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Ejemplar de quebrantahuesos. JOSE PEDROSA
610 especies de aves ya se han extinguido y puede ser el futuro de otras 1.300

610 especies de aves ya se han extinguido y puede ser el futuro de otras 1.300

La desaparición de estos animales pone en jaque a los ecosistemas, que amenazan con colapsar

Raquel C. Pico

Jueves, 3 de octubre 2024

En el censo de la naturaleza han desaparecido ya 610 especies de aves. Es la cuenta de las que se han extinguido desde el ser humano entró en los ecosistemas. Casi todas estas extinciones se han producido por causas humanas y, como acaba de alertar un estudio que se ha publicado en la revista Science, liderado por la Universidad de Birmingham y el CREAF (y en el que participaron organismos de varios países), tienen consecuencias directas sobre el equilibrio de la biodiversidad.

Tres son los momentos clave en los que se divide la historia de la desaparición de aves. El primero es el que arranca desde 130.000 años atrás, le sigue el que va desde el año 1500 hasta la actualidad y el que arranca a 200 años vista.

Los datos son alarmantes por lo que cuentan sobre lo que ha ocurrido ya, pero también por lo que advierten de lo que puede pasar. En los próximos dos siglos, calculan los expertos, podrían extinguirse 1.305 especies extra. Sería el doble de lo que ha ocurrido hasta ahora y podrían llevar, advierte Ferran Sayol, investigador del CREAF, a situaciones próximas al colapso en algunos ecosistemas. Esta proyección a futuro es, reconoce el experto, la que más le sorprendió de los datos de la investigación. La pérdida de aves «no es cosa de ahora», señala, pero en este presente somos cada vez más conscientes de ello. «Tenemos los datos, somos conscientes de lo que está pasando y quizás de actuar», suma.

Algunas zonas están en una situación más precaria que otras. Las islas son las zonas del mundo en las que se ha producido una mayor pérdida puesto que, volviendo a los datos del estudio, las aves son en esas zonas más vulnerables ante los depredadores y las especies invasivas. Sayol confirma que la propia naturaleza geográfica de las islas hace también que se puedan aplicar medidas de control más fácilmente que en otras zonas, puesto que es más sencillo controlar la entrada de amenazas.

Los efectos de la desaparición

Cada especie de ave desaparecida implica un vacío en la naturaleza: cada ave tiene un 'trabajo' que impacta en la biodiversidad. Solo con la pérdida de ese 6% de especies que han calculado hasta ahora, el planeta ha perdido un porcentaje mayor de su diversidad funciona. «Aunque se pierda el 6%, implica un 20% de pérdida de diversidad funcional», insiste al otro lado del teléfono Sayol. «Esto puede ser grave, porque estamos perdiendo piezas que son más únicas, que no existe ninguna similar», explica.

El qué hacen esos pájaros perdidos es tan variado como el propio trabajo de las aves. «Sus actividades son bastante variadas», señala el investigador. En algunas zonas, por ejemplo, las aves «están ayudando a avanzar», dándole herramientas al ecosistema en el que viven para «sortear» algunos de los efectos del cambio climático. En general, el trabajo de las aves implica polinizar flores, gestionar la carroña, controlar plagas o repartir semillas.

Por ejemplo, una de las especies vulnerables en Cataluña es el quebrantahuesos, que se alimenta de los restos que deja la carroña y recicla los nutrientes. Otra muestra es el dodo de isla de Mauricio, que era fundamental para la distribución territorial de las semillas de frutas grandes y su extinción dejó a ese entorno sin un agente de dispersión.

También afectará a los humanos

Las voces expertas también recuerdan, desde fuera del entorno que ha realizado el informe, justamente lo peligroso que es que estas funciones se pierdan. «Estas pérdidas de funcionalidad derivadas de la extinción no solo podrían acarrear consecuencias fatales en algunos ecosistemas, todavía no muy bien estudiadas, sino también graves repercusiones socioeconómicas para los humanos», señala Nicolás López-Jiménez, miembro de la Unidad Sociedad y Territorio y delegado de SEO/BirdLife en Asturias, en declaraciones a SMC España.

Si la naturaleza fuese una construcción hecha con piezas de dominó, sacar una de ellas hace que la estructura se vuelva inestable y que, al final, pueda acabar derrumbándose. «Todo está conectado», reconoce Sayol, «y si empiezas a quitar piezas se puede desmoronar».

Él usa el ejemplo de los aviones: quizás un avión podría seguir volando sin asientos, aunque la experiencia sería más incómoda, pero si se siguen quitando elementos de su estructura llegaría un momento en el que no podría seguir volando. «Hemos quitado tantas piezas que se puede caer», resume. «Es un poco esto: no es solo un número de especies, es que has quitado sus funciones. Puede tener un efecto cascada que afecte al resto o que haga incluso colapsar ese ecosistema», explica.

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