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En la sala de urgencias de un hospital de Sao Paulo (Brasil) se detectó un brote de superbacterias, las que resultan inmunes incluso a los antibióticos más potentes usados como último recurso ante su aparición. Por el difícil tratamiento que tienen sus infecciones, la vida de los pacientes se veía amenazada por la 'Escherichia coli' y, sobre todo, por la 'Klebsiella pneumoniae', que pueden causar infecciones urinarias, respiratorias y sanguíneas. En un contaminación que se había alargado en el tiempo hasta hacerse crónica, había más de una cuarta parte de pacientes afectados, según una investigación realizada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo, publicado en 'Clinical Infectious Diseases'.
El peligro se podía extender por el resto del complejo médico del Hospital Das Clínicas, donde la sala de Urgencias tiene 800 camas, pero «a menudo» se disponen de camillas para duplicar los pacientes y «están muy cerca unos de otros», según los datos de los investigadores, que declararon la guerra a las superbacterias. Algunos ingresados permanecían más de diez días hasta que obtenían el alta o eran trasladados. La cuestión es que algunos de los que ingresan están «colonizados» por este tipo de patógenos, conocidos también como enterobacterias resistentes a carbapenémicos (CRE). Los estudios arrojaron que los transmisores podían superar el 6%, y que la contaminación se triplicaba una vez dentro del recinto hospitalario, hasta el 18%. Las consecuencias no son inocuas. La OMS calcula que entre un 7% y un 15% de pacientes en cuidados intensivos son atacados por estas superbacterias. De ellos, la décima parte muere.
La alarma saltó cuando, después de que se lograra controlar la «colonización secundaria» de estas bacterias en las UCI, donde son más peligrosas, se detectara que las superbacterias ingresaban por Urgencias. «Puede deberse a condiciones locales, como salas de emergencia abarrotadas con estadías relativamente largas, de cuatro días de media», indica el artículo 'Transmisión de enterobacterias resistentes a carbapenems en un departamento de emergencias superpoblado: control de la propagación al hospital'. Esa sala «desempeñó un papel importante en la diseminación de estos patógenos a otras áreas del hospital, incluidas las UCI».
Los estudios determinaron que, en efecto, el 6,8% de los que ingresaban por esa vía rápida estaban «colonizados» y que las infecciones secundarias se extendían por el hospital, debido a la «fácil transmisión entre especies». «La colonización intestinal de las bacterias resistentes puede actuar como un importante reservorio y potencial diseminador de resistencia intrahospitalaria», dicen los autores, encabezados por Matias Chiarastelli Salomão, miembro de Control de Infecciones Hospitalarias del brasileño Instituto Central del Hospital de Clínicas.
Los posibles transmisores debían ser aislados, limpiados, desinfectados con antimicrobianos, que eran monitorizados en su efectividad. El 90% estaba infectado por 'K. Pneumoniae'. Aun cuando los científicos no informan en su discusión sobre la tasa de mortalidad que causaban las superbacterias en este recinto clínico, sí fijan como una prioridad hospitalaria controlar los contagios y habían comenzado a estudiarlo desde hacía, al menos, una década. El primer paso era realizar cultivos de hisopos rectales para detectar la amenaza. Se pasó de hacerlo sólo con los admitidos en Cuidados Intensivos a tomar muestras de los que aguardaban en Urgencias.
Detectado el problema había que actuar en dos direcciones, no siempre posibles debido a los recursos hospitalarios. Una era la del tiempo que permanecían los pacientes en Urgencias, que era el margen necesario para infectarse. Al no ser posible realizar de forma rutinaria en urgencias las medidas de contención de agentes infecciosos que sí se hacen en la UCI, se determinó que dos días de estancia allí era un límite temporal máximo para evitar la expansión de las superbacterias. En todo caso, «la infraestructura del servicio de urgencias no es lo suficientemente adecuada para implementar estrategias de prevención y control de infecciones que detengan la propagación».
La otra actuación necesaria era contra el hacinamiento, que «provoca que los pacientes permanezcan en camillas muy cerca unos de otros», y hace que el personal sanitario esté «abrumado por la carga de trabajo», factores que aumentan el riesgo de infección. Con estas medidas lograron frenar el avance de las superbacterias. «Las tasas de adquisición de infección por CRE cayeron del 4,6% al 1% durante la intervención».
«Los servicios de urgencias superpoblados son un problema de salud pública en muchos países del mundo, y este fenómeno tiene diferentes razones relacionados con los sistemas de salud locales y la gestión de operaciones dentro de las instalaciones», indican los científicos, que alertan que sus hallazgos y recomendaciones «son aplicables» a otros hospitales del mundo.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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