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Javier Achirica, presidente del Colegio de Arquitectos de Burgos
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Javier Achirica, presidente del Colegio de Arquitectos de Burgos
«Burgos tiene que intentar ser ambiciosa»Javier Achirica lo tiene claro: cualquier ciudad que se precie de serlo ha de evolucionar y sus responsables políticos han de ser ambiciosos, pero manteniendo siempre una visión profesional. Y Burgos no es una excepción. Por eso, el presidente del Colegio de Arquitectos aplaude iniciativas como la del túnel en la calle Santander, el Mercado Norte o el malogrado proyecto de Burgos Río. Actuaciones transformadoras que, eso sí, exigen de un desarrollo muy medido, en el que su gremio es parte fundamental.
Eso sí, reconoce que a veces, las administraciones no cuentan del todo con la opinión de los expertos, lo que a su juicio supone un error. De todo eso y más charla Achirica con Burgosconecta.
Pregunta.- ¿Cómo describiría Burgos desde un punto de vista arquitectónico?
Respuesta.- Buff. Vaya pregunta. Eso da para una tesis. Bueno, la verdad es que Burgos tiene muchos matices. En la zona centro, hay mucho que destacar, desde la Catedral a todas las iglesias y monumentos. A partir de ahí, a lo largo de los años, la ciudad ha crecido, lo que ha generado una gran variedad de estilos. Por ejemplo, no es lo mismo la expansión de Gamonal que la de zonas como la Avenida de la Paz o Reyes Católicos, que son completamente diferentes. Además, desde los años 90 hasta hoy ha habido un crecimiento significativo en las zonas oeste y este de la ciudad, que tienen sus características propias. Luego, tenemos muchos edificios catalogados por la Fundación Docomomo, que tienen su importancia, a pesar de que muchos pasan desapercibidos. Al final, yo creo que Burgos no tiene una identidad arquitectónica tan clara. Tiene un poco de todo.
Vayamos al barro. ¿Qué opina del proyecto de la calle Santander?
A grandes rasgos, desde una perspectiva personal y técnica, creo que cualquier intervención en la ciudad es positiva. Las ciudades necesitan de todo tipo de intervenciones: unas más pequeñas y otras de medio o largo plazo. Cuando un equipo de Gobierno plantea una iniciativa que impacta la ciudad, independientemente de cuál sea, me parece algo positivo. Hay que ser ambiciosos y reconocer que la vida en la ciudad ha cambiado; ahora se habla mucho de pacificar el tráfico y mejorar la calidad urbana, y eso me parece un buen enfoque.
Luego, eso sí, hay que analizar el trasfondo de esas intervenciones. A nivel de anteproyecto, hay cosas que se tendrán que analizar más a fondo, especialmente la viabilidad real de la ejecución. Personalmente, creo que la parte más conflictiva es el tema del tráfico. No tengo los datos para saber si realmente se han estudiado correctamente los desvíos y si esos cambios mejorarán los tiempos de tránsito. Y la zona del túnel es, sin duda, la parte más difícil. El espacio es muy justo y, aunque no soy experto en ese campo, parece que hay mucha limitación de espacio, sobre todo cerca de las fachadas. Este es un tema que, por supuesto, tendrá que analizarse con más detalle en la fase de redacción del proyecto.
El proyecto de la calle Santander está muy vinculado con la intervención en el Mercado Norte, que aspira a ser un edificio singular.
Sí. El Mercado Norte es una pieza clave. Hubo un concurso para su diseño, en el que yo mismo participé como jurado, y el equipo ganador presentó un proyecto de gran calidad. Luego, eso sí, hubo un cambio de gobierno y en un inicio parecía que se iba a descartar, pero luego se meditó el asunto y se mantuvo el plan. Yo creo que ese edificio tiene el potencial de dinamizar y mejorar la imagen de la ciudad. Además, el mercado tiene un impacto significativo, no solo por el edificio en sí, sino también por la intervención en el entorno, como la zona de Hortelanos. Eso modificará el aspecto de la ciudad. El mercado provisional está funcionando, pero la cuestión de su futuro, especialmente cómo se va a financiar, sigue siendo incierta.
Seguimos con proyectos, en este caso marcados por la polémica: los aparcamientos en altura.
La verdad es que no estamos acostumbrados a este tipo de infraestructuras y a lo mejor chocan en un primer momento. Pero lo más importante es que estos proyectos necesitan el respaldo de la gente, especialmente de los residentes en las zonas afectadas. Por lo que he leído, el equipo de gobierno actual no tuvo en cuenta la opinión de estas plataformas vecinales al principio, lo que me parece un error. Es importante que haya consenso y participación ciudadana. Ahora, parece que el Ayuntamiento se va a reunir con estas plataformas, lo cual es positivo. Lo que parece claro es que hay una necesidad de aparcamiento. Ahora hay que ver de qué manera. ¿En altura? ¿Soterrado? Sea cual sea, genera un impacto en la ciudad y debe estar consensuado políticamente y con la gente.
¿Se ha confundido entonces el Ayuntamiento a la hora de dar los pasos?
Yo no me dedico a la política. Cada equipo de Gobierno tiene sus propios tiempos y formas de trabajar. Ellos entienden que deben actuar de una manera determinada, pero no siempre sé si es lo más adecuado. La política tiene sus propios plazos y, a veces, es complicado para todos llegar a un consenso.
Sin alejarse mucho del aparcamiento de María Amigo, parece que al fin hay un plan más o menos concreto para el pueblo antiguo de Gamonal.
Eso parece. Y es totalmente necesario, la verdad. El antiguo pueblo de Gamonal quedó rodeado por lo que era básicamente un desierto de terrenos sin edificar, principalmente por el crecimiento del polígono industrial. Además, las propiedades están divididas entre muchos herederos, lo que complica cualquier intervención. Ahora, el Ayuntamiento parece que ha decidido intentar regenerar la zona, ya sea con fondos europeos o mediante distintas formas de participación, y me parece algo positivo. No se puede dejar que esta parte de la ciudad se deteriore con el paso del tiempo.
¿El PERI lo ha complicado todo un poco más?
Bueno, el Plan Especial para Gamonal es uno de los motivos por los cuales la intervención en esa zona ha sido limitada. Es algo que ha sido cuestionado por algunos, pero se redactó con un proceso que incluyó una fase de alegaciones, donde la ciudadanía y los propietarios afectados pudieron participar. El plan se aprobó y está en vigor, nos guste más o nos guste menos. Al final, el urbanismo regula y es necesario; si no, esta sería una ciudad sin ley. Además, las limitaciones afectan a todos, y tenemos ejemplos de éxito, como el propio edificio municipal de la calle Vitoria, que ha tenido un resultado muy positivo. Como todo, habrá casos en los que sea más fácil que en otros llegar a buen término, pero creo que intervenir en el antiguo pueblo de Gamonal es algo necesario.
Hablaba antes de regulación urbanística y precisamente ahora se está trabajando en una importante la modificación del PGOU. ¿Qué esperan?
Desde el Ayuntamiento no tenemos noticias sobre cómo se encuentra el proceso. En algunos casos, siguen aplicando el plan de 2014 porque hay cosas que no se pueden modificar, por lo que entiendo que es necesario actualizarlo. El PGOU es un documento vivo, que se va modificando conforme se presentan nuevas necesidades. A veces se detectan cosas que deben complementarse, modificarse o incluso eliminarse, como por ejemplo, la transformación de viviendas en pisos turísticos, que ahora se regula de manera distinta. También se trata de temas prácticos, como la necesidad de habilitar más plazas de garaje, por ejemplo.
En los últimos tiempos, el Colegio de Arquitectos ha tenido algún encontronazo con el Ayuntamiento. ¿Las relaciones son fluidas?
Lo que ha pasado es que nosotros estamos pendientes de todo aquello que pueda interesar a la profesión, y una de esas partes es analizar todos los concursos que se convocan por parte de todas las administraciones, no sólo el Ayuntamiento de Burgos. A partir de ahí, si cuando leemos el pliego vemos algo que nos parece mejorable, lo decimos, ya que el objetivo de un concurso público es elegir la mejor de las propuestas posibles, y cuantas más propuestas se presenten, mejor. ¿Cómo se consigue que se presente el mayor número de propuestas? Dando un plazo razonable para el desarrollo del concurso y estableciendo unos honorarios acordes al trabajo que se va a desarrollar. Y si se decide que sea un jurado el que elija el proyecto, lo lógico es que sea un jurado profesional, formado por expertos en la materia. No me parece lógico que en concursos con 10 o 12 personas en el jurado, sólo tres sean técnicos, por ejemplo.
¿Es esa una práctica habitual en las administraciones?
Pues a veces sí. Y cuando nos parece eso, recurrimos; y cuando recurrimos, a veces parece que no sienta bien, que es lo que ha pasado en alguna ocasión. Te puedo poner un ejemplo: cuando salió el primer pliego del Mercado Norte, lo recurrimos, porque entendimos que era mejorable. No nos hicieron caso y resulta que el concurso quedó desierto. Nadie se presentó. Luego hubo un segundo concurso en cuyo pliego se incorporaron parte de nuestras alegaciones y ¿cuál fue el resultado? Que se presentaron un buen número de ofertas, y algunas de ellas de bastante calidad, por cierto.
Tras el complejo de la Evolución Humana Burgos no ha desplegado ningún grandísimo proyecto, algo que parece que todas las ciudades buscan. ¿Es necesario?
Pues yo creo que sí. Al final, todas las ciudades evolucionan e intentan ser ambiciosas y Burgos también tiene que intentarlo. Hay que cuidar lo que hay, evidentemente, pero eso no está reñido con hacer intervenciones de calado. El anterior equipo de Gobierno, de hecho, lo intentó con Burgos Río. Yo estuve en el jurado de ese concurso y los finalistas presentaron un trabajo bárbaro. En todo momento, nosotros entendimos que se trataba de un Plan Director sobre el río, que al final es lo que vertebra toda la ciudad. Se trataba de un documento con actuaciones a largo plazo al que en cualquier momento se le podía echar mano y avanzar, como puede ser el Plan Municipal de Vivienda, pero entiendo que la política a menudo busca la inmediatez.
¿Se perdió entonces una oportunidad con Burgos Río?
Creo que sí, que se perdió la oportunidad de tener un instrumento del que poder echar mano en cualquier momento. En todo caso, el proyecto sigue estando ahí, es patrimonio del Ayuntamiento.
Hablando de vivienda, uno de los temas más candentes es el de las inspecciones técnicas (ITE). Da la sensación de que se está siendo algo laxo en este asunto.
Con este tema hemos visto un cambio de dinámica. Cuando entró en vigor la normativa ITE, se empezó con la revisión de los edificios más antiguos y el primer saco fue muy grande. A partir de ahí se ha ido ajustando y al llegar a los edificios construidos en los 70', la lista anual se ha ido reduciendo. Lo curioso es que la tendencia inicial era que la gran mayoría de los edificios que tenían que pasar la revisión en los primeros años la presentaba. Con el paso de los años esa tendencia se ha cambiado y ahora llegamos al mes de noviembre y a veces se han presentado sólo el 15% de los que tienen que pasarla ese año.
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¿A qué se debe?
Pues no lo sé con certeza, pero entiendo que ahí confluyen dos cosas. Por un lado, los edificios que deben pasar ahora la revisión ya están construidos en su mayoría en hormigón y a priori no presentan unos problemas tan serios como podrían presentar los más antiguos. Y luego, está el hecho de que antes se notificaba la obligación a todos los propietarios y ahora esa notificación se dirige directamente a la comunidad o al administrador de fincas, lo que quizá haga que los vecinos quizá no tengan ese conocimiento y sientan esa urgencia. En todo caso, hay que hacer hincapié en la importancia de las ITEs. Al final, esto es como la ITV del coche. A nadie se le ocurre circular con un coche en mal estado.
Las ITEs han venido de la mano en los últimos tiempos de multitud de rehabilitaciones financiadas por fondos europeos. ¿Qué impacto están teniendo?
Para empezar, hay que tener en cuenta que ya la Junta de Castilla y León tenía subvenciones en esta materia, aunque con condiciones diferentes. Ahora, con los fondos europeos se tramitaron un montón de proyectos, pero el problema es que se está tardando muchísimo en resolver parte de esos expedientes. Date cuenta de que no sólo son expedientes de comunidades completas, sino que en muchos casos son de particulares para hacer un cambio de ventanas, por ejemplo. Ese es el problema, que yo confío en que se vayan resolviendo las ayudas, porque hay muchas comunidades que están esperando para empezar las obras.
En todo caso, bienvenidos sean esos fondos, ¿no? La rehabilitación está siendo muy importante en la ciudad.
Sí, sí. Sin duda. Aunque, eso sí, hay proyectos más acertados que otros. Al final, la envolvente de un edificio modifica su imagen y estamos asistiendo a algunas fachadas que las ves y dices: ¿pero esto qué es?
Más allá de las rehabilitaciones, la atención se centra en la obra nueva. ¿Se ha recuperado el ritmo en Burgos?
Sí. Bueno, sí si tenemos en cuenta de dónde venimos. En 2007, el mejor año de la historia, se visaron casi 7.000 viviendas en Burgos. De ahí pasamos a visar doscientas cuarenta y tantas en 2013. Eso es una caída del 97%. Ningún sector puede mantenerse en esas cifras. Luego, en los últimos 11 años hemos ido recuperando terreno y en los últimos ejercicios nos hemos movido en el entorno de las novecientas y pico viviendas, hasta que el año pasado conseguimos superar las 1.000 en toda la provincia. Luego, va por zonas. Miranda, por ejemplo, ha estado paralizada un montón de años y en 2024 hubo un par de promociones relativamente grandes que mejoraron los datos una barbaridad. En Aranda también ha pasado algo parecido. Y en Burgos, hemos asistido a un fenómeno que antes no teníamos, como son promociones muy grandes en muy pocos sitios. Tenemos el ejemplo de Artillería o del Bulevar, donde las nuevas torres tienen muchas viviendas.
Aún así, la oferta no cubre la demanda, ¿no?
Eso es lo que estamos percibiendo, y no solo en Burgos. Ahora, todas las obras que se empiezan están vendidas sobre plano y, si una persona está buscando vivienda nueva y no está atenta, no encuentra nada. Esto recuerda un poco a los años 2000.
¿Esa es la razón del incremento de precios?
En parte, sí. Si hay poca oferta y mucha demanda, el precio sube. Pero también están subiendo porque desde el inicio de la guerra de Ucrania hemos asistido a un aumento brutal de los precios de muchas materias primas. Unos precios que luego se han mantenido. Y no parece que la cosa vaya a cambiar.
Mencionaba antes las nuevas promociones del Bulevar. Se trata de proyectos singulares, ¿no?
Sin duda. Es algo a lo que en Burgos no estábamos acostumbrados. Al final, el Bulevar tiene una gran amplitud y permite ese tipo de construcciones diseñadas por el equipo de Herzog & De Meuron.
¿Qué problemas afronta ahora mismo el sector?
Quizá el más importante sea la falta de relevo en la propia ejecución de las obras. Durante muchos años no se ha potenciado lo suficiente la formación profesional, que al final ofrece unos trabajos muy dignos, en un sector en el que además existe una buena posibilidad de crear tu propia pequeña empresa y crecer. Se ha desatendido esa opción desde el punto de vista educativo y social. Al final, se ha pensado en que tener un título universitario tenía mayor proyección, mayor prestigio, y no tiene por qué ser así. Además, la crisis hizo mucho daño. Al margen de que la construcción quedó denostada, hubo gente que trabajaba en el sector, se quedó en paro y se refugió en otro sector. Esa gente no ha vuelto. Y, no hay que engañar a nadie, hay que tener en cuenta que la obra, depende de en qué fase se encuentre, es dura, ya sea en Burgos con el frío o en Sevilla con el calor.
¿Y los arquitectos? ¿Salen con trabajo de la facultad o se encuentran con una mano sobre otra como sucedió tras la crisis?
Sí y no. Nosotros tenemos relevo. Las bajas que vamos teniendo por jubilaciones las vamos cubriendo, más o menos. En el caso del Colegio, nos movemos siempre en torno a los 300 colegiados. Lo que ha cambiado son las condiciones, sobre todo en los inicios. Ahora me parecen mucho más difíciles. Cuando yo terminé la carrera, había como ocho o nueve escuelas de arquitectura en España, y ahora hay casi 40. Hay muchísimos más arquitectos y el volumen de trabajo es el que es. Antes, cuando te colegiabas, te ponías por tu cuenta. Ahora, sin embargo, mucha gente joven empieza asociándose para compartir gastos y colaborar o, directamente, acaba entrando en grandes estudios como colaborador o empleado por cuenta ajena con las condiciones que sean. Y claro, si ese estudio baja el nivel de proyectos, prescinde de gente.
¿Tenemos estudios de arquitectura de primer nivel en Burgos?
Sí. No quiero entrar a dar nombres, porque no querría dejarme a ninguno o destacar más a unos o a otros, pero sí, en Burgos hay estudios de arquitectura con capacidad para pelear por proyectos importantes. De hecho, tenemos varios casos en los últimos concursos públicos. El problema, no obstante, es que presentarte a un proyecto de cierta envergadura no es fácil para estudios que no sean grandes. Al final, para acudir a ese tipo de concursos, tienes que dejar de hacer lo que estás haciendo para trabajar en ellos, y esos supone dinero. A veces, incluso tienes que subcontratar a alguien para que te ayude a terminar el proyecto en el plazo indicado o tienes que montar un equipo multidisciplinar. Y eso, evidentemente, es una barrera para participar en algunos concursos. Por eso creo que es importante lo de los honorarios de lo que hablábamos antes. Incluso creemos que en algunos concursos sería adecuado otorgar un segundo y un tercer premio para, al menos, compensar el coste que ha generado ese trabajo.
¿Tenemos que aprender algo en Burgos en particular y España en general de nuestros vecinos?
Quizá, yo haría hincapié en el reconocimiento que se tiene sobre la profesión. Antes, en España, la arquitectura tenía cierto prestigio, pero el paso del tiempo, las crisis y la liberalización de las tarifas han hecho que ese prestigio muchas veces se haya perdido. Y es una pena, porque somos muy importantes. Al final, todos vivimos en una casa diseñada por un arquitecto, fuimos a un colegio diseñado por un arquitecto y vamos a trabajar, a comprar o a pasar el tiempo a lugares diseñados por arquitectos. Y en otros países sí que detectamos que el arquitecto sigue manteniendo ese prestigio y, por ejemplo, no se discuten tanto sus honorarios o su profesionalidad. Deberíamos volver a dignificar la profesión para, por ejemplo, acabar con la incertidumbre con la que trabajamos en España. Muchas veces me preguntan, ¿cómo va a ser el 2025? Y yo respondo: el 31 de diciembre te diré.
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