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Apenas medio centenar de burgaleses se han concentrado esta tarde en la Plaza de Santiago, movilizado por las redes sociales, para mostrar su rechazo al asesinato de Gabriel Cruz. También para mostrar su apoyo a la hija de Ana Julia, residente en Burgos y que ... ha sido víctima, durante las útlimas horas, del acoso de las redes sociales y de algunos medios de comunicación, hasta tal punto de acabar ingresada en el Hospital Universitario de Burgos con un cuadro de ansiedad.
La movilización ha sido espontánea, o casi. Se ha realizado por las redes sociales, pero sin excesiva publicidad, pues se evitaba precisamente la presencia de cámaras de televisión y fotógramos. Los mismos que han ocupado durante toda la jornada el camino Casa La Vega desde que se conociese, en la jornada del domingo, la vinculación de Ana Julia, detenida por el secuestro y posterior asesinato del pequeño almeriense, con la ciudad burgalesa.
Ana Julia residió en Burgos durante dos décadas, y era muy conocida en el barrio, que se encuentra consternado y sorprendido por lo ocurrido. Como una «chica normal», primero vivió en el número 41 de Casa La Vega, con el padre de su hija. Luego, el matrimonio se trasladó al número 33, donde la propia Ana Julia residió hasta que en 2014 se marchó a Almería con el que era, entonces, su pareja, un joven de Salas de los Infantes.
Los vecinos aseguran que «hacía mucha vida en el barrio». De hecho, se la veía habitualmente tomando café en un bar próximo a su bloque y trabajó, durante mucho tiempo, en una de las carnicerías de la calle. «Nos ha dado de comer a todos», apuntaban los vecinos, mientras aseguraban que «nadie se esperaba algo así», ya que «era una persona muy cariñosa», una «buena chica». Los vecinos también coinciden en que se preocupaba por su hija mayor, y que se las veía pasear juntas hasta que se marchó a Almería. De ahí que los vecinos quieran proteger a la joven, de 24 años, que «es una chica encantadora» y «lo está pasando muy mal».
Igualmente, los vecinos recuerdan el trágico suceso en el que se vio envuelta Ana Julia en 1996, cuando su hija de 4 años, fruto de una relación anterior en República Dominicana y que acababa de llegar a Burgos, se precipitó por la ventana de un séptimo piso al patio interior. Un hecho que está investigando, de nuevo, Policía Nacional, antes de decidir si reabre el caso que se cerró como un suceso accidental.
Los policías que investigaron este suceso no apreciaron indicios de criminalidad ni hallaron nada anormal en la vivienda, según aparece recogido en el auto policial y en el acta de inspección ocular de la Policía Judicial y Científica, a los que ha tenido acceso EFE. Fue, precisamente, el padre adoptivo de la pequeña, el que a las ocho de la mañana del 10 de marzo alertó de lo ocurrido.
El hombre explicó a los agentes que, al despertarse a las 7:30 de la mañana del 10 de marzo, acudió a la habitación donde dormían juntas las dos niñas y se percató de que no se encontraba en la cama la mayor de ellas. Así, se dirigió a un cuarto contiguo que era donde las niñas jugaban y vio que la ventana, de doble hoja y que da acceso a un patio interior, se encontraba abierta y la persiana estaba subida casi hasta arriba. Además, junto a la ventana, se encontraba una mesita de unos 40 centímetros de altura. Al asomarse es cuando pudo ver a la niña tumbada muerta en el patio interior.
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