Si la propuesta invitaba al chascarrillo, el debate de la misma y su posterior aprobación se han convertido en uno de los momentos más hilarantes del Pleno celebrado esta mañana en el Ayuntamiento de Burgos. También en uno de los más caóticos, hasta el punto ... de que los concejales han salido de la sesión sabiendo que se había aprobado, pero no teniendo muy claro cómo había sido posible ese (casi) milagro.
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El concejal de Ciudadanos Vicente Marañón ha sido el encargado de explicar la iniciativa, que pasa por contar en Burgos con una baldosa de referencia, que sirva para «construir ciudad» y se convierta en un símbolo identitario. Una baldosa «marca Burgos», que se emplearía para renovar y mejorar las calles de la capital, introduciéndose de manera paulatina, según se vayan detectando necesidades de renovación.
PSOE, Imagina y los concejales no adscritos Raúl Salinero y Blanca Guinea no se han tomado muy enserio la propuesta. Han insistido en que ellos prefieren tener una ciudad «con alma», que apuestan por la diversidad y que homogeneizar la imagen de Burgos hace que la capital pierda encanto. Además, se cuenta ya con una ordenanza que regula la pavimentación y un catálogo en el que se definen qué tipo de materiales se deben de utilizar y cuáles tienen que ser sus características.
Así, ninguno de ellos ha apoyado la iniciativa de Marañón quien, sin embargo, ha sido capaz de convencer al Partido Popular. Javier Lacalle ha aceptado la propuesta de contar con una baldosa «marca Burgos», siempre y cuando se garantice que no se utilizará en zonas con personalidad propia o muy emblemáticas, como el centro histórico, en el que el granito es el material protagonista.
De este modo, Ciudadanos ha contado con el apoyo del PP y de Fernando Gómez, lo que unido a la abstención de Silvia Álvarez de Eulate y la ausencia de Marco Antonio Manjón, ha permitido sacar adelante la propuesta. La votación ha sido ajustada: 13 votos a favor y 12 en contra. Si Manjón hubiera estado presente (ha tenido que abandonar el Pleno por asuntos personales) se habría producido un empate que habría obligado al alcalde a utilizar su voto de calidad para aprobar la iniciativa.
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Esa opción ha sobrevolado el Pleno durante unos minutos, ha provocado no pocas bromas, más de un chascarrillo y al final... la confusión. Y es que algunos concejales han salido de la sesión convencidos de que la proposición se había aprobado con el voto de calidad de Lacalle y, aunque todos sabían que había salido adelante, la mayoría desconocía gracias a qué apoyos. Una anécdota más que sumar las muchas que ha dejado la variopinta corporación en este mandato.
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