los últimos toques a los apliques bajo los cuales están los hombros de los costaleros. El capataz comprueba cuanto peso carga casa uno.

Los apoyos estén para todos a la misma posición del hombro, sea cual sea la altura. No es una tarea fácil porque cada uno tiene un altura de cada uno que colocarle un apoyo.Y todo listo.

Casares con voz potente dice: ¡Costaleros, viva la Virgen de los Dolores! Y todos a una dicen: ¡Viva! Tres toques al aplique que marca los tiempos; es la señal de que han de estar alerta. El toque definitivo y llaga la 'levantá'. Y comienza la procesión por las naves de San Gil, con las instrucciones del capataz.

La Real Hermandad de la Sangre del Cristo de Burgos y de Nuestra Señora de los Dolores tiene entre sus costaleros a dos mujeres. Una tradición que ya empieza a generalizarse entre las cofradías. Lo habitual hasta hace poco era que se portaran pasos exclusivamente por hombres o por mujeres. De hecho en San Cosme y San Damian hay un paso portado exclusivamente por mujeres.

En San Gil, desde el inicio, recuerda Isasi «ha habido mujeres; un año, una, otros años más»; en este 2024 son dos, Ana y Vicky, las mujeres que decidían meterse entre los aluminios de las tripas del paso para colaborar en la tarea. Es algo que se lleva dentro. Si no, no se explica que Marcos se meta una pechada de kilómetros, desde Ourense donde reside, hasta Burgos para ensayar y salir en las procesiones.

Aunque son 32 los portadores, hay «gente en la reserva». No todos pueden, por diversas razones, estar todos los días de las procesiones y por eso hay que tener gente en la recámara. Incluso, algunos se pueden turnar, «unos hacer la ida, otros la vuelta». Son muchas horas y mucho peso. Con las figuras del Cristo o de la Virgen colocadas sobre el trono «puede ser mil kilos de peso».

Formación de costaleros en el interior. JCR

Los inicios

Casares recuerda cómo empezó esta aventura: «Lo que un día parecía imposible se cumplió y ahora es tradición». Los recuerdos emocionados se agolpan en la cabeza de este hombre que lleva 14 años en la tarea: «Ver por primera vez a nuestra Lola (la Virgen de los Dolores) portada en hombros en su paso por costaleros y costaleras venidos de todas partes, del barrio, ex componentes de la banda, amigos, miembros de otras cofradías y devotos de nuestra virgen es alucinante», confiesa.

Fue un antes y un después porque desde 2011 todo cambió en la cofradía. Años antes se montó la banda de música que acompaña no sólo a los pasos de San Gil, sino a otros muchos de la ciudad y de la provincia. Más de 20 años consolidada.

Pero faltaba ese plus de llevar las figuras a hombros movido por el sentimiento de ensalzar tan bellas imágenes. Casares apunta que los comienzos «fueron difíciles pero con una ilusión aplastante. Todo un barrio orgulloso de verla a ella en hombros»

Aquel primer año con la Dolorosa portada a hombros y el Cristo con la cruz a cuestas de San Cosme, «los dos pasos entrando al encuentro en la Catedral fue una emoción indescriptible», confiesa Casares. Apunta el capataz que cada uno porta a la Virgen o al Cristos «por una razón, una amistad, una devoción o una promesa».

Tras la grata experiencia de llevar a la Virgen llegó el momento «de intentar llevar al Santísimo Cristo de Burgos de forma vertical con aquel fatídico Domingo de Ramos que a todos nos dejó atónitos». La cruz se partió en su base. El cristo cayó a plomo en la calle de San Gil, nada más empezar.

«La templanza de todos, cofrades, directiva, cofradías y costaleros nos empujó a llevarle dolorido y deteriorado en procesión igualmente. Quizás aquel día fue el mayor sentimiento de apoyo de toda una ciudad hacia nuestra cofradía», recuerda Casares.

Cada Jueves Santo es especial, «son nervios, preparativos y lo más importante, saber a quién llevas en tus hombros. Ser costalero es un sentimiento, pero quién entra en un paso difícilmente sale de él. Burgos tiene una tradición que poco a poco va ganando adeptos y q lucha por seguir engrandeciendo nuestro sentimiento cofrade», asegura Casares.

Por tradición

A muchos, ser costalero les viene por la tradición familiar. No porque sus antepasados lo hayan sido, que en Burgos la tradición de salir con los pasos a hombros llegaba bien entrado el siglo XXI, sino porque sus padres y abuelos, o son, cofrades.

El prior de la cofradía es Luis Manuel Isasi. Es uno de esos hombres a los que ser cofrade le viene de familia; su abuelo lo fue; su padre lo es; o la familia Marañón. Fernando es el más veterano de la cofradía en la que este año cumple 65 años: «Desde los 15 llevo y he hecho de todo», confiesa. Hasta es cofrade de honor. Él sigue saliendo en las procesiones; sus hijos tocan en la banda.

O César Caballera padre e hijo. Sea con el traje de cofrade, capa y capirote o sea bajo la carroza, los dos han mamado la tradición familiar y han recogido el testigo y el padre y el hijo siguen con ella. Y como ellos, muchos más que tienen en estos días un compromiso ineludible.

Y es un compromiso, recuerda Isasi, que se perpetúa a lo largo del año porque los actos mensuales son habituales, como la misa por los cofrades fallecidos, sus familias y amigos , que se celebra los primeros domingos de mes en el altar del Cristo de las Gotas.

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