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El ascenso del Burgos CF a Segunda División ha obligado a reforzar el operativo policial los días de partido en el Estadio Municipal de El Plantío. El número de agentes para coordinar todas las necesidades de seguridad, control y vigilancia que exige un encuentro deportivo ... de gran nivel oscila entre 30 y 60, dependiendo de si el partido se declara de alto riesgo, como ocurrió la pasada semana en el derbi frente al Mirandés. Son agentes de Policía Nacional y Policía Local, y a ellos se le suma el personal de vigilancia privada del club, además de los equipos de Protección Civil y Cruz Roja, apoyos imprescindibles cada fin de semana.
En Burgos, ya teníamos experiencia previa gracias a los éxitos deportivos del San Pablo Burgos. Estar en la ACB exige cumplir una serie de exigencias, también en materia de seguridad, aunque la realidad deportiva marca sus diferencias. «La afición del baloncesto es más tranquila, más respetuosa», de hecho, ha sido premiada en varias ocasiones, reconoce el inspector José Manuel García Pérez, responsable de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de Policía Nacional, y el coordinador de los operativos policiales en estos eventos deportivos.
Tanto es así que, en el caso de Policía Nacional, mientras para un partido del San Pablo Burgos movilizan entre 8 y 10 agentes, para un encuentro del Burgos CF son de 15 a 20. Y si se trata de un partido de alto riesgo, hasta 50, como en el caso del Mirandés. En el operativo del pasado domingo se contó con los treinta efectivos de la UPR, reforzados con 15 de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de Valladolid y otros agentes de la Comisaría de Burgos. A ellos se suman los de Policía Local, que movilizaron unos 13 efectivos, con una dotación extra «por si hiciese falta», apunta el inspector Montaña de Policía Local.
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Y las previas también son más complicadas. Ambos cuerpos policiales se dan una vuelta tanto por los entornos del campo de fútbol o el Coliseum como por la zona centro, para controlar que las aficiones no generen alternados en su paso por bares y restaurantes. El inspector García Pérez pone como ejemplo las aficiones del Sporting de Gijón y el Real Oviedo, que mueven a mucha gente, aficionados sanos en su mayoría, pero entre los que hay grupos problemáticos, a los que hay que tener vigilados. Igual que a los de casa.
Los operativos policiales para eventos deportivos de primer nivel, como son los partidos de ACB en baloncesto y de Primera y Segunda División en fútbol, se organizan bajo la figura del coordinador de seguridad, responsabilidad que recae en la Policía Nacional (o en la Guardia Civil, según la demarcación territorial a la que pertenezcan los equipos). En el caso de Burgos, el inspector García Pérez es el coordinador de seguridad en los partidos del San Pablo, mientras que un subinspector de la UPR se encarga de la tarea con el Burgos CF.
Antes de cada encuentro se realiza una reunión previa, con presencia de Policía Nacional, Policía Local, Protección Civil, Cruz Roja, el club y su seguridad privada (que en Burgos, en ambos casos, está contratada con Garda, una vieja conocida de las fuerzas policiales). En la reunión se prepara al detalle el operativo, se comentan horarios de acceso a instalaciones deportivas, control de afición, llegada de jugadores, lugares de pernoctación, si se espera desplazamiento de afición rival y si llega con grupos problemáticos, cómo organizar los aparcamientos...
El inspector García Pérez explica que, en el caso de los partidos que se juegan fuera, como los de este fin de semana, el coordinador de seguridad tiene que enviar a su homólogo un informe sobre desplazamiento: cuándo llega el equipo, cuál es el hotel de concentración si así se precisa, si se espera desplazamiento de afición y en qué condiciones... Y, en ambos casos, el coordinador puede tener que atender requerimientos particulares del club. Por ejemplo, este lunes jugó el San Pablo contra el Besiktas y la Embajada de Turquía pidió escolta y protección durante toda la estancia en Burgos, que incluyó una visita del embajador turco.
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El objetivo de los dispositivos policiales es, además de organizar físicamente los accesos a las instalaciones deportivas y prestar apoyo a los clubes y aficionados, garantizar que no se produce ningún altercado ni desórdenes públicos ni dentro ni fuera del estadio o el pabellón. La fiesta del deporte a veces se ve enturbiada por grupos muy reducidos de aficionados que montan bulla, destrozan equipamiento, insultan y tienen comportamientos ofensivos, racistas o violentos.
De nuevo, este tipo de situaciones se dan de manera prácticamente exclusiva en el fútbol, lamenta el inspector de la Policía Nacional, quien recuerda que los que tienen este tipo de comportamientos se enfrentan a sanciones muy severas. Y es que la Comisión contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte no se anda con chiquitas. Una infracción leve conlleva multas entre 150 y 3.000 euros, mientras que una grave se puede elevar hasta 60.000 y una muy grave a 600.000 euros.
«Ya ha habido partidos en los que se han levantado actas», recuerda. En el Burgos CF-Las Palmas se levantaron once actas, con once expulsiones, «ya se verán las multas». Y en el encuentro ante el Valladolid, un espectador escupió a un jugador en el minuto uno, «y la sanción va a estar cerca de los 5.000 euros». No es para tomárselo a broma, insiste el inspector, quien asegura que ya han hablado con las peñas, para que lo tengan en cuenta. Además, el propio club hace labor pedagógica, sufre también sanciones y puede imponerlas a aquellos socios que no cumplan con la norma.
El inspector José Manuel García Pérez recuerda que, además del trabajo en la calle, la Policía Nacional también está presente en el interior de las instalaciones deportivas, junto con la seguridad de los clubes. Se ubican en la UCO (unidad de control operativo), desde donde vigilan y tienen conectadas las cámaras pertinentes para los controles. La UCO en el fútbol es una instalación específica, que ahora El Plantío no tiene pero que, de mantenerse en Segunda División el Burgos CF, deberá tener en un par de años.
En el campo, la Policía Nacional se encarga, por ejemplo, de las expulsiones. Hay agentes a pie de campo, para proteger a árbitros y equipos, y en la zona inferior de las gradas, sobre todo cerca de los grupos más problemáticos, para responder a los requerimientos del coordinador de seguridad. Para el inspector, estos operativos son parte de su trabajo ordinario, porque la Unidad de Prevención y Reacción está, precisamente, para grandes concentraciones. «Yo quiero ver un estadio de El Plantío como lo vi la semana pasada, con 10.000 personas», porque «ha sido muy triste ser coordinador de seguridad en el San Pablo en un año en el que no se coordinaba a nadie».
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