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El tráfico rodado es el mayor generador de ruido en el casco urbano de Burgos. GIT

Más de 38.000 vecinos de Burgos están expuestos a niveles altos de ruido

Alrededor del 22% de los burgaleses viven cerca de alguno de los grandes emisores de ruido de la ciudad, centrados fundamentalmente en los grandes ejes viarios. Las Bernardas pierde la catalogación de Zona Acústicamente Saturada

Martes, 27 de agosto 2024, 07:18

Vivir en una ciudad implica, a menudo, estar expuesto al ruido, ya sea derivado del tráfico rodado, las obras, el trasiego de mercancías o la actividad industrial, comercial y hostelera. Y Burgos, a pesar de ser una ciudad sin una gran contaminación acústica, también sufre el impacto del ruido en sus calles.

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Así lo especifica en sus conclusiones el Mapa Estratégico del Ruido (MER) elaborado meses atrás por el Centro de Estudio y control del Ruido (Cecor) para el Ayuntamiento, que asegura que alrededor de 38.100 burgaleses están expuestos cada día a niveles altos de ruido (65 decibelios por el día y 55 por la noche, según los Objetivos de Calidad Acústica). Se trata de aproximadamente el 22% de la población de la capital provincial, vecinos, en la mayor parte de los casos, de alguna de las grandes vías del casco urbano.

22% De los burgaleses

Están expuestos a niveles de ruido superiores a los límites establecidos en los Objetivos de Calidad Acústica.

En este sentido, el MER centra su atención en tres grandes focos de contaminación acústica, como son el tráfico rodado, el tráfico ferroviario y la actividad industrial. De esta forma, se quedan fuera del estudio otras fuentes de contaminación acústica, como la actividad comercial u hostelera, que tienen, eso sí, su propio mapa de ruido.

De esta forma, las mediciones en las que se basa el MER demuestran cómo se superan los niveles recomendables de ruido en todas y cada una de las vías de alta capacidad de la ciudad, como la BU-30, la BU-11 o la A-1. Allí, el tránsito diario de miles de vehículos, muchos de ellos pesados, supone un condicionante fundamental en la materia.

La clave en este caso concreto es que dichas vías, al igual que el trazado ferroviario, se sitúan, salvo algún tramo de la BU-30 y la BU-11, lejos del núcleo urbano, por lo que su incidencia sobre los vecinos es muy puntual.

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No sucede lo mismo con otras grandes vías que, a pesar de tener una configuración totalmente urbana, también asumen un enorme flujo diario de tráfico. Ese es el caso de vías como la calle Vitoria, la Avenida de Cantabria, la avenida de la Constitución Española, la Avenida de Palencia, el Bulevar Ferroviario o la Avenida Islas Baleares, así como puntos concretos como la Plaza del Rey y la Plaza de España. Espacios todos ellos en los que el tráfico rodado es el protagonista. Y es en esos puntos donde mayor exposición al ruido tienen los vecinos.

También son grandes generadores de ruido varias de las industrias implantadas en la ciudad, tal y como demuestran las mediciones del MER. Sin embargo, este caso es muy similar al de las vías de alta capacidad, toda vez que la mayor parte de las plantas productivas de la ciudad se ubican en polígonos alejados del casco urbano. Hay algunas excepciones, sí, pero son las menos.

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Hostelería y comercio

En todo caso, y más allá de la afección diaria de coches y fábricas, un análisis más profundo obliga a abordar el impacto de la actividad comercial y, sobre todo, hostelera. Para ello se articuló tiempo atrás la figura de la Zona Acústicamente Saturada (ZAS) contemplada en la ordenanza municipal del Ruido. Una ordenanza cuya última modificación, publicada hace apenas unas semanas, incluye una novedad muy significativa, como es la eliminación de una de las dos ZAS contempladas en Burgos con anterioridad.

Según explicó en su día el concejal de Medio Ambiente, Carlos Niño, las mediciones realizadas entre abril y mayo de 2023 demostraron que en el entorno de Las Bernardas ya no se superaban los límites establecidos en la normativa, por lo que dicha zona perdió su catalogación como ZAS.

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Sí que mantiene dicha catalogación el entorno de Las Llanas, incluyendo la Llana de Afuera, la Llana de Adentro, la plaza Huerto del Rey, la calle Fernando III y parte de las calles Cardenal Segura, Arco del Pilar y Fernán González. En todas ellas se registraron valores de ruido medios superiores en 10 decibelios al máximo estipulado en la normativa autonómica, por lo que se ha decidido mantener la catalogación.

Eso implica que el Ayuntamiento seguirá manteniendo restricciones en la concesión de nuevas licencias de actividad para determinados negocios hosteleros que impliquen un exceso de ruido en el entorno de Las Llanas. ¿Y en las Bernardas? Ahí, asegura Niño, se da una circunstancia que «tranquiliza». Y es que, a pesar de que por normativa de ruidos se podrían expedir nuevas licencias (con matices), el resto de normas urbanísticas ya impiden de facto la implantación de nuevos negocios de este tipo, ya que apenas queda margen para jugar con las distancias entre establecimientos.

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Futuras mediciones

En todo caso, el propio Niño reconoce ciertos criterios a mejorar en este ámbito de cara a futuras modificaciones de la ordenanza. No en vano, recuerda, las mediciones en las que se basa el nuevo mapa de ZAS se realizaron en un momento muy concreto y únicamente en los dos espacios que ya tenían catalogación previa, dejando fuera del análisis otros potenciales puntos 'calientes' de la ciudad, como las Bernardillas o la calle Briviesca, por ejemplo. Así, desde Medio Ambiente se apuesta por que las próximas mediciones se expandan a otras zonas de la ciudad donde «existan quejas y denuncias habituales por ruidos».

Asimismo, Niño considera oportuno realizar las mediciones en diferentes momentos del año, no sólo en uno, para contar con datos más fidedignos en este sentido. Y es que, no tiene nada que ver la actividad hostelera de mayo con la de diciembre o la de agosto.

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En todo caso, el concejal recuerda que «no existe ninguna normativa» que especifique cada cuánto tiempo se tiene que renovar el mapa de las Zonas Acústicamente Saturadas, por lo que no se atreve a aventurar una fecha para abordar esa cuestión.

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