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La Romería de la Virgen Blanca es una cita ya clásica en el calendario festivo de la ciudad. Unas 8.000 personas se han dado cita este domingo en el Castillo para celebrar, unos la romería y procesión de la Virgen María que se venera en la parroquia de San Pedro de la Fuente, otros a disfrutar de los pinchos de las peñas instaladas en el aparcamiento; otros la paella que prepara el Hipermercado Alcampo con decenas de voluntarios.
Una fiesta que ha calado en los peñistas y en los burgaleses en general que este año cumple 30 años. Fue la idea del que fuera concejal de Cultura y presidente de la Casa de Europa, José Sagredo. Empezó de manera modesta y pronto, el trabajo de la Federación de Peñas culminó con esta conmemoración.
Desde primeras horas de la mañana, ya estaban montadas las carpas y las jaimas en las que se distribuían las peñas; y en otro apartado, los varios cientos de kilos de arroz y de los ingredientes que acompañan a la paella. Los voluntarios dieron todo de sí para ofrecer este plato único que 5.000 burgaleses y foráneos (gente de Tenerife que vino a ver a los chicharreros por la tarde al Estadio de El Plantío).
La tradicional cita comenzó a las 11:45 con la concentración de romeros en la iglesia de San Pedro de la Fuente, donde descansa la imagen para sacarla en procesión a partir de las 12:00. Pronto llegaron a la explanada para celebrar la eucaristía que presidió el párroco de San Pedro, Gabriel Moreno
Tras la subida al Castillo y la misa llegó el momento más esperado. Las reinas de las fiestas del año 23; la nueva corte, miembros de la Federación de Peñas y de la Hermandad, con sus presidentes al mando, Miguel Santamaría y José Manuel Carbonell, y las autoridades de la ciudad se enfundaron el mandil para repartir las raciones.
La cola de personas era enorme. Imposible saber qué cantidad de gente podía haber; algunas de ellas se llevaron una silla de camping para descansar en la larga espera. Al final, como siempre, éxito de organización y participación. Todos contentos porque el ensayo del Curpillos había salido bien.
Una fiesta, la del 7 de junio, que será diferente a la de otros años. El cambio de emplazamiento a La Quinta, en las cercanías de las Veguillas.
Hasta la Guerra de la Independencia, en el cerro del Castillo, se levantaba una pequeña ermita. Los franceses la volaron junto a la fortaleza en 1813. Pero se salvó de la voladura una pequeña talla de la Virgen. Tras aquel desastre, la estatuilla se custodió en San Nicolás y posteriormente, para su veneración se llevó a la parroquia de San Pedro de la Fuente.
¿De dónde viene esta devoción? Cuenta la leyenda que una hija de Diego Rodríguez— El Porcelo, el fundador de Burgos— Sula Bella, paseaba por este bosque junto al Castillo y se le apareció la Virgen. Le habló de que, en una cueva junto esa ladera
había una pequeña imagen de la Madre de Dios, que se escondió para que los árabes no supieran de su existencia y la profanaran.
De aquella leyenda surgió la devoción a la Blanca y su ermita. Es el precedente más antiguo de la romería que se celebra cada año el último domingo de mayo.
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