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La proliferación de viviendas y apartamentos turísticos, como alternativa a las fórmulas tradicionales de hoteles, hostales, albergues y pensiones, se ha convertido en un problema muy grave en muchas ciudades. Este tipo de negocios turísticos expulsan a los vecinos de los bloques de viviendas y ... colonizan barrios, sobre todo los más céntricos.
En Burgos, se ha registrado un notable crecimiento de viviendas y apartamentos turísticos, tanto por apertura como por regularización de los existentes. Sin embargo, no se sufren esos problemas de saturación, pero como es mejor prevenir que curar el Ayuntamiento pone los mimbres para regular este tipo de actividad económica.
Se trata de «poner límites sin cercenar la posibilidad de completar la oferta turística de la ciudad», ha explicado el concejal de Urbanismo, Daniel Garabito. Y esas limitaciones se van a marcar a través del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), aprovechando la modificación que entrará en vigor en los próximos meses.
El PGOU se aprobó en 2014, cuando no existía legislación sobre el tema, así que el documento no recoge ni siquiera la figura de viviendas y apartamentos turísticos. En la modificación sí lo hace, con una regulación que se ha diseñado analizando cómo se han enfrentado al problema otras ciudades, pero sin las medidas «drásticas» de las más perjudicadas.
Y la clave es posibilitar una oferta turística diversa, no cercenar esa actividad comercial, pero evitando los daños colaterales, ha apuntado Garabito. Así, en el caso de los apartamentos turísticos, están permitidos en edificios exclusivamente destinados a este fin, pero si comparten espacio con viviendas, deben tener un acceso independiente.
El objetivo es «evitar que, en un portal de vecinos, esté constantemene pasando gente, viajeros, que no se sabe de dónde vienen ni quiénes son y que alteran mucho la vida de los vecinos», explica el edil. De este modo, los apartamentos turísticos quedan prohibidos dentro de un edificio de viviendas, salvo que sean capaces de hacer un acceso independiente.
La regulación de las viviendas turísticas es algo más compleja. «Se permiten pero con condiciones», para proteger a los vecinos. Uno de los límites es que la vivienda de uso turístico no supere el 25 % del total de superficie del edificio. Y, en el caso de que esté en medio, debe tener un aislamiento acústico para que no genere problemas de convivencia.
Además, esa limitación del 25 % se aplica también a la manzana, para que no se dé el caso de que haya edificios de apartamentos turísticos y viviendas turísticas en edificios, colonizando una zona. La preocupación municipal se enfoca al centro histórico, y al riesgo de que se pueda convertir en un «hotel gigante», vacío de vecinos y residentes.
Con los límites en edificios se protege al vecino, que no se quede solo en un bloque que, poco a poco, se ha ido llenando de viviendas de uso turísticos, expulsándo a propiestarios o inquilinos. Si hablamos de las manzanas, se tiene en cuenta también la confluencia de hoteles, hostales, albergues o pensiones, para mantener el espíritu de barrio.
Daniel Garabito ha explicado que con la regulación del PGOU, que entrará en vigor una vez se apruebe definitivamente la modificación, Licencias ya dispondrá de una herramienta para regular, vigilar y controlar los apartamentos y viviendas turísticas. «Tienen las reglas del juego» pues, hasta ahora, al no haber normativa se daban las licencias sin más.
Algo que viene a cumplir con una de las preocupaciones de los vecinos del Casco Histórico Alto, que si bien están conformes con este tipo de negocios, lamentan que haya más ilegales que legales. Y que falte control y vigilancia para que no se generen problemas de convivencia con los vecinos.
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