Secciones
Servicios
Destacamos
El reloj que cronometra las intervenciones de los concejales de Burgos durante los plenos municipales se quedó el pasado viernes sin pila. La pantalla se fue a negro y no puede haber metáfora que mejor resuma el hartazgo frente el día a día de la ... política municipal. Se avanza a trompicones, con el lastre de los temas marmota (Cataluña es un imprescindible en cualquier debate que se precie), mientras pasan las jornadas sin acabar de concretarse cuál será el futuro político de la ciudad este 2020: presupuesto o moción de censura.
Los hilos se mueven, pero con discreción. Y se percibe un cambio de aires, quién sabe si real o simulado. A Vicente Marañón se le nota más conciliador con el PSOE, al que se dirige con palabras calmadas, comprensivas, quizás influido por los concejales de su grupo que hablan más de construir que de bloquear. Eso sí, no oculta que la política nacional puede influir en la decisión que se tome en Burgos con respecto a los presupuestos municipales, y no pierde ocasión de recordar que se mantiene abierta la puerta de la moción, que en el PP siguen mirando de reojo.
Y Daniel de la Rosa quiere allanar el cambio al acuerdo, pero le falta picardía para ocultar sus ganas de llevarse bien con los de Ciudadanos. Bajo la excusa de la unidad política, el alcalde trató el viernes de hacer comulgar al pleno con una propuesta de Cs que para nada defendía el mantenimiento de los PAC de Gamonal y San Agustín (lo que, por otra parte, rechazan los médicos, pero... ¡qué sabrán ellos!). Se le vio el plumero, clarísimamente, pero también a Ciudadanos y al Partido Popular, que no están precisamente a partir un piñón.
«Menudos compañeros de viaje nos hemos echado; estos son de los que nos dejan tirados en cualquier gasolinera». Esclarecedoras palabras del concejal de Cs Miguel Balbás, muy en la línea de las declaraciones del gerente regional del Sacyl, Manuel Mitadiel, que la semana pasada criticaba a la anterior Consejería de Sanidad, afirmando que sus directivos habían aplicado el criterio de «el que venga detrás, que arree». Y, en Burgos, el PP no ha perdido la ocasión de atacar a Ciudadanos, ahora que ve un cierto viraje hacia el PSOE, valiéndose de la polémica ciudadana por los PAC.
Y sin sonrojarse por exigir a Sanidad que resuelva la paralización de las obras del centro de salud García Lorca, un proyecto que ha acumulado importantes retrasos con los gobiernos 'populares'. Pruebas, unas tras otras, de que el ejecutivo de Castilla y León no es más que un gobierno de oportunidad. En Burgos, el PP sigue «chinchando» a Cs, como afirman en Podemos, y mantiene una oposición correosa, tal vez convencidos de que la estrategia de «dar cuerda hasta que se ahorquen» les dará tan buen resultado como a César Rico con Ciudadanos en la Diputación.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.