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Una vez apagados los focos del Estadio Olímpico de Bakú, el reloj de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) ya descuenta los minutos para llegar a una cita clave y redonda. La Conferencia de las Partes número 30, 10 años después del Acuerdo de París y 2025.
Las maletas climáticas viajarán a finales de año al corazón de la Amazonía, a Belém (Brasil). Allí, como todos los años, se espera enderezar el rumbo hacia la meta de los 1,5 grados de la temperatura media del planeta con respecto a la era preindustrial sellados en París en 2015. Una década después, el planeta ya ha rebasado ese límite fijado para finales de siglo, aunque «es reversible», asegura el consenso científico.
Belém llega con la bandera de la «COP del cambio» -así la bautizó Lula da Silva, presidente de Brasil en el último G20 celebrado este mes de noviembre- y con el mandato de recalibrar el rumbo de los países hacia los 1,5 grados. En 2025, toca la tercera revisión -así lo establece el Acuerdo de París con una actualización quinquenal- de los planes de descarbonización de las partes firmantes del texto consensuado en la COP21 de Francia. «Estos tienen que ser ejecutables, desbloquear financiación, impulsar desarrollos transformadores y garantizar que nadie se quede atrás», recordó a principios de este año Simon Stiell, secretario ejecutivo de la CMNUCC.
La segunda ronda de NDC, su nombre en inglés, ha demostrado que los esfuerzos y planes actuales son insuficientes para encaminar al mundo hacia la consecución de los objetivos del Acuerdo de París. «La actualización determinará si el mundo puede entrar en una trayectoria de emisiones acorde con los objetivos de temperatura del Acuerdo de París».
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En 2023, en la COP28 de Dubái, las partes establecieron el marco general sobre el que cada uno de los estados ha de construir sus planes. Bajo el nombre de Global Stocktake, la CMNUCC consiguió sus líneas maestras entre las que se encontraba por primera vez «una transición lejos de los combustibles fósiles».
La falta de liderazgo de la presidencia azerí en Bakú y la posición inamovible de Arabia Saudí y sus aliados en el Golfo Pérsico han hecho desaparecer el concepto un año después. «Es un paso atrás en mitigación», coinciden las organizaciones de la sociedad civil. «Esperaba un resultado más ambicioso, tanto en materia financiera como de mitigación, para afrontar el gran desafío que enfrentamos», añadía Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, nada más conocer el resultado final de la COP29.
El lenguaje vago de la diplomacia climática incluyó como opción el transtition away from fossil fuels en 2023. Una elección como también establecía a las energías renovables o a la nuclear como puntos de construcción de las NDC. Ahora la desaparición de esa mención expresa, aseguran los expertos, puede implicar una falta de ambición. «Las NDC de cada país debe contener información sobre cómo se ha reflejado el resultado del balance mundial», recuerda la CMNUCC.
Bakú deja también un importante plan que revisar en tan solo un año y ha sido bautizado por las partes como la Hoja de ruta de Bakú a Belém para seguir avanzando la hacia la Nueva Meta Colectiva Cuantificada de 1,3 billones de dólares (cerca del billón de euros) que reclamaban los países en desarrollo.
En ese grupo de trabajo, las partes se reunirán para evaluar los avances hacia el billón. El nuevo NCQG nacido de la capital azerí obliga a los países como Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido, Japón o Australia, entre otros ha movilizar 300.000 millones de dólares (unos 280.000 millones de euros al cambio actual) anuales de inversión pública como mínimo para la financiación climática de los países menos desarrollados.
La Hoja de ruta Bakú-Belém hará un balance periódico con informes sobre los avances en 2025, 2026 y 2027, además en 2030 se hará una revisión de la decisión adoptada en Azerbaiyán.
Y si la carga de trabajo no es suficiente y la meta por alcanzar no es sencilla, la lista de tareas pendientes de Bakú aún no se acaba con la financiación. La cita de 2024 deja también otro escollo importante que resolver: cómo estructurar el nuevo mercado de carbono.
Una de las luces entre tantas sombras que deja la COP29 es la ejecución total del Acuerdo de París casi una década después de su firma. Año a año y cumbre a cumbre, los puntos 6.2 y 6.4 referentes a los polémicos mercados de carbono se iban posponiendo sine die. No había consenso hasta este ejercicio. «Hemos puesto fin a una espera de una década y hemos desbloqueado una herramienta fundamental para mantener el objetivo de 1,5 grados a nuestro alcance», afirmó Mukhtar Babayev, presidente de la cita azerí. «El cambio climático es un desafío transnacional y el Artículo 6 permitirá soluciones transnacionales, porque a la atmósfera no le importa dónde se reducen las emisiones».
Sin embargo, las reglas que lo han de regular y regir han quedado pendientes para Brasil. Con este mecanismo, estados y empresas pueden comprar derechos para seguir emitiendo CO2. Los expertos siguen desconfiando del acuerdo, y Carbon Market Watch califica el artículo 6.2 de «peligrosamente laxo y opaco, hecho a la medida de quienes presionan para convertirlo en una barra libre».
Y por último, las partes tendrán que decidir en Brasil a dónde viajarán en 2026. Australia y Turquía son los favoritos para albergar la trigésimo primera COP de la CMNUCC ese año. Una cita en la que probablemente debatirán si el mundo puede limitar el calentamiento global de acuerdo con el asesoramiento científico.
El gobierno australiano quiere organizar la cumbre en asociación con las naciones del Pacífico, que se encuentran entre los países con mayor riesgo de sufrir alteraciones climáticas. Turquía está clasificada como un país en desarrollo según el sistema de la ONU y puede obtener el apoyo de varios anfitriones recientes de la misma región. La resolución se conocerá en 2025 en Brasil.
Y todo esto se debatirá y se buscará lograr un acuerdo con un entorno geopolítico tensionado, con Donald Trump asentado ya en la Casa Blanca y con elecciones en Alemania en los meses previos a la cita de Brasil. «Tenemos una montaña de trabajo por hacer», declaró Simon Stiell anoche. La primera toma de contacto será en verano, precisamente, en Bonn (Alemania) con la preCOP, la cita ministerial para debatir los primeros puntos de la agenda climática. Tic, tac.
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