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El Aeropuerto de Burgos lleva un año sin vuelos comerciales. En la tarde del 17 de diciembre de 2021 despegó el último de los aviones de Air Nostrum, con destino Barcelona. Un día más tarde, se rescindía el contrato con la filial de Iberia ... y, desde entonces, ninguno de los numerosos contactos de Promueve Burgos con compañías aéreas o empresas del sector ha dado sus frutos.
Se ha hablado con Volotea, Air France, Ryanair, Sevenair o Binder Canarias. Incluso con Air Nostrum, por si presentaba un proyecto diferente al ofrecido en octubre del pasado año y se podía retomar la actividad. Sin embargo, no ha habido éxito. Alguna compañía ha dicho directamente que no le interesa Burgos, como fue el caso de Air France, la primera opción de Promueve.
Ryanair, tras mucho insistir, ha estudiado las opciones de Burgos para acabar presentando una propuesta que elevaba a 2 millones de euros el contrato, 800.000 más de los que se venían pagando a Air Nostrum. El resto de compañías no ha presentado una oferta en firme, ni siquiera aquellas que como Binter o Volotea ya operan en Castilla y León (o, precisamente por ese motivo).
Así las cosas, hemos llegado al 17 de diciembre con el Aeropuerto de Burgos sin actividad comercial. Solo lo sustenta la escuela de pilotos FlyBy, que abandonó León por Burgos, ha aumentado su número de alumnos y, ahora, acaba de adquirir Adventia, la escuela de pilotos de Salamanca, tal y como ha informado este viernes BURGOSconeta.
Los datos ofrecidos por AENA son fiel reflejo de lo que vive en el Aeropuerto. Hasta el mes de noviembre, han sido 17.340 las operaciones registradas, lo que supone un 6% más que hace un año y un 500% de incremento con respecto a 2019. Es consecuencia de la actividad de la escuela de pilotos pues, en cuanto a pasajeros, la cifra se ha reducido en un 76,6%.
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Han sido únicamente 2.030 los usuarios que han pasado por la infraestructura, un 87,5% menos que antes de la pandemia de la covid-19. Después de tres años de vacío, Air Nostrum retomaba en junio de 2018 la ruta a Barcelona. Volvía a apostar por Burgos como lo hizo en el arranque del aeropuerto y, al finalizar el 2019, la cifra de pasajeros ascendía a 17.600.
Sin embargo, la pandemia desestabilizó un proyecto que solo acaba de echar a andar. Los pocos avances cosechados, en un mercado que Air Nostrum ya había avisado que era complicado, se convirtieron en retrocesos. La escasa demanda de los vuelos hizo a Promueve replantearse el contrato con la compañía y, ante una nueva propuesta que no satisfacía sus expectativas, se optó por la rescisión.
«No se renovó el contrato por los malos resultados», recuerda el presidente de la sociedad de promoción, Vicente Marañón. Ni frecuencias ni horarios eran los adecuados, así que el número de usuarios era bajo, y la inversión de 1,2 millones del contrato de patrocinio no era rentable. «Hay que ser prudentes con respecto al gasto público», insiste Marañón.
Y con esta máxima se ha estado negociando durante este último año. Sin tirar la toalla. Siempre estarán abiertos en Promueve Burgos a estudiar cualquier propuesta, pero atendiendo a la rentabilidad. «Nosotros lo vemos como una inversión», afirma. Por ese motivo, en el presupuesto de 2023 se ha resevado una partida de entre 600.000 y 700.000, por si surge una oportunidad, aunque de momento no hay ninguna en un horizonte cercano.
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