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Antonio Fernández Santos es una de esas personas que no pasa de perfil ante casi nada. Exalcalde de Trespaderne, exdiputado provincial, exdirector provincial de Educación, profesor jubilado, asiduo a la Truibuna de El Plantío, culé confeso, socialista indómito y concejal del Ayuntamiento de Burgos durante ... cinco legsilaturas con tres portavoces y tres alcaldes diferentes. Sin duda, un currículum profesional y político extenso.
La suya es la voz de la experiencia y el conocimiento del Ayuntamiento, una voz vehemente, irónica y a veces bronca que nunca deja a nadie indiferente. Una voz que, sin embargo, el próximo mes de junio, cuando se constituya la nueva Corporación, no estará en el salón de Plenos. Y es que, a pesar de que Daniel de la Rosa contaba con él para las elecciones, la falta de apoyo en la Ejecutiva Local le motivó dar un paso atrás y abandonar la política activa «con la cabeza alta». Ahora se le ve un punto más tranquilo, pero seguro que dejará algún titular de aquí a final de legislatura.
-Ya estamos en la recta final. ¿Lo suyo es un adiós o un hasta luego? Después de tantos años, entiendo que desconectar será difícil.
-Eso depende de cada persona. En mi caso, creo que va a ser difícil desconectar, aunque entiendo que debe ser algo obligatorio. O estás o no estás. Esperemos que la transición sea suave.
-No lo dice muy convencido.
-No, porque me conozco y he estado de manera muy intensa. No he estado de paso, viéndolas venir. Supongo que sí que va a costar.
-Su salida ha sido un tanto incómoda, ¿no?
Bueno, si se explica bien, no ha sido incómoda. En un principio, yo no quería seguir, pero el candidato me pidió que siguiera y le dije que si había una oportunidad de gobernar y yo podía ser necesario en ese futuro gobierno, iba en la lista. Y si no gobernamos, me voy y que aprendan otros, que yo ya he aprendido lo suficiente. Pero posteriormente, vi que había algunas personas en el partido que preferían que no estuviera y me aparté. Sin más. Nunca he pedido nada y no voy a estar en contra de la voluntad de nadie. En la asamblea yo obtuve 55 de los 82 votos, mientras que otros tres compañeros obtuvieron más. Creo que algunos de mis compañeros no saben lo que he hecho. Ya se enterarán. Cuando no tienes una voluntad enorme de ir a algún sitio, cualquier cosita te echa para atrás. Y más a alguien como yo, que no soy modesto y creo es ridículo serlo. Nadie te va a reconocer lo que haces.
-De sus palabras se desprende cierta molestia.
-Más que molestia, cierta ingratitud por parte de algunos compañeros, pero lo acepto. Entiendo que algunos digan que, después de 20 años en el Ayuntamiento, con la edad y el carácter que tengo, es mejor que no vaya en la lista. Espero que salga bien. Desde luego, la ola de reconocimiento que he recibido en la calle de gente que no conozco desde que se ha sabido que no iba en las listas ha sido enorme. Con eso me siento suficientemente pagado. Lo que he hecho, lo he hecho por los burgaleses y por mi partido.
-Hace ahora cinco años, usted estuvo de baja por enfermedad varios meses. ¿Pensó en dejarlo en algún momento?
-No, en ningún momento. Estuve muy enfermo, tuve seis o siete operaciones quirúrgicas en muy poco tiempo. Fue una cosa tremenda. Pero recuerdo perfectamente que en aquel momento fueron a verme algunos compañeros del partido e incluso les hablé de la posibilidad de presentarme a las primarias para el ayuntamiento a pesar de estar hecho una piltrafa.
-¿La política se lleva en la sangre?
-Supongo que sí que se lleva en la sangre. En aquel momento, lo que quería era recuperarme para volver lo más pronto posible. Y de hecho regresé lo más pronto posible. Hay que tener muchas ganas para estar en un ayuntamiento como este, en el que las retribuciones de los cargos públicos son las que son. Un concejal que no esté liberado de manera exclusiva puede cobrar 700 u 800 euros libres. Si eres un concejal que te interesas por los temas y les dedicas mucho tiempo, no está bien pagado. Ahora, si eres un concejal de los de vara y procesión, vale cualquiera. Con ir diez minutos a una comisión y votar, ya está. En las comisiones en las que estoy yo, les obligo a todos a ganarse el sueldo.
-Hasta ahora estamos hablando del Ayuntamiento de Burgos, pero esa solo es la mitad de su trayectoria. ¿Con qué se queda? ¿La Alcaldía de Trespaderne, la Dirección provincial de Educación o la concejalía en Burgos?
-En todos los cargos que he tenido ha habido siempre muchas satisfacciones, pero me quedo sin duda con la Alcaldía de Trespaderne. Yo tenía 28 ó 29 años. Fueron las primeras elecciones democráticas y allí hice de todo. Era el alcalde, el fontanero, el basurero... Ser alcalde de pueblo es lo más duro que hay, porque eres alcalde las 24 horas del día. A mí me han llegado a levantar de la mesa en Noche Buena para resolver un problema de seguridad en el pueblo. Además, el reconocimiento de la gente siempre es muy satisfactorio.
De mi etapa como director provincial de Educación me quedo con que 20 años después los colegios todavía me recuerden y me inviten a sus actos.
Y en el Ayuntamiento, lo único que siento, por Burgos y por mi partido, es que no hayamos podido gobernar más que cuatro años. La democracia siempre tiene razón, pero nos hubiéramos merecido gobernar algún año más. La democracia es alternancia. Acomodarse a gobernar conduce a gente cansada, con pocas ideas y con ganas de irse, que es lo que está pasando en el Ayuntamiento de Burgos.
-También ha sido profesor.
-Por supuesto. La educación ha sido mi vida. Tengo 42 años de servicio y no he faltado ni un solo día a clase, aunque estuve fuera de las aulas los nueve años y medio de mi etapa como director provincial de Educación y otros cuatro años que estuve liberado con Olivares. Es sin duda una de las profesiones más bonitas y agradecidas del mundo. Y es también una de esas profesiones en las que si quieres, trabajas poco, pero si te preocupas, trabajas lo que quieras y más, sobre todo si entras en los problemas de los alumnos.
-¿Quién es el mejor 'rival' político con el que se ha cruzado en estos años?
-(Uno segundos de silencio). ¿A quién elegiría yo para un equipo de Gobierno? Posiblemente a Ana Bernabé. Conoce los asuntos y tiene capacidad para escuchar, y eso es fundamental, aunque creo que lo ha pasado mal. A pesar de lo que dice la gente de mi carácter, yo tengo una excelente relación con casi todos los concejales de otros partidos políticos con los que he coincidido. El único que creo que no quiere verme es Juan Carlos Aparicio, pero el sabrá por qué. A mi no me pareció un ben alcalde.
-¿Qué se necesita para ser un buen alcalde?
-Para empezar, dedicarse al cien por cien al Ayuntamiento de Burgos. Nunca podrás ser un buen alcalde si eres diputado o senador en Madrid. Además, me parece un menosprecio hacia los burgaleses. Eso de que 'es para que se oiga la voz de Burgos en Madrid' es un cuento chino. Los asuntos municipales no se dilucidan en el Congreso y el Senado, se dilucidan en el salón de plenos. Por eso, Aparicio no fue un buen alcalde. Y eso a pesar de que coincidió con los años de vino y rosas del Ayuntamiento, cuando llegaron los planes E, se pagaban millones por un trocito de terreno municipal y teníamos mucho dinero. Se creyeron que éramos ricos.
-Ha mencionado la duplicidad de cargos de Juan Carlos Aparicio. El actual alcalde, con quien usted ha coincidido 16 años en la corporación, también es candidato a la Alcaldía y el Senado. ¿Qué opinión tiene de Javier Lacalle?
-A Javier Lacalle le conozco de sobra. Es diferente a Aparicio. Lo he dicho muchas veces. Lacalle es el genio de la bolita. A mi me recuerda a esos trileros que iban por los pueblos apostando por ver en qué nuez estaba escondida la bolita. Es un político de regate corto, capaz de cuatro triquiñuelas para ver si sigue en el candelero. Pero también hay que reconocerle dos cosas. Que es un superviviente y que en la etapa de Aparicio, era él quien movía el cotarro.
-¿Cuál ha sido el momento más satisfactorio que ha vivido en estos veinte años?
-Personalmente, me quedo con el reconocimiento de muchos funcionarios. Ganarse el respeto de los funcionarios es algo que no todo el mundo consigue, y más en una administración local, en la que el funcionariado tiene mucho poder. Si hablamos de actuaciones políticas, han sido muchísimas. Quizá destacaría la actuación del Grupo Socialista para resolver la reestructuración de la deuda de los consorcios. Que un grupo en la oposición asuma la responsabilidad de resolver un problema de una deuda que iba a llevar a la ruina la economía municipal es algo que no se nos reconocerá suficientemente.
También estoy orgullosísimo del puente de las Rebolledas, donde recuerdo que querían hacer una vía verde, y de la pequeña contribución que hice al proyecto del Complejo de la Evolución Humana, que los burgaleses no valoramos suficientemente. Seguimos acordándonos del proyecto de Isozaki, algo ridículo, en mi opinión, ya 1ue fue rechazado por el jurado internacional. Y en general, estoy muy orgulloso de lo que ha hecho el Grupo Socialista estos últimos cuatro años. Espero que se lo reconozcan en las elecciones.
-¿Y cuál ha sido el momento más ingrato?
-Olivares gobernó durante cuatro años en coalición con Izquierda Unida, formando un excelente equipo de Gobierno y haciendo una labor impresionante. Sin ninguna duda, se merecía otro mandato, pero se premió a un partido que había estado boicoteando a la ciudad, como el PP. En democracia, los votos son los que mandan, pero ese capítulo fue una de las cosas más ingratas que he visto en política.
-Usted ha sido fuente habitual de polémica. ¿Se arrepiente de alguna salida de todo?
-Evidentemente, me arrepiento de todas, pero si no hubiera tenido esas salidas de tono, no hubiese sido yo mismo. Si alguien se ha sentido molesto, lo siento. Eso sí, algunas de esas polémicas las he tenido con algunos periodistas de esta ciudad, que están sujetos a la crítica, como todo el mundo. No tienen bula. Cuando un periodista da una información que no es correcta o pone en mi boca palabras que no he dicho, tiene que aguantar que alguien le diga que eso que ha escrito no es cierto. Y ahí, el periodista tiene dos opciones: o 'sostenella y no enmendalla' o rectificar, que es lo que yo haría. Pero en esta ciudad, y no me refiero ni mucho menos a la gran mayoría, hay algunos periodistas que se creen que son inmaculados y nadie les puede decir nada.
-¿Un pronóstico para el 26 de mayo?
-Es difícil, la verdad. Creo que van a sacar concejales al menos cinco partidos y será muy importante quién sea la lista más votada. A partir de ahí, será muy complicado hacer un pacto de gobierno sólido que pueda sacar los proyectos adelante. Los que estén no se van a encontrar una oposición como la que ha hecho el Grupo Socialista estos últimos cuatro años. Cuando tu rival está gobernando y es débil, lo que te pide el cuerpo es machacarle.
-¿Es posible un cambio de gobierno?
-Yo creo que sí. La etapa de Lacalle ha finalizado. No debía haberse presentado. Así nos lo dijo a mucha gente. Quería buscarse una salida en el Senado o en las Cortes y al final le han obligado a presentarse. Y no hay nada por que te obliguen a ocupar un cargo público, porque vas de mala gana y todo sale mal. Vamos a ver qué pasa con la irrupción de VOX, ya que la mayor parte de lo que saque se lo quitará al PP, aunque también le quitará algo a Ciudadanos e incluso a Imagina y Podemos. Al que no creo que Vox le quite nada es al PSOE.
-¿Se atreve a concretar una apuesta?
-No acierto nunca, soy muy malo en los pronósticos. Creo que el PP sacará entre 7 y 8 concejales, si le van bien las cosas. El PSOE puede estar entre 8 y 9. Imagina no va a sacar ninguno, Podemos puede sacar dos, y Vox y Ciudadanos pueden sacar cuatro cada uno. Eso sí, a Vox le estoy dando a la baja, porque puede irrumpir como hizo Imagina hace cuatro años.
-Terminemos con más pronósticos. ¿Se salvará el Burgos CF del descenso?
-Por supuesto. Y el año que viene haremos una campaña para jugar el play off. Estoy convencido. Está muy ben los que pagamos el carnet y somos imprescindibles, pero hay una gente que ha puesto mucho dinero, en torno a los dos millones de euros, y no se merecen descender el equipo a Tercera. Estoy seguro de que se van a salvar.
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