Adiós a una de las primeras artesanas de Burgos

A sus 65 años, aunque seguirá en activo hasta que dé salida a todo el material que tiene en la tienda o algún valiente recoja su testigo en forma de traspaso, Ana María Palomo ha decidido poner el punto final a su aventura empresarial, con la artesanía por bandera, en Burgos.

Arrancó un 7 de abril de 1983 al querer emprender un sueño, pero con su componente de riesgo. Era una de las primeras tiendas artesanales que se instauraba en la capital. Abrir mercado y ser los primeros, esos eran los objetivos.

Nacida en Baracaldo, el amor le llevó hasta Burgos y, de ahí, a montar el negocio de su vida. «Mi marido hizo artes y es un artista. De verle a él, me acerqué a la artesanía, aunque siempre ha gustado. Él hacía pintura y cerámica. Abrió su propio taller, en el que trabajaba el cuero, hacía pendientes... La artesanía engancha. Se aprecia el trabajo con las manos. De un simple hilo se puede sacar un pendiente. De un trozo de madera, alguna cosita», detalla Palomo.

En estos 38 años al frente de Regalos Swan, Ana María ha vivido de todo. Mejores y peores momentos, envueltos siempre de un halo de gratitud hacia los burgaleses. «He pasado de todo: crisis, tiempos regulares..., pero la gente siempre se ha acordado de mí para hacer los regalos. Hemos intentado tener productos diferentes, con importaciones de India, Tailandia...», explica la artesana.

Y entre esos vaivenes de las crisis y los años de bonanza, Ana María ha decidido echar el candado en un momento dura por la crisis de la covid-19. «Me ha llegado la hora de la jubilación en este tiempo de la pandemia. Ha sido bastante difícil porque no hemos tenido turismo. Con el confinamiento se ha salido menos y veníamos de una crisis en los últimos años. Se nota un deterioro generalizado», añade Palomo, que destaca también las cosas buenas de un negocio que le ha obligado estar al pie del cañón sin prácticamente descanso.

«Mi marido viajaba por sitios donde se aprecia más la artesanía como India, Nepal y Marruecos, y alguna vez le acompañaba. Ha sido una etapa muy bonita de mi vida. Lo echaré de menos, pero seguiré a mi manera» apostilla.

Ahora Palomo emprende otra etapa. Han pasado ya 38 años desde que empezó vendiendo incienso en la Llana de Dentro. «Esto ha cambiado muchísimo. Es una pena. Tengo una clientela que aprecia la artesanía y a muchos jóvenes les gusta la artesanía. Pero la artesanía se está alejando del día a día. En este mundo de ajetreo, no hay tiempo. Son la grandes multicionales las que están acaparando el mercado. Ojalá me equivocara, pero no está fácil para el pequeño negocio», manifiesta.

Ahora, Ana María Palomo ha rebajado sus productos para bajar la persiana de forma definitiva. «Hay una persona interesada en seguir con el negocio. A mí me encantaría», concluye.