La profesora Cristina Juárez en su centro de Burgos: Sonrieducando. Sara Sendino
Burgalesa nominada a mejor profesora de España

Cristina Juárez: «Hay etapas en las que no deberíamos darles una pantalla ni para media hora»

La profesora nominada a mejor de España imparte educación no formal desde su centro, Sonrieducando, con el que lleva siete años fomentando el respeto, la autonomía y el conocimiento de las emociones entre los más pequeños en Burgos

Lunes, 27 de noviembre 2023, 07:38

Cristina Juárez inauguró en Burgos su centro de educación no formal, Sonrieducando, hace siete años. Ahora, es candidata en los premios Abanca a mejor docente de España, puesto que los padres de sus alumnos y los niños mismos la han propuesto para ello. La ... final será en febrero de 2024, cuando se conozca el veredicto.

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Al principio, Juárez daba clases en su casa y juntaba en un mismo espacio a niños de distintas edades. Sin embargo, el negocio fue creciendo y expandiéndose, hasta llegar a ser cuatro profesores en total y tener un local de dos plantas en el barrio de Villímar.

Para Juárez, la enseñanza no formal existe para completar a la formal, a la de colegios y academias, ya que «hay carencias» que se deben cubrir. En su centro, que incluye a niños de Educación Infantil, Primaria y Secundaria, intentan ayudar a las familias y a los propios pequeños, a desarrollar otras habilidades como la inteligencia emocional, el respeto y la empatía a la vez que refuerzan los conocimientos adquiridos en clase.

«Se trabaja la habilidad social, habilidades manipulativas y habilidades que están muy relacionadas con la parte académica pero, sobre todo, con la parte emocional, que es una carencia que desde los coles a veces no llegan a ella y nosotros sí que intentamos hacer mucho hincapié», explica la profesora.

«Nosotros trabajamos de forma individual con cada uno de ellos y luego hacemos una parte cooperativa», aclara Juárez sobre su método. Ella ha estudiado Magisterio y posee menciones en educación física e inglés, pero también se ha formado en inteligencia emocional y la primera etapa de la enseñanza Montessori: prácticas que emplea actualmente en Sonrieducando.

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A este centro acuden niños con o sin necesidades específicas, pero todos son escuchados para, después, ser enseñados. «Basándonos en el ritmo de cada uno podemos integrar a todos en la sociedad», defiende Juárez, quien habla así del apoyo educativo y personal que dan a los niños. Además, «se trabajan diferentes competencias para generar esa curiosidad sobre el aprendizaje», parte troncal del trabajo de este centro.

Cristina Juárez muestra los juegos de madera creados en su centro de Burgos. Sara Sendino

Esto se consigue, por ejemplo, a través de juegos y dinámicas. En Sonrieducando tienen juegos propios, como un dado de madera con doce emociones para que los niños, sin necesidad de hablar, comuniquen a los docentes cómo se encuentran. Este método facilita el acercamiento entre profesor y alumno, con el objetivo de conocerse mejor y adaptar las actividades a cada uno.

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El respeto, un pilar fundamental

Sin embargo, para llegar a conocerse entre profesores y alumnos y entre los propios niños y que las dinámicas funcionen a la perfección se necesita un ingrediente principal: el respeto. En Sonrieducando este valor es primordial, y los cuatro docentes trabajan como un equipo conjunto que intenta dar ese ejemplo a los niños.

«Creo que el respeto es la parte fundamental en la que nos tenemos que basar en educación», sostiene Juárez, que indica que este no tiene que ser sólo hacia los profesores; sino también hacia los materiales, el aula y el resto de compañeros. «El respeto para mí engloba el poder tener un funcionamiento bueno tanto entre ellos como con nosotros como en el entorno donde están».

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«Un profe sin vocación no debería ser profe»

Cristina Juárez es crítica con el sistema educativo actual y considera que le «queda mucho» para ser más comprensivo y estar adaptado a los alumnos. «Tenemos que hacer un cambio de paradigma a nivel del sistema y profesorado. Siempre digo que un profe sin vocación no debería ser profe», defiende.

Sin embargo, la profesora burgalesa también propone soluciones al respecto: «Se podrían plantear las clases en colegios de otra forma, diversificar y, sobre todo. Cambiar los objetivos y el planteamiento de esas clases y empezar por una parte emocional de los niños, conocerles, bajar un poco los ratios para que los profesores sí que se encuentren más cómodos y puedan tener una actuación mucho más directa con los niños, un conocimiento y una escucha con ellos», detalla.

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Juárez considera esta «escucha activa» un pilar para establecer «cercanía, compromiso y, sobre todo, una comprensión» sobre los escolares. Advierte que, si no se realiza así, «va a ser imposible que ningún tipo de conocimiento entre en su cabeza», ya que si la parte emocional no se gestiona bien, la parte académica tampoco funcionará.

De hecho, en el centro de Burgos, Juárez practica esta escucha activa con sus alumnos, a los que trata de conocer y les pregunta cómo están cada vez que acuden. Reconoce que, hasta que los niños no están a gusto, no pasan a la parte educativa, y en ese momento es cuando comienzan a aprender con gusto y a desarrollar habilidades como la curiosidad y el deseo de adquirir conocimientos.

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Pantallas sí, pero con un uso responsable

Cristina Juárez no niega que las pantallas sean ya una parte de la clase, pero aboga por un uso responsable de las mismas. «Aquí les enseñamos a usarlas siendo conscientes de lo que hay», señala. Defiende que debe haber un aprendizaje previo al uso de estos dispositivos: «Tiene que haber primero un uso y un aprendizaje y, a partir de ahí, podremos usarlo bien, de forma que beneficie a ese alumno».

Por ejemplo, en Sorieducando las pantallas entran en clase cuando los niños tienen unos seis años. «Las introducimos con un objetivo y un conocimiento de causa: cómo ese niño las va a usar, para qué las va a usar y si antes las ha usado». Juárez destaca que, muchas veces, los docentes observan que algunos niños «anteriormente han creado una adicción que es muy difícil de quitar», por eso defiende que «no se les puede dar una pantalla a la ligera».

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Una estampa que se ha vuelto muy habitual por la calle o en cafeterías y restaurantes es la de niños e incluso bebés mirando un móvil desde su carrito. Sin jugar, sin curiosear: sólo mirando la pantalla. A Juárez esta decisión le parece «contraproducente». «Hay etapas en las que no deberíamos darles una pantalla, pero ni para la media hora que tenemos en el restaurante de espera o mientras yo me tomo un café», sostiene.

La profesora apela a que los padres hagan «autocrítica» para no crear adicciones a los pequeños. Señala que los progenitores deberían proponerse otras formas de entretener a los niños, como cuando el acceso a las pantallas no estaba tan estandarizado. «A día de hoy hay un montón de recursos», indica Juárez, que se pueden encontrar en la web o en las propias redes sociales y que los padres pueden llevar a la práctica.

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Los niños quieren tiempo de calidad con sus padres

Juárez defiende que el tiempo que unos padres dedican a jugar con sus hijos «es muy necesario». Además, explica que hay niños a los que sus progenitores «trasladan» el nerviosismo con el que viven. También le llama la atención la pérdida de comunicación que se produce en las familias por no relacionarse o debido al abuso de pantallas.

La docente señala que no se necesitan estos aparatos para desarrollar la creatividad, ya que se puede hacer «con muy pocos materiales». «Al final, lo que los niños quieren es que tú estés con ellos, que tú pases tiempo con ellos y que durante esa actividad, que puede ser un folio y unas pinturas, estés con él creando y pasando tiempo. Los niños lo que necesitan a día de hoy es tiempo de calidad».

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Otro comportamiento que ha observado Cristina Juárez, ya más propio de los adolescentes, es su cambio de aspiraciones en la vida debido al uso de redes sociales. «Muchos niños adolescentes nuestros quieren ser youtubers», explica. «Nosotros lo hablamos con ellos y les encaminamos y orientamos a ir buscando lo que a ellos les hace felices, pero siendo conscientes de lo que hay, de la realidad».

La nominación a mejor docente, alas para seguir con su labor

A unos días de vacaciones, a Cristina Juárez le llegó una buena noticia: había sido nominada por padres de sus alumnos a mejor docente de España. «Realmente aluciné», declara con una sonrisa al recordar aquel día y, sobre todo, quiénes le habían nominado.

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Con Sonrieducando, Juárez pretendía «conseguir que en Burgos hubiese un espacio creado por y para los niños en el que estuviesen realmente a gusto y aprendiesen bajo sus curiosidades y bajo una motivación real». Por eso, ser parte de este premio le ha dado «más alas para seguir luchando por la infancia y poder conseguir todo lo que me proponga con ellos», sonríe orgullosa.

Ahora, después de enviar la documentación requerida por Abanca, Juárez espera con ansias la final, que serán en febrero de 2024 en Galicia. Para ella la nominación «es lo más grande. Ganar o no ganar ya dependerá de otras muchas cosas. Para mí ya esto y este año ha sido lo más grande».

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