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Daniel de la Rosa en la toma de posesión y la investidura como alcalde de Burgos. Aythami Pérez Miguel
DOCE MESES CON EL BASTÓN DE MANDO

DOCE MESES CON EL BASTÓN DE MANDO

De la Rosa ha sabido lidiar con Marañón, aprovechar la ambigüedad de Cs y tener por aliado a quien hace un año aspiraba a ocupar el sillón en el que tan cómodamente está sentado el socialista

Lunes, 15 de junio 2020, 08:13

Se cumple un año de la vertiginosa toma de posesión de Daniel de la Rosa como alcalde de Burgos. Por sorpresa y con un sprint final digno del mejor corredor de fondo, el PSOE conseguía hacerse con el gobierno de la ciudad. Sin embargo, no ... fue mérito de los socialistas sino demérito de la oposición, incapaz de cerrar un acuerdo tripartito para arrebatarle al PSOE lo que, eso sí, le correspondía por derecho democrático como formación vencedora en las elecciones.

Doce meses más tarde, De la Rosa se mueve como pez en el agua por la Alcaldía. Ha sabido jugar sus cartas, con innumerables cesiones y no pocos giros estrambóticos de guión, aprovechando la ambigüedad de Ciudadanos para demostrarles que son mejor socio de gobierno que el centroderecha de PP y Vox, donde algunos detestan necesitarlos y solo los buscan para recuperar aquello que consideran que les pertenece por derecho casi aristocrático.

De la Rosa ha conseguido el primer gran objetivo, sacar adelante un presupuesto municipal después de tres años de prórrogas. Se lo han intentado tumbar, aprovechando la crisis sanitaria, a sabiendas de que un presupuesto en 2020 da estabilidad al gobierno socialista. No la suficiente, eso sí, de ahí que el alcalde siga buscando que Cs entre en el gobierno municipal. Y para ello no duda en ceder protagonismo político y personal ante Vicente Marañón, para que relegue su sueño de ser alcalde.

La formación naranja se ha convertido en el socio prioritario de los socialistas, lo que ha permitido a Cs ponerse el traje de superhéroe, y justificar sus acciones por el beneficio de la ciudad. Y con sus tiras y aflojas, pues el equipo de Gobierno cede y concede pero sin perder el bastón de mando (y De la Rosa peca de exceso de personalismo), PSOE y Cs han formado un tándem del que, a veces, toma parte Podemos, pero como mera comparsa pues sus dos concejales aportan pero no suman.

Mientras, se libra batalla con el centroderecha. Aquel 15 de junio de 2019 puso a cada uno en su sitio, si es que hay sitio en una política tan mediatizada por intereses partidistas como la que sufren los españoles. Pero algunos aún no lo han asumido y siguen llorando por la leche derramada. Vox ha conseguido mantener la coherencia que les llevó a no apoyar la investidura de Marañón, pese a la influencia de un Partido Popular que sigue fielmente la estrategia nacional del 'cuanto peor, mejor'.

Han sido doce meses de duros enfrentamientos que, en algunos casos, han sonrojado a la ciudadanía por traspasar los límites de la decencia política. La covid-19 ha obligado a pisar el freno, pero con la nueva normalidad se está recuperando la actividad municipal. De momento, calma tensa y estabilidad hasta 2021, aunque sin perder de vista la profecía de la moción de censura lanzada por el senador Javier Maroto, que dependerá de si recomponen las alianzas nacionales de PP, Cs y Vox.

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