La búsqueda de la fosa de la Cartuja no se detiene pese al cambio de opinión del prior

Eso no significa que la investigación se haya paralizado. Los investigadores siguen realizando indagaciones para «tratar de acotar al máximo» el lugar en el que puede estar la fosa. «Estamos trabajando con fotografías aéreas actuales y de los años 50 de aquellos vuelos americanos, pero no se puede georradar. Al ser una zona boscosa, el georradar capta muchas raíces en el subsuelo», explica Montero. El arqueólogo asegura que siguen trabajando, haciendo indagaciones, investigaciones para dar con el punto exacto. «La fosa sabemos que está aquí, hay evidencias contrastadas de ello, pero hay que acotar más antes de ponernos a excavar», señala.

Los arqueólogos esperan que con este trabajo que se está haciendo el prior cambie de opinión y les permita volver a buscar en el lugar. «El prior de la Cartuja siempre ha sido comprensible, se ha mostrado diligente y ha colaborado. Seguramente, como las familias, pensaba que el trabajo sería más rápido, cuando se empezaron a alargar, se inquietó», explica Montero. «Hay que tener en cuenta que la investigación en el terreno perturba el modo de vida de los cartujos, en silencio y recogimiento. Es complejo», añade.

Tras el intento fallido de agosto, los arqueólogos querían retomar los trabajos en octubre, pero no consiguieron autorización del prior. La fosa común está en terrenos que, actualmente, pertenecen a la orden de los cartujos y se necesita su permiso. Montero espera retomar las conversaciones con la orden después de la Navidad. Confían en que con el avance de las indagaciones y con una superficie más acotada, «acotada al máximo», el prior cambie de opinión y nos deje entrar.

«No queremos hacer sondeos indiscriminados. Cada vez que entramos se tiene que retirar mucha maleza. Estamos ahí dos o tres arqueólogos y la excavadora durante unos días. Es complicado por el terreno boscoso y se perturba la rutina de la orden», explica Montero.

Pero el arqueólogo también señala que siguen trabajando, y no dejarán de hacerlo, para dar con el enterramiento de aquellos represaliados de los primeros días de la Guerra Civil en Burgos. Con esas indagaciones fuera del terreno se quiere acotar el punto para disipar las dudas del prior.

Porque la fosa saben que está ahí. «En la memoria que hemos presentado al Ayuntamiento sobre estos trabajos se indica que no se ha encontrado la fosa no porque no esté, sino porque no se ha podido sondear la finca», explica el arqueólogo. Se trata de una finca grande, boscosa. En el año 1936, cuando se asesinó y enterró ahí a una decena de personas, había más claros que en la actualidad, por lo que hay que comparar el paisaje y desbrozar mucho. Un trabajo lento que mina la esperanza de los familiares de la Agrupación de Familiares de Represaliados en la Cartuja de Miraflores y que, ahora, también acaba con la paciencia de la orden, que en un primer momento había dado su autorización.

La excavación en este lugar está impulsada por la Agrupación de Familiares de Represaliados en la Cartuja. De momento, solo se han gastado 2.000 euros del total de la ayuda concedida por la Federación Española de Municipios y Provincias al Ayuntamiento para este fin. Si no se prosigue con el proyecto hay riesgo de que se pierda el restante de la ayuda. Por ello se necesita que la Cartuja dé permiso para trabajar, ya que la fosa está documentada en ese lugar.