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De la macro a la microeconomía. Hemos salido de la crisis, pero la precariedad laboral mantiene a muchas familias en situaciones límites, con multitud de problemas para cubrir sus necesidades más básicas de una forma digna. Por ese motivo, la Fundación Caja de Burgos continúa ... con su convocatoria de ayudas a familias con necesidades urgentes, y este año reparten 90.000 euros entre ocho entidades burgalesas, que servirán para ayudar a 14.000 usuarios.
La responsable de Cohesión Social de la Fundación Caja de Burgos, Carmen Hernando, ha recordado que el programa de ayudas lleva cinco años en marcha, durante los cuales, se han repartido 450.000 euros, que han llegado a cerca de 60.000 usuarios. En esta ocasión, se ha dado respuesta a todas las peticiones recibidas, ha asegurado el presidente de la Fundación, Ginés Clemente, quien ha agradecido el «compromiso y el esfuerzo» de las organizaciones sociales, así como su «trabajo encomiable».
Cáritas, Cruz Roja, Burgos Acoge, el Banco de Alimentos, Promoción Gitana, el Comité Ciudadano Antisida, Atalaya Intercultural y la Asociación para la Defensa de la Mujer La Rueda han sido los beneficiarios de la última convocatoria. Todos coinciden en señalara que, en la sociedad burgalesa, sigue habiendo familias con importantes problemas para cubrir sus necesidades básicas, en situación de exclusión o de pobreza cronificada, a las que una ayuda mensual «les da aire».
«La crisis no ha tenerminado y menos para la población inmigrante», ha apuntado Asunción Cifuentes, de Burgos Acoge. Mientras, Ramón Fresneda, presidente de Atalaya Intercultural, asegura que han recibido «una avalancha muy signficativa» de inmigrantes en este 2018, con necesidades cada vez mayores. En situación complicada se encuentra también la población gitana, recuerda Promoción Gitana, o las mujeres víctimas de violencia de género, a las que La Rueda ayuda a iniciar una nueva vida, ha apuntado Laura Pérez.
Cruz Roja, Cáritas y el Banco de Alimentos coinciden en que la crisis económica ha agravado situaciones de pobreza, cronificándolas, y las administraciones «pecan de falta de sensibilidad». Puede que no vivamos en una sociedad pobre, pero sí corremos el riesgos de convertirnos «en una pobre sociedad», ha insistido Cáritas.
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