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Las diez noticias imprescindibles de Burgos este lunes 20 de enero
Sonia Díez, educadora, psicóloga y economista. Esther Vázquez
«Tenemos un sistema educativo que se creó para un mundo que ya no existe»

«Tenemos un sistema educativo que se creó para un mundo que ya no existe»

Sonia Díez es la directora científica de la primera cátedra sobre sostenibilidad y ESG en el ámbito educativo que se pone en marcha en la Universidad española

Martes, 4 de junio 2024, 07:16

Sonia Díez lleva toda una vida dedicada a la Educación; pero no desde el aula, sino para las aulas. Educadora, psicóloga y economista, ha estudiado el sistema para proponer mejoras más allá de lo académico; desde el punto de vista de la gobernanza, el impacto social, la justicia y, por qué no, lo humano.

Justo estos son los ejes de la cátedra dedicada a la innovación educativa que ha puesto en marcha la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) junto a EducAcción, cuyo comité científico preside Díez. Esta iniciativa pionera tiene como objetivo promover prácticas que contribuyan a un sistema más sólido y sostenible. Para empezar, esta experta tiene muy claro cuál sería el pecado más urgente a expiar de nuestro sistema: «La falta de flexibilidad».

-El concepto ESG está muy presente en el mundo de la empresa. ¿Cómo encaja en el ámbito educativo?

-Los criterios ESG (Medioambientales, de Impacto Social y Gobernanza, por sus siglas en inglés) nacen porque las empresas y las organizaciones se dan cuenta de que no se puede decir si es buena o mala solo con medir el rendimiento financiero. También hay que restarle -o agregarle- el impacto que genera en el planeta y la sociedad. Esos estándares existen para todos los sectores, pero se excluye expresamente al sector educativo. Por mi formación -académica y económica-, me pregunté el por qué de esto, cuando además es un sector productivo con una capacidad de impacto bestial. Entonces me propuse ver qué sucedería si, en vez de valorar las inversiones que estamos haciendo en función solo de los resultados académicos -que en las empresas serían los financieros-, midiésemos estos criterios y, con ello, explorar qué se obtendría de tener una buena educación basada en ellos o, por contra, una mala educación.

-¿Cómo es la mala educación en la que estamos invirtiendo?

-Un sistema cerrado que no es flexible, que no adapta a los niños a estos valores (ESG), hacia su bienestar, hacia la sostenibilidad para su planeta, para las sociedades futuras, sobre sus compromisos... Todos tenemos bastante claro que tenemos un sistema que se creó para un mundo que ya no existe -el de la era industrial-, así que no puede ser el mejor sistema para nuestros niños y las generaciones futuras. Sin embargo, no hacemos nada. No porque seamos una panda de mezquinos, sino porque el sistema es como un mikado, ese juego de los palillos en el que cada vez que movías uno se caían los demás. Se sostiene en un equilibrio muy inestable y, por los intereses que se han ido configurando, es muy inmovilista.

-En otros ámbitos sociales se ha dado un cambio importante, como en materia de Igualdad, la Violencia de Género, familias, salud etc. ¿La educación lo está pidiendo ya?

-Así es. La sociedad ha vivido cambios de paradigma de forma natural. El sistema educativo actual no está dando soluciones para esa adaptación al mundo hacia el que vamos. No hay más que ver los datos de abandono, de carencias desde el punto de vista de bienestar emocional de los jóvenes, de falta de compromiso. Eso no son buenos indicadores para la sociedad futura. Queremos gente que sea capaz de debatir con personas diferentes, de culturas diferentes, con ideas diferentes sin dar los espectáculos públicos que vemos cada día en televisión. Esto se educa y no solo tiene ver con las notas académicas.

-¿Cuál es el eje básico sobre el que debería pivotar este cambio?

-Si tuviera que tirar de una palanca que pueda mover este mundo hacia adelante sería la flexibilidad. Hace 40 años, en este país tuvimos un cambio súper significativo que fue el de la educación gratuita y obligatoria para todos los españoles. ¿Para qué fue aquello? Para que los problemas de alfabetización se resolvieran. Pero ahora, la sociedad para la que se crearon las tres tipologías de colegios -privados, concertados y los públicos- ha cambiado radicalmente. 40 años después no tenemos más tipologías de escolarización que esa. Además, están hiper regularizadas. Entonces, el cambio no puede venir solamente por un sector privado que se reinvente sobre los márgenes que deje la norma para para poder hacer cosas diferentes.

«¿Quién va a entrenar la inteligencia artificial? ¿Personas desprovistas de capacidad de pensamiento y creatividad, que siguen un programa durante 15 años?»

-¿Por dónde tendrá que venir entonces?

-Por la evidencia científica. Ese es el espacio que tenemos los investigadores en el contexto de una cátedra, que suma la parte del rigor científico con la de la experiencia, para poder decir 'por aquí van los tiros'. Hay que crear una visión en paralelo, que no confronte lo que se está haciendo, pero sí que genere otras formas de hacerlo.

-¿Por dónde van los tiros de la flexibilidad que reclama?

-Por ejemplo, por qué tener un programa académico secuencial. Imagina que tuviéramos todavía una única televisión y tuviéramos que esperar una semana para ver el capítulo dos de un programa. Si ahora ya tienes la posibilidad de darte un atracón y ver todo de una vez, si es lo que tú deseas. Pues con el aprendizaje debería ser lo mismo. ¿Por qué tener una asignatura en la que hasta el año próximo no puedes conseguir el nivel siguiente? ¿Cuántas veces hemos empezado Historia de España y hasta el año siguiente no podías ver la siguiente etapa? Y lo mismo sucede con la Ciencia. Por otro lado, ¿por qué tiene que ser el centro educativo el único espacio de aprendizaje? Todos los estudios advierten del impacto que tiene en los jóvenes otro canales como las redes sociales. Este es muy superior a lo que aprenden del mundo en el aula. Entonces, ¿por qué no diseñar tu propio proyecto educativo?

-La respuesta suele ser la dificultad que entraña y la falta de recursos.

-Hace diez años, puede. Pero ahora las cosas han cambiado mucho. Hemos llegado a tener todos mascarillas puestas y aprendimos que había que estornudar poniendo el codo y no la mano. O sea, todo es susceptible de cambio en la medida que haya un compromiso asociado con una necesidad mayor. Y ahora mismo en Educación estamos aplicando los conceptos de sostenibilidad contrarios a los que aplicamos al resto de los sectores, porque no hay nada más sostenible que una sociedad que tenga ciudadanos que estén formados como buenos ciudadanos para entrenar a esas inteligencias artificiales que nos están colonizando. ¿Quién va a hacer esto? Personas que están desprovistas de su capacidad de pensamiento, de creación y que siguen un programa durante 15 años. No puedes educar así a personas que necesitan tener criterio propio, ser flexibles, audaces y creativos. No puedes educarlos así si lo que quieres es empoderarlos.

-Ahora que la cita, ¿qué papel juega la inteligencia artificial en este cambio?

-La inteligencia artificial se está utilizando para la personalización de los servicios que recibimos. Pues se puede utilizar también para mejorar la Educación en ese sentido. ¿No merece la pena que un niño disléxico tenga la misma oportunidad que el resto de escolarización desde la felicidad? Él es igual de inteligente, pero su capacidad de aprendizaje está sesgada por su forma de integrar la realidad. Igual que un niño que tiene altas capacidades u otro con autismo. Cuanto más estás en las aulas, más te das cuenta que el alumno medio no existe: son únicos e irrepetibles. Entonces, la IA dará la posibilidad de hacer, con los recursos que tenemos, una flexibilización -de organización, horario, calendario, temario, itinerario- de forma creativa y con base científica en favor del niño.

«Tenemos un sistema muy igualitario pero poco equitativo. Hay razones objetivas para pensar que esto no funciona»

-Sobre las calificaciones como única vía de evaluar la calidad educativa. ¿Son las notas numéricas un sistema justo?

-La capacitación técnica es absolutamente necesaria. Los niños tienen que aprender. Pero el problema está en qué enseñas y qué mides. Hay que medir las competencias de los alumnos y ahora todos los alumnos tienen que tener las mismas competencias, todos tienen que ser peces o todos tienen que ser monos. Habrá que crear un sistema en el que se pueda medir en justicia. Habrá competencias que son generalizadas -leer lenguajes verbales, matemáticos o informáticos-, pero si quieres ser creativo vas a tener que aprender otro tipo de lenguajes.

-Los profesores a menudo argumentan que el itinerario les limita para innovar. ¿Ha testado la opinión del colectivo?

-Yo siento una afinidad infinita con los buenos profesores de este y de otros países. Empatizo con el lugar donde el sistema los pone. Se les exige y se les mide por el resultado académico de sus alumnos, muchas veces restándoles la capacidad de disfrutar de una profesión que es maravillosa y, al mismo tiempo, de la razón por la que se hicieron maestros, que es el acompañar a esos jóvenes a desarrollar su máximo potencial. Hay un grado de desencanto, de desconcierto y de desesperanza muy grande, en parte, porque hacer las cosas de manera diferente no tiene ningún sentido.

-¿Qué opinión le merece el famoso informe PISA?

-Tengo un altísimo concepto de su director, Andreas Schleicher. Pero el problema es que de nuevo hemos acabado compitiendo para tener buenos resultados de un programa y ninguna otra cosa. En la medida que estamos compitiendo nada más que por conseguir unos buenos resultados, nos olvidamos de la parte esencial, que es la del acompañamiento del alumno para que desarrolle esa genuina diferencia que está dentro de él. No me parece mal tener estándares de medición. Me parece terrible que sea el único punto de referencia, por el cual se enjuicie la calidad o se sancione la calidad educativa de todo un sistema.

-¿Qué le falta a la Educación en España para ser igualitaria?

-El contexto de la igualdad ya está generado, pero lo que hace falta es aterrizarlas en el día a día. La igualdad tiene mucho más que ver con la equidad, es decir, con la capacidad de poder complementar en lo que a cada uno nos falta para poder tener las mismas oportunidades. Creo que tiene más que ver con eso que con el igualitarismo. Ahora estamos en un sistema educativo muy igualitario y poco equitativo.

«El alumno medio no existe, cada niño es único e irrepetible y la IA servirá para personalizar la experiencia educativa»

-¿Cómo se explica esto?

-¿Recuerdas aquella asignatura de ciudadanía? Todos tienen que aprender a ser buenos ciudadanos. Es el punto de partida en el que estamos de acuerdo. Pero para aprender a ser buenos ciudadanos, igual con niños que viven en un contexto determinado necesitas una hora semanal y en otros entornos completamente diferentes necesitas seis horas semanales. Esa es la equidad.

-Recientemente, una encuesta de Cotec revelaba que tantos padres como profesores creían que la educación que recibían los niños ahora era peor que en su época.

-Bueno, las buenas noticias es que estamos todos de acuerdo. Habrá que cambiar las leyes para que esto no suceda. Si tenemos un sistema que se diseñó para hace dos siglos, y el mundo es cada vez más complejo y más flexible mientras el sistema educativo sigue rígido, la distancia entre uno y otro no hace sino más que aumentar. Cada vez se generan mayores distancias con respecto al futuro. Es decir, que tenemos razones para pensar que objetivamente esto no funciona.

-La innovación siempre se equipara en las aulas a la tecnología. ¿Qué papel debería tener ésta en los colegios?

-Quienes formamos parte del mundo educativo tenemos que estar muy atentos a lo que sucede en el sector tecnológico para incorporar en nuestro quehacer diario aquello que nos interesa incorporar. Pero no podemos ser meros consumistas de lo que nos quieran vender como soluciones tecnológicas. Porque la realidad es que nos han llenado las aulas de aparatos que no controlamos. A través de esos aparatos y pantallas están entrando metodologías que vienen asociadas a sistemas operativos, que hemos incorporado en el aula con sus respectivos contenidos, apps, canales de gestión de datos que, además, estamos ofreciendo a las compañías que nos los ofrecen. Y, sin embargo, tenemos alumnos que podrían estar gestionando sus datos para elaborar su propio currículum.

-¿Cuál es su postura sobre la controversia de las pantallas en la enseñanza?

-Hay que defender a ultranza que, por lo menos, hasta la finalización de la etapa de primaria o del segundo ciclo de primaria, por encima de todo, el alumno tiene que explorar el mundo en el que vive y sus propias potencialidades. Y hacerlo a través de las pantallas no es ni muchísimo menos la mejor manera. Yo digo sí a la tecnología, pero muchísimo más limitada de cómo se está haciendo ahora y mucho más canalizada por criterios pedagógicos y de metodología.

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