Carol Portabella
Secciones
Servicios
Destacamos
Carol Portabella
Raquel C. Pico
Domingo, 18 de agosto 2024, 07:26
«No deberíamos perder el optimismo con estos temas», señala Carol Portabella, la presidenta de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco, mientras hablamos sobre la emergencia climática, sus efectos y qué se puede hacer para afrontarlos. Portabella defiende «una visión constructiva» y un trabajo colaborativo para concienciar y solucionar; para, al final, cambiar el modelo de desarrollo. Sabe que habrá que renunciar a cosas, pero promete que «vamos a ganar muchísimo más de lo que perdemos».
La fundación en la que trabaja nace en 2006, tras la llegada al trono monegasco de Alberto II —aunque es una fundación privada y no del estado—, cuando, como apunta su responsable en España, «realiza un sueño que tenía desde su juventud, crear una fundación para trabajar en favor del medio ambiente y la lucha contra los efectos del cambio climático».
-¿Cuál es la filosofía detrás de esta Fundación?
-Al principio tenía una misión muy focalizada en conservación —y conservación a través de la ciencia— y eso se mantiene. Sin embargo, ahora trabajamos bajo un paraguas más amplio, el concepto de la salud del planeta. Es decir, cómo incide nuestro desarrollo en el equilibrio —o su falta— de nuestra presencia con el planeta. Se ha demostrado que esta coexistencia se ha basado hasta ahora en un desarrollo a costa del planeta y que esto es, obviamente, pernicioso. Pone en riesgo nuestra supervivencia. Nosotros no somos propietarios ni del presente ni del futuro del planeta. Somos inquilinos, somos habitantes; igual que todo el resto de las especies que cohabitan con nosotros. Nuestro enfoque es ya no solamente la conservación de la biodiversidad; sino, a una escala mucho más importante, intentar cambiar nuestro modelo de desarrollo, priorizando una coexistencia equilibrada con el planeta y el resto de sus habitantes, porque es la única manera de sobrevivir.
-Estas son las grandes líneas que os orientan, pero yendo a lo específico, ¿en qué se están centrando de forma concreta ahora mismo?
Nuestra forma de trabajar es muy amplia. Tenemos un equipo muy pequeño, pero hemos desarrollado ya casi 800 proyectos a nivel internacional en áreas muy diferentes y siempre incidiendo en la palanca de la investigación y financiando muchísimos proyectos sobre el terreno. También a través de la cultura como herramienta de cambio y de la educación. En España, nuestra labor consiste en seguir trabajando desde las líneas de actuación de la casa madre, por lo que trabajamos en proyectos muy variados.
Y es importante que aprendamos a trabajar en conjunto, para poder compartir prácticas y ser más eficientes. Tenemos una iniciativa, que este año hemos traído a España, en la que procuramos realizar un trabajo de mediación. Volvemos al problema de la cohabitación en el desarrollo de nuestras actividades con la fauna silvestre. Me refiero no solamente a los grandes omnívoros carnívoros, como pueden ser osos y lobos, sino también algunas especies de mariposas, abejas o insectos que se ven afectadas por las prácticas de la ganadería y de la agricultura. Lo que hacemos es financiar acciones locales muy puntuales y muy geográficamente localizadas, encuentros entre todos los sectores afectados.
-¿Y están notando resultados? Es decir, si la gente se sienta a hablar, ¿se llega a lugares?
-En España acabamos de lanzarlo, pero nos hemos decidido porque en el sur de Francia está dando muy buenos resultados. El primer síntoma positivo es que hemos tenido muchísima demanda y desde sectores muy diversos, planteando conflictos muy variados. Es muy interesante ver cómo todas las partes son perfectamente capaces de sentarse y compartir. Al final, dialogando, se pueden conseguir soluciones. Soluciones como, por ejemplo, que las administraciones suministren mastines adiestrados y su monitoreo sirven para utilizar posteriormente la inteligencia artificial como herramienta de rastreo, de análisis y de prevención para posibles conflictos, como encuentros hostiles con lobos. Profundizar en esa dirección es muy interesante porque además volvemos un poco a lo que decía al principio, no es una opción, es una necesidad. La exterminación de especies también se nos vuelve en contra. Se debe tener en cuenta los intereses de los ganaderos y los agricultores, porque es necesario, pero hay que intentar que el desarrollo y la protección de las industrias locales sean a largo plazo y, de tal manera, que sean sostenibles.
-¿Son los jóvenes un entorno más propicio a estos mensajes porque están ya más concienciados con estas cuestiones —o eso dicen las estadísticas— o la realidad es otra? Trabajan bastante en educación, ¿por qué es tan importante?
-Justamente, en Barcelona, en la celebración de la década de los océanos, nuestro presidente señalaba la necesidad de no solamente estos encuentros entre expertos. Hay que dirigirse hacia afuera, abrir la llamada de urgencia e intentar implicar al mayor número posible de jóvenes, y también de adultos que no están particularmente todavía interesados en la materia. Los jóvenes no solo van a ser los que cojan el relevo, sino que hay que intentar acompañarlos en esta transformación de sus profesiones para que estén directamente arraigadas en la concepción de la sostenibilidad. Que conciban su trabajo desde el vértice de la necesidad de la sostenibilidad.
-Además, esta perspectiva que comentas también convive con este proceso de transformación del mercado laboral. Estamos en un momento de transición energética, tecnológica… ¿Crea esto un caldo de cultivo para que sean más receptivos a procesar estas novedades?
-Estamos en un cambio de era. El modelo de desarrollo o los modelos de las profesiones cambian, evolucionan; algunas desaparecen y otras nacen. No hay que tener miedo. Hay que abrazar este proceso de transformación —sobre todo porque tampoco es una elección, sino que es una realidad— e intentar aprovechar al máximo para que podamos hacer la transición de la mejor manera posible.
-¿Es más importante ahora que nunca que existan fundaciones privadas que también trabajen en estos campos? Siempre hablamos del papel de las administraciones públicas, pero ¿qué papel tiene lo privado a la hora de apuntalar el cambio?
-Sí. Todo el trabajo que se puede hacer en este territorio es muy bueno, venga de donde venga. También es cierto que los gobiernos hacen mucho. No siempre estamos de acuerdo, pero hay una preocupación, una concienciación y un deseo de aportar. El sector privado también es fundamental, también aporta todo lo que puede. Todas las fundaciones, las organizaciones, hacen una labor increíble. Primero porque tienen financiación. Nunca serán tan potentes como una agencia gubernamental, por supuesto no tienen los mismos presupuestos, pero aportan muchísimo. También inciden de puertas para adentro, a veces estamos hablando de empresas multinacionales y toda su transformación interna de concienciación con el medio ambiente aporta muchísimo. De hecho, cada vez hay más colaboración.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
25 artistas para descubrir y disfrutar en 2025
El Diario Montañés
La proteína clave para la pérdida de grasa
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.