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La trayectoria profesional de Marta Pardo y Noelia Álvarez dio un giro radical cuando sus caminos se cruzaron al abrigo del programa Emprendedores de la Fundación Caja de Burgos. Y es que, tras recalar por separado en el programa con sus respectivos proyectos, se dieron ... cuenta de que tenía más sentido unir fuerzas y desarrollar un proyecto común. Así nació una agencia de marketing que año y medio después de dar sus primeros pasos ya anda por sí sola, es rentable y aspira a seguir creciendo en el medio plazo.
Pardo y Álvarez lo explican de manera muy concisa. Cada una llegó al espacio de coworking del edificio Nexo con un bagaje profesional previo y convencidas de que la ayuda del programa Emprendedores podría ser vital para impulsar su idea de negocio. La casualidad quiso que se sentaran una junto a la otra, comenzaran a hablar, establecieran una relación de amistad y descubrieran, casi sin darse cuenta, las potenciales sinergias que existían entre sus modelos de negocio. «Fue el universo», asegura entre risas Álvarez. Un buen día, se plantearon la posibilidad de unir esfuerzos y desde entonces su proyecto no ha parado de «crecer de manera orgánica».
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Lo ha hecho, explica Pardo, gracias al «boca a boca» y al ecosistema que poco a poco ha ido generando la agencia en su mercado. Un ecosistema que se ha nutrido, no sólo del evidente esfuerzo y buen hacer de ambas, sino también de la participación de la empresa en el programa Emprendedores. «Emprender es una montaña rusa. Tienes que ser comercial, administrativo, contable, etc. Por eso, emprender en solitario es muy difícil» y todo empuje externo que pueda llegar es, sin duda, fundamental. «Aquí tenemos ayuda, tanto de los mentores y la Fundación como, sobre todo, de los compañeros del espacio de coworking», añade.
Ese es, de hecho, el aspecto que ambas señalan como determinante en su relato. «Emprender entre las cuatro paredes de tu casa es muy difícil. Te sientes muy solo y a veces perdido». En el vivero de empresas del edificio Nexo, sin embargo, la historia es diferente. «El hecho de estar en un coworking te da un empuje. Ves que los que están a tu lado lo están consiguiendo y tú acabas por quitarte el miedo. Además, los compañeros que tenemos aquí nos han salvado el culo un montón de veces», explica Álvarez.
En este sentido, Artico+ se erige como una suerte de paradigma del emprendimiento en un coworking. La empresa nació de las sinergias generadas entre dos emprendedores y hoy en día cuenta con clientes, colaboradores y contactos entre el resto de participantes en el programa.
Y todo ello, resalta Álvarez, en una instalación inigualable. «No hay nada parecido en Burgos. Ni pagando. Sabemos que cuando nos toque marcharnos, nos iremos a un sitio peor que este inevitablemente».
Sea como fuere, cuando ese día llegue significará que el proyecto ya puede volar completamente solo. Y esa será una gran noticia para Álvarez y Pardo. De momento, explican, la empresa es viable y tiene margen de crecimiento ordenado, una de las claves del emprendimiento. «Emprender es un prueba-error. Al principio vas a lo loco y metes muchas horas sin seguir un plan. Ahora no. Ahora tenemos un plan con los objetivos marcados a seis meses, dos años y cinco años y trabajamos guiándonos por él», explica Pardo.
Además, añade Álvarez, en ese camino cuentan con el apoyo del programa Emprendedores, que a su juicio es clave. «Aquí he acabado haciendo realidad un proyecto, mientras que los que intenté por mi cuenta se quedaron en trabajo y horas tiradas», resume.
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